AMALGAMA, ‘aleación de metales, especialmente la formada por el mercurio y otro u otres metales’, tomado del b. lat. amalgama, alteración del sinónimo algama que, junto con las variantes algamala, algamana y almagala, procede del ár. Ǥamâ⺆a ‘reunión’ (raíz Ǥ-m-⺆ ‘reunir’).
La opinión común actualmente es que el b. lat.
amalgama (ya corriente en el S. XIII: Devic, p. 9) viene del árabe, pero que su étimo exacto es desconocido. Devic indicó que debía ser algo procedente de la raíz
Ǥ-m-⺆ ‘reunir’, ‘juntar carnalmente’, pues era común en los tratados de alquimia comparar con la cópula carnal la amalgama del mercurio y otros metales; pero en cuanto a la etimología precisa sólo con muchas reservas sugería, ora
⺆ámal al-Ǥám⺆a ‘la obra, la práctica de la reunión’, ora
muǤâm⺆a (léase
muǤâma⺆a) ‘acto de consumar el matrimonio’, y aunque Baist (
RF IV, 398) daba preferencia al primero, debe notarse que el propio Devic concluía reconociendo que no había hallado ninguna de estas expresiones en los alquimistas árabes
1. En realidad es muy seguro que el ár.
Ǥamâ⺆a ‘reunión (de gente)’―la misma palabra que ha dado nuestro
ALJAMA―se emplearía en el sentido de ‘amalgama’, pues el fr.
algame «mezcla de oro y azogue» está documentado en los diccionarios de Cotgrave y Oudin, y difícilmente puede dudarse que ahí tenemos dicha palabra arábiga provista de artículo:
al-Ǥamâ⺆a; no puede extrañarse la transcripción del
Ǥ arábigo por
g en una palabra entrada por vía culta, pues además de que dicha pronunciación había existido en el árabe arcaico, sabido es que el fonema
Ǥ se representa a menudo por la grafía
g en manuscritos medievales. Junto a esta forma existió con el mismo sentido
algamala (Rabelais, Libro III, cap. 38:
alguamala), donde la gutural árabe
⺆ aparece representada por
l2, alterada luego por metátesis en
almagala (ib., cap. 26) y por disimilación en
algamana (Libro V, cap. 18)
3. Combinando las dos últimas tenemos
*almagana, que fácilmente pudo convertirse en
*amalgana y finalmente
amalgama, por influjo de tantos vocablos eruditos en
-ma (
aroma,
flema,
etc., y quizá especialmente lat.
salgama ‘mezcla de frutos con sal’); o más sencillamente:
almagala × algama >
*almagama >
amalgama. Estos vocablos cultos, propios de una ciencia hermética, se estropean fácilmente en los códices antiguos, con frecuencia mal copiados, dando lugar a multitud de variantes (comp. las alteraciones registradas en los casos de
CENIT,
ACIMUT,
ALMICANTARAT, etc.). En España el vocablo entraría probablemente desde Francia, tomado del bajo latín o del fr.
amalgame [S. XV,
amalgamer S. XIV], pues en tiempo de Oudin (1616) todavía no se conocía equivalencia española para el fr.
algame. No está comprobada que yo sepa la existencia real de la variante
malgama registrada por la Acad. ya en 1843.
Puede desecharse la antigua etimología de Diez, todavía repetida por algunos, gr. μάλαƔμα ‘cataplasma emoliente’, que no presenta base semántica adecuada4.