ASIR, derivado de asa con el sentido inicial de ‘coger por el asa’.

1.ª doc.: h. 1300, Gr. Conq. de Ultr.1

También port. asir (poco usado o anticuado). Que tenía s sonora está fuera de duda, no sólo por la pronunciación portuguesa y la actual de Cáceres (Espinosa, Arc., 195), sino por la rima con brasa y rasa en J. Ruiz (1324) y por la grafía de G. Segovia (p. 54), APal. (188b), Nebr. y PAlc. Cuervo, Dicc. I, 703-7, además de reunir el material semántico y sintáctico, discute las etimologías propuestas. No hace falta mencionar de nuevo la mayor parte, evidentemente absurdas. Es sorprendente que Diez pensara en una etimología tan imposible como el lat. APISCI. Johann Storm, Rom. V, 166-7, supuso que se había tomado del fr. saisir, oc. ant. sazir íd., que a su vez son de origen germánico (del a. alem. ant. sazian ‘colocar’ ‘poner en posesión’, hoy setzen; o más bien, vid. SACAR), etimología que halló favor en M-L., REW 7632. Para explicar la extraña desaparición de la s-, admite Storm disimilación ayudada por un falso análisis del contrario desasir, que primitivamente sería des-sasir. Pero la disimilación no puede ayudarnos para nada en posición inicial, y en cuanto a la otra explicación ya le objeta Cuervo que esto sólo sería concebible si existiesen formas sin s- en Francia (que no es así) o si pudiera probarse que lo que primero entró en la Península fué desasir; pero el caso es que dessaisir es palabra poco frecuente en francés y de significado exclusivamente jurídico, y por otra parte el cast. desasir no se documenta hasta Nebr., cerca de 200 años después de asir; además hasta el S. XVI los derivados en des- de verbos de inicial vocálica se pronunciaban con s sonora en esta sílaba, de suerte que no cabía confusión con los derivados cuyo primitivo empezaba por s, que la tenían sorda. Nótese también que el fr. saisir, oc. sazir, hubiera debido dar *sazir o *azir con -z- en castellano, pues que el vocablo entraría por lo menos en el S. XIII, cuando todavía se distinguía z de s del otro lado de los Pirineos; obsérvese el hiato geográfico que hay entre el fr. saisir y asir, pues oc. ant. sazir es menos frecuente que el vocablo francés (hoy ha desaparecido) y el catalán no ha poseído jamás este vocablo; en fin, y ante todo, téngase en cuenta la gran disparidad semántica: el fr. saisir es vocablo jurídico fundamentalmente: ‘poner en posesión’, ‘tomar posesión solemne’, ‘empuñar súbitamente’ y sólo en último término ‘coger’, pero sobre todo ‘coger vivamente’. En contraste, el cast. asir es puramente material, y se aplica especialmente a objetos que tienen un asidero fácil: una persona a quien se puede asir del brazo o de otro miembro (la así de un carcaño: Coloquio de los Perros, ed. Cl. C., p. 305), un árbol que se puede asir por una rama, un enser que tiene asa o mango (asía un jarrillo de vino: Lazarillo, Rivad., p. 79a); no sería natural decir asir un tonel o una pelota, sino precisamente cogerlos. Salta a la vista que un verbo así puede ser sencillamente derivado de asa, de acuerdo con la calidad sonora de la s en ambos vocablos. Sin embargo esta etimología, ya apuntada por Covarr., y reivindicada pasajeramente por Schuchardt (ZRPh. XXXIV, 272), no ha encontrado favor, aunque la única objeción que supo hallarle Diez es de tan poco momento como la g de las formas asgo, asga, que en su opinión es siempre etimológica; pero ya Cuervo notó que esta g no se halla en J. Ruiz ni en otros primitivos2, y que además en salgo, pongo, tengo, vengo, es tan poco etimológica como en asgo. Como confirmación puede aducirse el cast. antic, asa ‘asidero, ocasión, pretexto’, (Mariana, Suárez de Peralta, Torres Villarroel: DHist. 3), asilla íd. (Fr. L. de Granada, A. Cabrera), evidentes aplicaciones figuradas de asa ANSA y sin embargo sinónimos rigurosos de asidero, port. azo íd. (que a M-L. se le antoja procedente del fr. aise, pero ya Gonçalves Viana con su buen tino filológico piensa en ANSA), junto al cual en el Brasil se emplea ansa «pretêxto, ensejo» (Lima-B.): claro está que si ansa es el lat. ANSA, el port. azo (mejor, aso, como quiere G. Viana)3 es postverbal de asir, y sin embargo con todo esto no salimos de una misma familia etimológica4.

