ARGAMASA, ‘mezcla de cal, arena y agua que se emplea en las obras de albañilería’, antigua palabra común a los tres romances hispánicos, formada con el lat. MASSAmasa’ y otro elemento de origen incierto.

1.ª doc.: argamassa, 1190, doc. de San Román de Entrepeñas: M. P., Cid, 888.26; RFE XIV, 176n; Ȑarġamâša, SS. XI-XIII (escritura mozárabe toledana).

Tenía ss sorda antiguamente, según se ve por el doc. citado de 1190, por otro de 1339 (M. P., D. L., 325.23), y por la grafía de Alex. 1949a, 1362b, APal., Nebr. («argamassa: opus signinun»), PAlc. y otros1; Cej. V § 44.

Lo mismo que la palabra castellana significan el port. y cat. argamassa; éste se halla ya documentado en 1289 y en R. Martí (S. XIII)2; de aquél hay dos ejs. medievales en CortesƟo3. No hay más que un ej. del oc. ant. argamassa, en el Libre de Vicis e Vertutz, comienzo del S. XIV, texto que no puedo localizar, pero al menos el manuscrito donde halló Raynouard esta palabra, presenta los caracteres lingüísticos del Languedoc meridional, próximo al límite catalán4; por lo demás este texto habla de la buena argamasa de que se hacen los «murs sarrazinés», con clara referencia a España; hoy el vocablo está ausente de los diccionarios dialectales occitanos y del ALF. Nada en los demás romances.

Poco interés han demostrado hasta ahora los etimologistas por esta vieja voz hispánica. Covarrubias propuso ARGILLAE MASSAmasa de arcilla’, y otros han repetido la misma idea; claro que esto no es posible fonéticamente; habría que postular, si acaso, un prerromano *ARGA, en relación con el gr. ęρƔóσ ‘de color claro’ (gr. ıρƔυρος, lat. argentum ‘plata’) de donde los etimologistas derivan ARGILLA, pero esto sería muy improbable. Simonet, 302-3, llamó la atención sobre curiosas formas mozárabes: Ȑâša mâša en Almacarí (marroquí, † 1631, que utiliza fuentes hispanas), šša mâšša ‘hormigón, mazacote, macizo de muro’ en el Ajbar Maɏmúa (S. XI), «lašamaš: argamasa, bitumen» en R. Martí, «laxamáx: argamasa, hormigón de pared, mazacote para solar» en PAlc. Piensa Simonet para explicar estas formas, sea en ARGILLACEA MASSA o en LAUSEA MASSA (es decir ‘masa de losas, piedras’), que presentan muy graves dificultades fonéticas, y en cuanto al primer elemento de argamasa parece decidirse por el lat. arcaico y vulgar ARGER, ARGĔRIS (lat. AGGER) ‘montón de tierra, dique, terraplén’, de donde vienen el it. argine y el cast. ARCEN. También aquí hay la dificultad fonética de que la G latina ante E no podía conservarse como g. Pero esto tal vez podría obviarse, teniendo en cuenta que si el español, en lugar de PASSER, ANSER, y el catalán en lugar de CARCER, tienen formas procedentes de las vulgares PASSAR, ANSAR, CARCAR, combatidas por el Appendix Probi (cast. pájaro, ánsar, cat. Vallcàrca(ra), gót. karkara), no sería soprendente en España una forma *ARGAR, ARGRIS. Llama la atención Simonet hacia el detalle de que Cristóbal de las Casas (1570) traduce el it. argine justamente por ‘argamasa’. A la verdad no logro confirmar esta ac. italiana en otras fuentes, pero no sería sorprendente: el lat. agger es una acumulación de materiales diversos, una capa de escombros, y César y Plinio aplican el vocablo al material de que se hacen los terraplenes (Forcellini), luego fácilmente podía pasar a designar la argamasa, que se emplea ante todo para la construcción de paredes y terraplenes; comp. cat. argamàs ‘casquijo, escombros; lat. rudus’, y lo mismo el Libre de Vicis e Vertutz, que el Ajbar Maɏmúa y fuentes castellanas tan diversas como el documento de 1190, el Alex., APal. (445b), PAlc. y Franciosini, refieren la argamasa a la construcción de muros y paredes. *ARGRE pasaría a *ARGNE (comp. argine, arcen), y éste confundiría su N con la M- de MASSA5. Pero quedan graves dificultades, entre otras el orden de las palabras: en romance esperaríamos MASSA *ARGNIS y no *ARGANIS MASSA, de ser MASSA un complemento de la otra palabra. Para obviarla debería suponerse que *ARGNE por sí solo designó uno de los componentes de la argamasa, quizá el casquijo, y MASSA el otro, o sea la mezcla de cal y agua, y que al conjunto se le llamó *ARGANE-MASSA. Todo junto adolece de muy hipotético, aunque no puede descartarse del todo su posibilidad.

