Engelmann tenía razón al derivar de
zahr, lo cual Dozy,
Gloss., 223-4 (seguido por Eguílaz, 318), corrigió desafortunadamente por el plural
azhâr, que sin duda hubiera dado
*azar en castellano. En vocablos de este tipo es normal que el hispanoárabe intercale una vocal entre las dos consonantes finales, vocal que luego atrae el acento; R. Martí (s. v.
flos) ya da
zahar como nombre de especie correspondiente al nombre de unidad
záhra. Una vez dentro del romance,
azahar puede contraerse ocasionalmente en
azar (así en Rojas Zorrilla,
T.
A.
E. II, v. 1578), y aunque esta contracción suele evitarse gráficamente, para huir de la homonimia con
azar ‘casualidad’, la versificación de Lope y Tirso la confirma (Cuervo,
Obr.
Inéd, pp. 316, 312). Comp.
AGUANAFA.