ACOQUINAR ‘acobardar’, del fr. acoquiner ‘acostumbrar a un hábito degradante’, ‘acurrucar’, derivado de coquin ‘mendigo’, ‘bribón’, de origen incierto.

1.ª doc.: 1605.

En el castellano del S. XVII y princ. del XVIII no sonaba muy extranjero y menos como vocablo vil (aunque desde luego afectivo y pintoresco): es voz favorita de un hombre tan leído, erudito y no carente de finura, ni mucho menos, como el P. Sarmiento cuando escribe en castellano (Sarm. CaG. 109r y passim). Lo cual reflejará en buena parte un uso gallego: hoy se emplea acuquinarse ‘amilanarse’ por lo menos en Lemos (apéndice a Eladio). De esto debe de venir, como fácil alteración, encunicarse ‘encoger las nalgas con el miedo’ (también en el Este) que dicho apéndice y Crespo Pozo registran como propio del Caurel y luego ‘ponerse en cuclillas’; un pobre chico lisiado por muy estevado «estaba mais enconicado que nunca» al ver que los pordioseros que lo gobiernan y explotan se ponen a punto de sangrienta pelea (Castelao 216.19); en fin Vall. define enconicado, encun-, como «lleno de fuelles y plegaduras en lo que no debía haberlas», y en eso hay al mismo tiempo contaminación de encuncado ‘encorvado’ ‘alabeado’ (de cunca CUENCA) de donde se ha extraído conico ‘zurcido, malhecho, que forma fuelles’ (Vall.).

La ac. etimológica acoquinarse ‘acurrucarse en un rincón’ se conservó en la Argentina (M. Fierro I, 913, vid. Tiscornia, M. Fierro coment., p. 3701. El origen del fr. coquin [S. XII] constituye todavía un problema sin resolver. La etimología de Sainéan, reproducida por Bloch con dudas ―derivado de coquille ‘concha, pechina’, como nombre de romeros mendigantes―, es sumamente inverosímil por las razones morfológicas que hace valer Wartburg (FEW II, 862-3 y n. 33). Pero la de éste no es más convincente, pues semánticamente hay muy poca afinidad entre coquin y coquet, cocasse, coquard, coquardeau y demás derivados de coq ‘gallo’; además nótese que todos estos derivados son de fecha moderna o aparecen a lo sumo en francés medio, y es que en efecto en la Edad Media jal era todavía más vivaz que coq. Me parece probable que coquin sea simplemente un representante semiculto del lat. coquinus, -a, -um, ‘relativo al cocinero y a la cocina’, que en bajo latín tomaría el sentido de ‘pinche de cocina’: el cultismo se comprende por la abundancia de pinches de cocina en los conventos y en los palacios de reyes, nobles y dignatarios eclesiásticos, y de hecho coquinus ‘bribón’ aparece por primera vez en bajo latín, en un texto que si no me engaño es de principios del S. XII. Es conocidísima la evolución semántica ‘pinche de cocina’ > ‘bribón’: básteme citar pícaro, que aparece en el Siglo de Oro con aquel significado, sollastre ‘pícaro redomado’ < ‘pinche’ (derivado de sollar ‘ensuciar’), cat. pinxo ‘rufián’ < cast. pinche, -cho, fr. ant. coistron «marmiton» y también «bâtard, vil» (lat. COQUISTRO, fr. mod. cuistre, FEW II, 1169), y aun quizá el oc. y cat. cussó ‘persona vil’ si viene, como se ha supuesto, de COCIO. Desde luego la fama de ladrones que tienen los cocineros y pinches era ya lugar común en la Antigüedad, pues el lat. fures en el sentido de ‘esclavos’ eran propiamente los pinches de cocina, sentido que se deduce con evidencia del contexto de Terencio, Eunuco 776 (y Donato comenta «manipulos furum coci discipulos putant dici»); Plauto lo dice repetidamente: «qui mini omnes angulos furum implevisti, in aedibus misero mihi qui mi intromisisti quingentos cocos» (Aulul. 508), y en el Pseudolus el propio cocinero reconoce que no hay cofrade suyo que no robe: «venis ad furandum quidem. COCUS: An tu invenire postulas quemquam coquom nisi milvinis atque aquilinis ungulis?» (vv. 854-6), hasta el punto de que otro exclama en la misma comedia «Forum coquinum qui vocant, stulte vocant, nam non coquinum, verum furinum est forum» (v. 795). Dar ejs. de queux ‘cocinero’ tomado en mal sentido, en la literatura francesa medieval, sería no terminar nunca. Baste recordar la estrofa 136 de la Chanson de Roland: esos cous «des mielz e des peiors» a quienes Carlomagno confía Ganelon para que le traten con la crueldad más extremada, eran ya la gente más despreciable del ejército y no muy diferentes sin duda del gueux clásico. Del teatro griego y latino, V. además Plauto, Aulul., 322, 344ss., 363ss., 434; Cas., 711ss.; Pseud., 956-7. En dos fragmentos de Euphron, un cocinero se pone a sí mismo entre los siete grandes maestros de la profesión culinaria, por haber inventado el arte de robar, y describe a su discípulo los principios de este arte (fragm. 1 y 10, comp. Dionysios fr. 3, Posidonios fr. 2, y Legrand, Tableau de la Com. Grecque Nouvelle, 127). Esta etimología mía de coquin y de gueux es de las que más han gustado a Spitzer (MLN LXXI, 277) y creo, en efecto, que ha de mirarse como segura. El fr. gueux significaba ‘cocinero’ ( = queux, lat. COQUUS) todavía en los SS. XVI y XVIII (Littré), comp. los antiguos gueue y gueuer = gueuse, gueuser.

1 No falta algún ejemplo de coquino en castellano regional: el navarro Arbolanche lo pone en rima llamando coquina a la Fortuna, en un sentido como ‘mezquina, avarienta’ (12v4).