Apenas hace falta refutar la etimología propuesta por Spitzer, lat. ASSզDĔREsentarse’ (RFH III, 159): el paralelo del fr. saisir no es utilizable dada la falta de significado jurídico en asir, y la -s- sonora del castellano antiguo y portugués se opone rotundamente5.

DERIV.

Asidero. Asidura. Asimiento.

1 Ej. citado por el DHist. de la ed. de 1503. El ej. que sigue cronológicamente es el de J. Ruiz.―

2 Lope emplea por lo menos una vez asáis (cita en T. A. E. IV, 221), aunque también asga. Ya se ve la razón del éxito de esta última forma: la otra se prestaba a equívocos con el verbo asar.―

3 Hay que advertir, de todos modos, que Hernán Núñez (1555) ya cita el port. azo en un refrán, y que Sánchez de Badajoz (1525-47) lo emplea dos veces, como voz castellana, en rima con el sufijo -azo (DHist.); Nascentes también cita una forma aazo del portugués antiguo, que no puedo fechar. Son fechas muy tempranas para que haya ya confusión de z con s, aunque en documentos del Algarbe la confusión de ç y ss es ya completa en 1450 (Nunes, RL VII, 263-4). Sea como quiera, y aunque deba admitirse un caso de homonimia para azo, no puede dudarse de que asa, ansa, asilla vienen de ANSA. También se ha empleado y emplea en gallego («ánimo, fuerzas, ganas de obrar», J. Rdz., Vall., Lugrís, DAcG.), y aunque aparezca en la pluma de algún buen escritor («sen dar azo de sí», «teño azos para facerte feliz», Castelao 218.1, 284.18, 143.27, 168) si sólo tuviéramos información gallega no habría que hacer mucho caso de una palabra que si no me engaño no figura en las viejas fuentes del gallego popular y medieval (Sarm., P. Sobreira), que aparece con sospechosa frecuencia en escritores de tono pedante y seudo-arcaizantes (un par de citas de tales en el DAcG.) y es ajena a las principales fuentes de la E. Media; nos aseguran que un acio ‘ánimo’ se emplea en la Terra Cha de Lugo, dato cuyo garante, sin duda único, hace falta conocer (idéntico en Crespo Pozo y en el apéndice a Eladio Rdz.) y que por su mismo laconismo poco crédito inspira (el sentido de otro de que informa Aníbal Otero nada tiene que ver); las grafías seudoarcaicas aaso y aazo que menciona el DAcG. carecen de todo valor, no estando documentadas. En definitiva, todo esto refuerza algo, pero débilmente la documentación portuguesa, especialmente en el sentido de que el vocablo tendría -z- más que -s-. Sigue siendo imposible por razones fonéticas, morfológicas y de todas clases, atribuir eso al étimo del fr. aise, oc. aize (ADJACENS), voces de sentido sumamente alejado (por más que lleguen a significar ‘ocasión’). Sigue, por lo tanto, siendo lo menos probable que se trate de un derivado de asir, aunque apoyado e influído por aza y azes ‘fuerza de tropa’, y que la vida única o principal del vocablo en gallego le ha venido de la lengua literaria y no ha llegado a ésta desde el lenguaje real y castizo. Aunque reconozco también que contra la explicación a partir de asir hay un serio argumento en contra en la utilización de azo ‘empeños, solicitudes’ por un escritor que tiene un dominio tan exacto de la lengua como Castelao y hasta en los sentidos de ‘medio, ocasión, pretexto’, ‘causa, modo, maña’ con que aparece la palabra portuguesa.―

4 La Acad. cataloga un hondureño nancear ‘coger’ que a primera vista recuerda el cat. y alav. nansa ‘asa’; pero no hay tal nancear ‘coger’. Se trata de ‘coger nances’, fruta tropical del país, como puede verse en Membreño. Un colaborador descuidado de la Acad. mutiló la definición.―

5 Por otra parte es incierto que el cat. ant. assiure venga de ASSզDĔRE, de suerte que no consta la existencia romance del vocablo. Mas para eso hará falta un estudio especial. Antes de terminar el artículo llamo la atención acerca de la forma apocopada asle ‘ásele’, imperativo, en Quiñones de B., NBAE, XVIII, p. 582.