ALABAR, del lat. tardío ALAPARI ‘jactarse, alabarse’.
1.ª doc.: Cid.
En este poema sólo aparece todavía el reflexivo
alabarse, de donde se desarrolló el empleo transitivo, que ya aparece en Berceo. Cej. VII, § 37. Es vocablo típico del castellano, pues el port.
alabar, menos usado que el castizo
gabar, ha de ser castellanismo, por razones fonéticas, y aunque el vocablo está hoy muy arraigado en catalán, debe ser tomado del castellano, pues no se halla ahí antes del S. XVII. En latín aparece en textos cristianos como la Ítala y Comodiano (S. III; comp. Rönsch,
ZRPh. III, 104; J. Martin,
Wiener Sitzungsber. CLXXXI, vi, 94-95; también en glosas:
CGL VI, 47; no aparece en Plauto, como se ha dicho), pero hay un fuerte indicio de que fuese ya corriente desde princ. del S. I d. C, pues en el códice único de la
Cena Trimalchionis de Petronio (38.9) aparece un adjetivo
subalapa ‘jactancioso, algo soberbio’ (que partiría de un verbo atenuado
sub-alapari ‘alabarse un tanto’). V. las ediciones de Schmeck, 1964, p. 63, Heraeus, etc., aunque es cierto que otros ―como Ernout― dudan de este vocablo o lo rechazan. El origen del vocablo latino es controvertido: no es seguro que venga de
alapa ‘bofetón’, en el sentido de ‘amenazar con bofetones’, ‘jactarse de fuerte’ (vid. Ernout-M., Walde-H., y W. Hermann,
ASNSL CXCII, 82). Para la construcción y autoridades, vid. Cuervo,
Dicc. I, 307-10. Comp.
LOAR. A
LAPARI ‘jactarse’ también podría salir de
ALAPARE ‘golpear’ en el sentido de ‘baladronear dándose golpes al pecho’. Hay que desechar la idea de que
ALAPA ‘bofetón’ y
ALAPARE puedan haberse extraído de
ALAPIZARE, a base de suponer que éste sea pronunciación vulgar de un
*ADLAPIDIARE ‘apedrear’ (comp. cat. ant.
alabear íd.), pues hallándose
ALAPA ya en Fedro, Petronio, Juvenal, etc., no sería posible tan temprana reducción de
DL a
L.
DERIV.
Alabanza [1.ª Crón. Gral.], la variante alabancia ya se halla en Berceo, y hoy en Cespedosa, Ecuador, el Plata y otras partes (RFE XV, 139; BRAE VII, 312; BDHA III, 100); de aquí alabancioso [1611], muy extendido en América y general en castellano vulgar según G. de Diego, RFE VII, 386.
El arag. lapo ‘bofetón’ (BDC XXIV, 173; ya Acad. 1884 y Borao) viene del lat. ALAPA íd., mencionado arriba1; de aquí exalapar o xalapar ‘romper’, ‘desgarrar’, xalapón ‘roto’, ‘agujero’, en el mismo dialecto (BDC XXIV, 183; Kuhn, RLiR XI, 51, 209), procedentes de *EX-ALAPARE, comp. gasc. ant. alebar ‘romper un miembro’, alep ‘herida grave’ (Thomas, Rom. XXXVIII, 448); no vienen de desharrapar, como quiere Kuhn.
1 Marcial cuenta la segunda a como breve. Pero un esdrújulo como álapa pasa regularmente a alápa en Aragón. La evolución sería una alapa > una lapa > un lapo. El vocablo se usa también en Vizcaya, Santander, Salamanca, Yucatán, Perú, Bolivia y Chile (R. Duarte; Malaret); como el paso de ALAPA a lapo sólo es posible en Aragón, esto obliga a suponer o que es palabra que se ha extendido fuera de su terreno originario, según ocurre muchas veces con semejantes términos familiares, o que la etimología es otra, quizá onomatopéyica. De todos modos no debe dudarse del origen del verbo exalapar. Lapo significa además ‘trago’ en Colombia y en otras partes, comp. fr. coup íd. ↩