BATALLA, de oc. ant. batalha o del bajo latín galicano battalia íd., procedentes ambos del lat. tardío BATTUALIAesgrima’, antiguo neutro plural de un adjetivo battualis derivado de battuere ‘batir’.

1.ª doc.: 1131 y Cid; en bajo latín español ya aparece batalia en 1129 y quizá antes.

En casi todos los romances esta voz aparece con desarrollo fonético autóctono: rum. bătae ‘golpes, paliza’, it. battaglia, fr. bataille, oc. batalha, cat. batalla ‘batalla’. Pero en castellano hubiera sido *bataja. La vieja palabra genuina era lid y también se dijo fazienda. Aunque en el Cid ya es usual en el sentido moderno, las Partidas todavía consideran batalla como neologismo, al contraponer lid, como decían «antiguamente los de España» con el combatir de las «tierras do se fabla el lenguage latino». Batalla se consolidó primero como nombre de los encuentros «do ha reyes de amas las partes, et tienen estandartes et señas, et paran sus haces con delantera et con costaneras et con zaga» (V. el pasaje de las Partidas citado por M. P., Cid, p. 500), es decir, los ajustados al arte teórico de la guerra medieval, o bien para designar los combates entre dos individuos (ac. que todavía llega hasta princ. S. XVII, aunque va sustituyéndolo más y más singular batalla); partiendo de estas acs. típicas de la caballería o del guerrear internacionales, poco a poco fué desalojando a lid y a fazienda1 en todas las acs..

DERIV.

Batallar [med. S. XIV, P. de Alfonso XI; Cuervo, Dicc. I, 857-8]. Batallón [1539], tomado del it. battaglione [Maquiavelo, † 1527, de donde pasó al fr. bataillon desde 1543]. Batayola, ‘barandilla que se colocaba sobre las bordas del buque’ [1786; la variante batallola se halla en 1569, 1570 y 1629], del cat. batallola íd., diminutivo de batalla, porque en la batallola se colocaba una hilera de paveses tras la cual se apostaban los soldados para pelear. En catalán se halla desde 1354 (Jal)2, el fr. bataillole aparece desde 1547-1559, y el it. battagliola sólo en 1607. Por razones fonéticas las formas castellana y francesa deben proceder de otro romance, que en el caso del castellano debe ser el catalán, como indica Vidos, Storia della Parole Marin. fr., 240-2 (comp. ARom. XIV, 140-1), pero la cronología indica que al francés llegaría de la misma procedencia a través de la lengua de Oc. Tiene el mismo origen el cast. batahola ‘algazara’ (desde 1620, Lazarillo de Luna), cuyo significado se explica por el fragor del combate que se desarrollaba junto a la batayola3. Hay variante con metátesis tabaola, frecuente en el S. XVII, empleada muchas veces por Quiñones de B. (NBAE XVIII, 604, 651, 723, etc.), también por Polo de Medina, y tachada de vulgar o absurda por Quevedo, Cuento de Cuentos (Cl. C., 177, 179). Existió ya en catalán tabaola (definido como ‘turba de moros’ por el lexicógrafo valenciano Sanelo, S. XVIII, fundado al parecer en texto medieval o del S. XVI), hoy tabola ‘batahola’, Venasque íd. (Ferraz), y del castellano pasó al portugués del Miño: Villa-Real trabola o traboleia ‘persona que habla mucho y es mentirosa’ (RL XII, 128), Paços de Ferreira atabolar ‘hablar alto’ (Leite, Opúsc., II, i, 473), comp. cat. atabalar ‘ensordecer’ (que puede venir de tabaola o bien de tabal ‘tambor’) y cast. atabolar (s. v. ATOBAR).

1 Sin embargo todavía varios mss. de la 1.ª Crón. Gral. rechazan sistemáticamente batalla por fazienda (V. el glosario de M. P. a sus Inf. de Lara).―

2 Muchos ejemplos del S. XV en Alcover, Ag. Agregúense dos más de 1489 en los inventarios de la atarazana barcelonesa, en la edición del Consulado de Mar por Moliné, pp. 369-70.―

3 Minsheu, s. v. batallola, atestigua que los soldados combatían desde la batayola, y los varios autores franceses citados por Vidos prueban que los paveses colocados a lo largo de dicho lugar se empleaban como parapeto del buque. Para el origen de batahola ‘algazara’ se hubiera podido pensar en el ejercicio o juego infantil conocido como bataliola, batagliola o batayola en textos medievales del Norte de Italia (Vidos, 241n.2; doc. de Bergamo, a. 1331, en Festschrift Jud, 422), especie de simulacro guerrero que sería seguramente ruidoso, pero como este uso no es conocido en España, es preferible partir de la acepción náutica, comp. algazara, que inicialmente se refirió asimismo al ruido del combate. Contra la opinión de Terlingen, pp. 265-6, que atribuye origen italiano a la voz española, V. mi reseña en Symposium (Syracuse), 1948, p. 114.