ACERICO, ‘almohada pequeña que se pone sobre las otras para mayor comodidad’, ‘almohadilla para clavar alfileres’, diminutivo de hacero, cast. ant. facero, y éste derivado de FAZ ‘cara’.
En las mismas acs. aparece
acerillo respectivamente en Tirso y Lope. En el testamento de Fernando de Rojas, a. 1541 (
RFE XVI, 378) hallo
azerito y
azeruelo. Este último, documentado en los SS. XV y XVI (
DHist.), aparece con la grafía
faceruelo,
faz-, en el
Libro de la Montería de Alfonso XI, p. 226, y en
Alex. 2481
a (
O,
P), port. ant.
faceiró,
-roo,
-roa, ‘almohada’ (Viterbo, a. 1254); G. de Diego,
Contr., § 238, que recoge esta etimología ya propuesta por Puigblanch (Viñaza, p. 830), cita además
alfacera ‘almohada’. Para ejemplos de
facero, vid.
ACERA. Se llamó así el acerico o aceruelo porque servía para apoyar la cara, comp. fr.
oreiller ‘almohada’, derivado de
oreille. A pesar de Cabrera no tiene que ver con
aciarium, que en el sentido de ‘estuche de alfileres’ figura en un glosario medieval (Du C.). A juzgar por la pronunciación
adiruelo de Malpartida de Plasencia (Espinosa,
Arc. Dial. 82), el vocablo tendría
z sonora; pero quizá es forma forastera, en vista de la falta de
f-.