BATA, emparentado con el fr. ouate, it. ovatta, ingl. wad, alem. watte, ‘algodón en rama para forrar’, palabra que aparece primeramente en Inglaterra, de origen incierto, acaso del ár. wáȓȓa⺆ ‘poner’.
Aut. (1726) todavía califica de «ropa talar
nuevamente introducida... para estar abrigados y con conveniencia dentro de casa y en la cama», y agrega que «en Indias» se llama así «la estopa o desecho de la seda», es decir, lo que en francés se llamaba
ouate y en italiano
ovatta, artículo que hoy se hace de algodón, pero que en el S. XVII se hacía de seda (Magalotti), claro está que de los desperdicios de la misma. Furetière en 1691 nos informa de que la
ouate se emplea especialmente para forrar batas («robes de chambre»), y el italiano Baruffaldi († 1755), en su
Tabaccheide, conoce por
ovatta una bata («vesta») acolchada con
ovatta. Es inverosímil que venga del ár.
bátt (Eguílaz), que en vulgar se pronuncia
bétt, y designa un vestido grosero (Belot) o un abrigo de mujer (Dozy,
Suppl., I, 50
a), pues si fuese arabismo aparecería en fecha anterior; además habría dificultades fonéticas.
Bata, fuera del castellano, sólo se halla en catalán (íd.), y en portugués, donde hoy sólo se aplica a las de mujer, pero se dijo también de las de hombre, y en ninguno de los dos idiomas parece hallarse antes del S. XIX; nótese la ac. brasileña ‘partes acolchadas y paralelas al lomillo de las caballerías’. La variante cast.
guata es ‘manta de algodón en rama’ [falta aún Acad. 1884]. Está, pues, prácticamente asegurado que
bata es lo mismo que el fr.
ouate y su familia, pero el origen de ésta es enteramente oscuro. Aparece en Francia en 1674, en Alemania en 1682, en Holanda a princ. S. XVII, en Inglaterra desde 1540. En otros idiomas es claramente importado de algunos de éstos: así el cat.
buata, el ruso
vata, el danés
vat (< alem.); el sueco
vadd no aparece hasta 1755 y parece tomado del inglés (Hellqvist,
Svensk Etym.
Ordbok). Como indicó Baist (
ZRPh. XXXII, 47-49), las enciclopedias de los SS. XVII-XVIII nos aseguran en todas partes que se trata de un producto importado de Egipto o Siria y sacado del
Apocynum syriacum o
aegyptiacum. Pero el vocablo no se encuentra en árabe; Seybold (
Z.
f.
deutsche Wortforschung X, 222-3) propone derivarlo del ár.
baƫn ‘vientre’, que además significa ‘forro’ (de la misma familia que
BADANA); pero entonces (como apunta el
REW 9170) es casi imposible fonéticamente explicar la forma francesa, inglesa, etc., a no ser que supusiéramos que dió primero un it.
*vatta, cambiado en
o(
v)
atta por etimología popular y trasmitido desde ahí al francés y al inglés. Sin embargo en Italia el vocablo es tardío [fin S. XVII, Magalotti], muy posterior a su aparición en Inglaterra, y la forma inglesa
wad no se explicaría bien de esta manera; habría que suponer que allí se alteraría el vocablo por confusión con una palabra indígena,
wad ‘haz de hierba, paja u otras cosas blandas’ [muy frecuente y vivo desde 1573]. En conjunto esta etimología arábiga es inverosímil. Como el segundo significado del inglés
wad es muy afín al de ‘algodón en rama para forrar’, lo verosímil en principio sería admitir que los dos vocablos no forman más que uno; y esta mayor amplitud semántica, la fecha antigua en Inglaterra y la
ou- francesa, todo refuerza la sospecha de que el vocablo fuese un antiguo término comercial propagado por los ingleses. Al parecer un primero y más antiguo ej. del vocablo aparece en una carta real inglesa de 1380, donde se anotan «172 balas
wadde» (Du C., Baxter); convendrá confirmar la realidad de este testimonio (no sería imposible ver ahí la planta glasto, germ.
WAIZD, como observa Du C.), pues decidiría definitivamente en favor de la etimología inglesa. Aunque al ingl.
wad no se le encuentra un original escandinavo satisfactorio, y en alemán y neerlandés es probable que sea voz importada, no se puede rechazar la opinión de Skeat de que sea palabra germánica en el fondo, quizá emparentada con el escand. ant.
vâ ‘tela, paño’, ‘red de arrastre’,
vamâl ‘frisa, especie de paño’ [> ingl. antic,
wadmoll, 1326], ags.
wæd ‘vestido’, ‘vela’, a. alem. ant.
wât, de clara raíz germánica (vid. Falk-Torp, s. v.
vad I; Kluge, s. v.
wat).
Hay sin embargo muchos más motivos para aceptar una etimología arábiga, en los términos en que la explicó Asín (Al-And. IX, 31; IV, 459), quien parte del verbo ár. wáȓȓa⺆: wádda⺆ ȶaȬban «ouater un habit». Aunque lo hallo sólo en Belot (Dict. Ar.-Fr. y Dict. Fr.-Ar.; no en Dozy, Bocthor, Beaussier, Lerchundi), es muy posible que realmente exista desde antiguo, dada la suma popularidad y riqueza de acs. del verbo wáȓȓa⺆, propiamente ‘poner’; según un Franciscano citado por Lerchundi se diría wáȓȓa⺆ baƫâna, propiamente ‘poner forro’, como sinónimo de báƫƫan que además de esto vale propiamente ‘enguatar’: es posible que abreviando se dijera luego wáȓȓa⺆ ȶaȬban para ‘enguatar un ȶaȬb (= vestido)’, y me inclino a coincidir con Asín en que éste debe de ser el punto de partida de guata.