Una última hipótesis sería que arga- fuese uns palabra prerromana (céltica6, ibérica, etc.), el primitivo de donde procede el ast. y santand. argayo o argallo [1877: Clairac; V; R; Alcalde del Río] ‘porción de tierra y piedras que cae deslizándose por un monte’, ast. argayar ‘desprenderse las tierras’ (V), Sajambre argao ‘cauce seco de un arroyo donde han quedado muchas piedras’, Babia argaxiu (Fdz. Gonzz., Oseja, 149), cat. aragall ‘surco marcado por las aguas de lluvia’, ‘barranco, arroyo’ (ya aragarius, -alius, en 988-1013: Nicolau d’Olwer, Bull. Du C., 1927)7, Aude ant. Aragalh [1342], hoy Issaragual ‘acequia’ (Sabarthès), charragal «terrain creusé par une eau torrentielle» (Mistral)8. Es hipótesis algo vaga, pero la más digna de crédito hasta ahora9.

DERIV.

Argamasar. Argamasón.

1 Argamasa en doc. aragonés de 1374 (BRAE II, 351), pero que no distingue bien ss de s.―

2 Angamassa en documento de 1405 (Alcover) parece ser errata.―

3 Además del significado ordinario el port. argamassa significó ‘azotea’ antiguamente según Fig., aunque el texto que cita como prueba no me parece bien claro. Quizá sea más bien ‘pavimento de argamasa (en una azotea)’, comp. Moraes «argamaça: composiçƟo de terra com materia pegajosa com que se incrustam os pavimentos», «argamaçar: fazer o pavimento de argamaça», y quizá la ac. ‘alhóndiga’ que el DHist. documenta en las Ordenanzas de Sevilla si es que viene de la idea de ‘trozo pavimentado de la plaza pública donde se celebra el mercado’. Hay en portugués y catalán una forma masculina, menos usada: port. agramasso en el Miño y en la Beira (Leite, Opúsc. II, i, 90), cat. argamàs en Onofre Pou (Gerona, S. XVI) y en el rosellonés Saisset (Alcover).―

4 Véanse extractos del manuscrito 8087, en Hist. Litt. de la France XIX, 400.―

5 Entonces las formas mozárabes vendrían de *ARGĔNE MASSA > *arɁamaša > *alɁamaša (influjo del artículo árabe) > *aɁɁamaša (asimilación ante letra solar), escrito aša maša en Almacarí porque el árabe no tenía el fonema Ɂ; después laša maša con la del artículo romance. Combinación muy forzada, por cierto, por más que no escasean los casos de tal aglutinación en mozárabe: labarka ‘barca (de panescalm)’ R. Martí 267, 161, lazcona ‘azcona’ en PAlc., lantîna ‘antena’ hoy en Marruecos y Argelia, Ibn Al-Layo literato español del S. XII (si viene de ayo, Simonet 304), lišenso por ‘ajenjo’ en manuscritos de Abenbeklarix.―

6 En este caso, tal vez emparentada con el gr. ıρƔιλλος (lat. argilla) ‘arcilla’.―

7 He oído aragai en dos pueblos del Alto Berguedá y en uno del Vallés; argall se emplea en Mequinenza, pueblo catalán de Zaragoza (Butll. del Centre Excurs. de Cat. II, 53); argallada ‘conjunto de barrancos’, oído en las Borjas Blancas. De aquí se sacó un verbo eixaragallar ‘descarnar (la lluvia) las tierras’, de donde luego el catalán común xaragall, sinónimo de aragall (oído aquél en muchos puntos del Maresme, Osona, Bages, Vallespir, etc.). Hay también saragall (así en el alcoyano Martí Gadea; en el Maestrazgo, según G. Girona; en Mallorca: AORBB VII, 17), no sé si alteración de xaragall, o de aragall con aglutinación del artículo arcaico s’.―

8 Comp. l’Arigail, aldea de Ustou, en el Ariège. Trataron del origen del cat. (x)aragall, con escaso éxito a mi entender, Montoliu en Est. Univ. Cat. VII, y Spitzer, Lexik. a. d. Kat., 152.―

9 El vasco (h)argin es propiamente ‘cantero’ (derivado normal de harri ‘piedra’) y en el País vasco francés toma el sentido de ‘albañil’; un (h)argin-masa ‘masa de albañil’ sería pues en vasco una buena descripción de lo que es la argamasa. Sin embargo, hay que desechar la idea de una etimología vasca así, pues el carácter general de argama(s)sa en los tres romances ibéricos desde el S. XII y XIII es indicio de antigüedad tan grande en todas partes que de haber partido del vasco esta formación, ya debería existir en la época romana, y aunque el latinismo masa tenga algún uso en vasco, aun hoy es tan poco generalizado que es seguro que no habría penetrado todavía ni en el período visigótico.