BANDA II, ‘porción de gente armada’, ‘bandada, manada’, ‘lado, esp. el de una nave’. Aunque esta palabra y BANDO II pasan por ser descendientes del gót. BANDWÔ ‘signo’ (suponiendo que de ahí se pasara a *‘estandarte [distintivo de grupo]’ y luego a un ‘grupo de armados’), en realidad son palabras de origen incierto.
1.ª doc.: 1.ª ac., 1540; 2.ª ac., h. 1300; 3.ª ac., med. S. XV.
La etimología germánica ha sido aceptada unánimemente por los romanistas desde el tiempo de Diez, y parece segura en cuanto a BANDERA; también es seguro el origen germánico de BANDO I y de BANDA I, pero creo que las razones para dudar de la procedencia germánica de BANDA II y BANDO II son muchas y graves, empezando porque la fecha tardía y las acepciones limitadas del fr. bande, en contraste con el gran desarrollo y la antigüedad del vocablo en castellano (ya en el Cid) y en los demás romances meridionales, apuntan a una procedencia no germánica, tanto más cuanto que en germánico no se documentan en parte alguna las acepciones ‘grupo, manada, costado’. Aplazo un estudio a fondo del problema hasta mi DECat. y de momento me limito a señalar que el nombre de divinidad Banda, Bando- es quizá el más frecuente de los teónimos prerromanos de España y en la zona hoy luso-leonesa se halla en más de una treintena de inscripciones esparcidas por un vasto territorio. A lo cual hay que agregar todavía un buen número de otros nombres sin duda derivados como el que estudia V. Cocco en su artículo «Flumen Banduge, contributo allo studio dell’ambiente prelatino della Lusitania» (RPort. Fil. 1957, 38 pp.). Está probado por los contextos y por la arqueología que se trata de una divinidad del género de las Tutelas, y si de la idea ‘protección’ a ‘custodia’, ‘guarnición’, ‘batallón’, no hay mucha distancia, también sería posible llegar desde ‘protección’ a ‘costado de una nave’; en todo caso, creo que ese teónimo es de probable explicación indoeuropea: scr. bhándate ‘es alabado, ensalzado, cantado’, védico bhadrá- ‘propicio, auspicioso’ a veces ‘encomiable’, siempre aplicado a los dioses (< BHNaD-RO- , Rig Veda II 23.15, III 54.4, I 1.6, IV 51.7, X 14.6, etc.)2, y en particular el ave. gático B༰ndva- nombre de un príncipe enemigo del mazdeísmo, o sea un drugvant (partidario de los diablos o drugs)3, irl. ant. bind ‘melódico’, bret. ant. bann «canora».
Y sin embargo, pese a lo seductor de esta etimología prerromana, sigo dudando, y por esto aplazo el problema. La razón de esta duda no está en los dudosos méritos intrínsecos de la etimología germánica, sino en la -d- conservada del cat. y gasc. banda, conservación comprensible en una voz germánica algo tardía, pero no en una palabra del substrato prerromano. Por otra parte es cierto que así el carácter estrictamente castellano del importante masculino bando como las razones arriba aducidas, dan fuerte apoyo a la procedencia prelatina, y aun particularmente hispánica, pero la objeción fonética fundada en el catalán y el gascón es casi de las que no tienen escape. A no ser que pudiéramos admitir que en estos dos lenguajes románicos centrales la forma con -nd- entró desde fuera, por influjo de otros romances, influjo coincidente: italiano desde el Este, en lo demás, occitano desde el Norte, castellano-aragonés-mozárabe desde el Oeste y el Sur. Aun frente a esto no puedo reprimir mi escepticismo ante el hecho de que el uso de banda (no tanto el de bando, es cierto) alcanza precisamente en catalán su optimum en extensión, arraigo y popularidad. Desde luego nos obliga esto a desechar inapelablemente la idea de que el femenino banda en catalán y gascón sea préstamo del castellano-aragonés, teniendo en cuenta que el catalán medieval muestra el vocablo ya en todo su apogeo, tanto o casi tanto como en la lengua actual. Frente a un influjo italiano, occitano y aun mozárabe, no podemos ser tan rotundos. Y así y todo, ¿cómo podremos creer de procedencia italiana u occitana un vocablo ya fechado en el S. XIII y en todo el vario espectro de sus acepciones? ‘Bando, parte de gente’ en Jordi de Sant Jordi, ‘costado de una embarcación’ en el Curial y en doc. de 1404, ‘lado, parte, dirección de cualquier objeto’ nada menos que en Desclot, Muntaner, Ginebreda y Ausiás Marc (DAlcM.); nótese que justamente esta última acepción puede casi mirarse como una innovación puramente catalana, o al menos incomparablemente más desarrollada ahí y en gallego que en otro romance alguno.
DERIV.
Bandada [1605]. Bandear chil. ‘atravesar con proyectil a una persona de parte a parte’) (Echeverría, Jerga de los Delincuentes Nortinos, s. v.), arg. ‘atravesar, cruzar (un límite, una corriente de agua)’ [princ. S. XIX: Polonio Collazo 6, 15, 36]; no es variante fonética de vadear, como cree Tiscornia, BDHA III, 80; comp. bandear en el artículo siguiente. Desbandar [1608, Mariana], quizá tomado del fr. débander [S. XVI, Amyot] (nótese la variante antigua debandar [Acad. ya 1843]), aunque el origen italiano (sbandare) y aun una formación autóctona, no son imposibles; desbandado. Sobanda.
1 También en Fdo. de Herrera y Juan de Dueñas, RFE, XL, 140.― ↩
2 Por mi parte no creo en la etimología BHAD- ‘bueno’ (que Pok. IEW 106 supone para bhadrá- separándolo de bhándate), pues no hay pruebas sólidas de que la raíz del ingl. better, al. besser, etc., sea de origen indoeuropeo; cf. IEW, 126; aun el dicc. de Kluge (en sus últimas ediciones al menos) se abstiene de buscarle enlaces extra-germánicos.― ↩
3 Dos veces ya en el Yasna, cf. Bartholomae, Bezz. Beiträge VIII, 204; Air. Wb. 957. No creo que sea derivado del ave. tardío band- ‘poner enfermo a alguno’, gático ban-, como admite Bartholomae. Es probable que, como nuestro sorotáptico Band-, sea un teónimo, convertido en nombre de un diablo por el advenimiento de la religión zoroástrica, tal como ocurrió con daeva- ‘demonio’ o con Vrθraγna y Vrtra, Ahura y Asura, Mitra, Varuna, etc. ↩