BUHONERO, ‘vendedor de baratijas’, derivado del antiguo buhón ‘buhonero’, y éste de la onomatopeya BUFF-, expresiva de las peroratas del buhonero en alabanza de su mercadería.

1.ª doc.: J. Ruiz, 940.

También es común la variante bohonero (Celestina, IX, Cl. C. II, 33.14; otros ejs. en DHist.). Lo común antiguamente fué buhón (Berceo; J. Ruiz, 699a: buhona), bufón [med. S. XIII, Apol., 521; más ejs. en M. P., Poes. Jugl. 33n.2]1, bofon (Alex. O, 1657a); también port. ant. bofon, bufom, desde 1300 por lo menos (Viterbo). Carolina Michaelis, RL III, 184-6, dió otros testimonios, seguramente anteriores, dando a entender que se trata de una aplicación especial de la palabra bufón, en vista del proverbio «Cada bohonero alaba sus agujas» (Celestina, l. c.), «Cada bufarinheiro louva seus alfinetes» (Hernán Núñez); desde el punto de vista semántico esto es muy posible, pues los vendedores ambulantes gustan de dichos graciosos para retener a sus parroquianos, según observa Nascentes. Cierto que es algo sorprendente ver cómo una palabra recién llegada de Italia por la misma época (vid. BUFÓN) tuvo aplicación popular tan rápida y desarrollo fonético diferente, sin excluir la aspiración, que permaneció ajena a la ac. propia; de suerte que aunque es difícil decidir si se trata de una aplicación independiente de la misma onomatopeya BUFF- que dió la palabra bufón, o sencillamente de esta misma, lo probable es que se trate de la aplicación independiente, en España y en Italia, de una misma raíz expresiva, allí al cómico popular y aquí al vendedor de chucherías, personajes ambos parlanchines por esencia. Me parece menos probable que sea buhón como nombre del buho, según propone Spitzer, Lexik. a. d. Kat., 146, por comparación del grito de este animal con el buhonero pregonando su mercancía, pues no se concilia mucho la actitud atractiva y necesariamente sociable del humilde personaje con la del buho, tomado popularmente como símbolo de la soledad, nocturnidad y melancolía2. Desde luego, como vio la Sra. Michaelis, no puede separarse el nombre castellano del portugués moderno bufarinheiro (ya en Gil Vicente el disimilado bufalinheiro), que atinadamente consideró ella derivado de bufaria, hoy bufarinha, ‘chuchería de buhonero’, aunque, según le objetaron Gonçalves Viana y el REW, 1373, no logró explicar satisfactoriamente la -nh-, pues todos los casos que cita de vacilación entre -ieiro e -inheiro tenían una -N- originaria tras la i (cast. tardinero, etc.). En realidad se trata de la propagación de una nasal anterior, como en minha ‘mía’, escrevaninha ‘escribanía’: la forma port. *bufõaría equivalente de la española buhonería, dió *bufuarĩa y bufarinha absorbiéndose la segunda u en las labiales precedentes.

DERIV.

Buhonería [La Bofonaría, a. 1238, una de las calles de Jaca, donde había tiendas de menestrales, Libro de la Cadena, p. 346; Bohonería 1480, BHisp. LVIII, 357; 1618]. Bujería ‘chuchería (especialmente las que se dan o se ceden en trueque a los indios y salvajes)’ [1528; bugerías en carta exped. Legazpi a Filipinas (1565), impr. Barcelona, 1566, p. 2], deformación del port. bufaria (V. arriba), nacida seguramente en las Indias, y comparable a las formas rujial ‘rufián’, jurioso ‘furioso’, junción, julano, projundo, etc., hoy usuales en gran parte de América y España (BDHA III, 58-60). Para portuguesismos en el español indiano, vid. RFH VI, 1 y ss.

1 Entre éstos los de 1213 y 1260 parecen inseguros, pues también podrían significar ‘bufón’.―

2 La coincidencia con chuchería, junto al cual existe chucho ‘especie de mochuelo’, sería indicio interesante si no se tratara de dos raíces como buff- y chuch-, de naturaleza expresiva, y que por esta misma naturaleza eran aptas para desarrollar, independientemente y por mera coincidencia, las dos nociones.