ABACERO ‘vendedor de aceite, legumbres, etc.’ derivado de HABA, que es el artículo que originariamente vendió el abacero.
1.ª doc.: fabacero, S. XIII («las fabaceras e los f. non conpren pescado reziente para revender», Fueros Leoneses, publ. p. Castro y Onís, 135.5); abacero, h. 1400 (Glos. de Palacio), h. 1475 (Gaya de Segovia, 89).
Los argumentos que repite GdDD 6 en pro de la etimología antigua y contra la de Cuervo están contestados de antemano en mi artículo; está descartada la posibilidad de que fabacero sea falta de lectura, no sólo por tratarse de un texto editado por Castro y Onís, sino por el trasm. favaceira y la grafía havacera de Nebrija (cuya h es siempre aspirada) y otros; carnicero es más antiguo que carniza y así es dudoso que derive de él, pero aunque así fuese, no por ello la existencia de carnicero y carnecería junto a carne habría servido menos de modelo para formar habacero y habaceria junto a haba; parece que abaçero ya se halla en un texto de 1384, BHisp. LVIII, 85 (de Guadalajara, luego no es extraño que falte la h-).
El Sr. Oliver Asín (BRAE, XLI, 1961, 33-102) ha aspirado a dar una etimología nueva de abacero, sin aportar ningún dato de primera mano (los saca todos del artículo del Nuevo DHist.) ni idea útil para la etimología de esta palabra. Era conocidísimo que ‘panadero’ se dice comúnmente en árabe ȟabbâz (otros dicen muȟábbiz), derivado normal de ȟubz ‘pan’. Pero lo que el abacero tenga que ver con un panadero sigue siendo un misterio, pues no da Oliver una sola prueba de que abacero haya significado nunca ‘panadero’, ni de que haya existido el supuesto "mozárabe" *ȟabbāzáir del cual quiere partir. No es un modelo de método ni un paradigma de lógica la que define para empezar: "el origen de esta palabra es una incógnita, que si no se resuelve, a ciegas se tiene que andar en el estudio fonético o semántico de esta voz". Luego toma una resolución: Cuervo y todo el mundo se equivocó. Sólo el mal famado Adolfo Castro (1852) habría hallado un alfabaceiro ‘panadero’ "sin decir de dónde lo tomaba" (p. 45). Lástima, pues seguramente lo tomó, como el propio Oliver, de esa supuesta etimología, que ya se le ocurriría a la fértil inventiva de su coetáneo y amigo Gayangos, o la sacó de su propio caletre como el Buscapié que atribuyó a Cervantes. Repásese el articulo abacero y abacería del Nuevo DHist., y se verá que la abacera y el abacero vendieron casi de todo, menos pan, y que precisamente la ley de 1818 prohibe formalmente que aquélla venda otra cosa que "vino, vinagre, aguardiente, aceite y carne". Una sola vez (entre una treintena de testimonios) parece que se relacionan las palabras pan y fabacera ―en uno de los tres pasajes sacados del Fuero de Ledesma―, pero aun ahí es mera apariencia: el fuero manda que se pague a tercero día el pan, y luego manda lo mismo respecto del "vino e pescado e todo mercado de fabacera". Que el "mercado de fabacera" era, sobre todo, pescado es lo que dicen los demás pasajes del propio fuero de Ledesma, y en otras fuentes se habla más de toda clase de verduras (F. Osuna, F. Delicado). En cuanto al supuesto étimo *ȟabbāzaȳr es pura invención de Oliver, o de Adolfo Castro, o de su amigo P. de Gayangos que inventó tantos falsos arabismos. No hay autoridad más segura que PAlc. (272a20) para mostrarnos cómo se decía havacera en árabe: ȟaȓȓâra ‘vendedora de verduras’. Resumiendo, la única etimología seria de havacera sigue siendo que se trata de una creación analógica de carnicera partiendo de hava ‘haba’ y ‘habichuela’, con fácil extensión a las verduras y demás comestibles vegetales (aceite, vino, etc.).
El Nuevo DHist. sugiere que venga de havaza, pero éste según Lapesa (BRAE XLI, 36) no es más que un hapax, fauaza, del Libro de los Cavallos del s. XIII ‘caña o desecho de la planta del haba’, que nunca pudo ser lo vendido por la abacera. Se comprende que M.-L. (REW 984), Lapesa y yo mismo hayamos dudado más o menos de la etimología de Cuervo, porque tiene ésta uno o dos puntos algo vulnerables, en particular la derivación en -cero partiendo de haba con -a-; menos ya la aparición de formas con -b- en los Fueros de Salamanca, Ledesma y Guadalajara y de alguna temprana grafía sin h- ni f-. Como estos detalles fonéticos están sólo en manuscritos o textos esporádicos, es probable que no signifiquen nada, dada la existencia de casos tempranos de confusión en Castilla la Vieja y el hecho de que los autores andaluces (más conservadores en este punto que los de Castilla), y en particular los más cuidadosos como Nebr. y PAlc., etc., escriben correctamente havazera o -acera con h-, -v- y aun con -z-. Algo más da que pensar el pormenor formativo de la -a-; y ello explica la idea que vagamente sugiere M.-L. al colocar abacero en su artículo *BASTUS ‘abastecido’. Acaso esta idea no deba desecharse del todo; pero como no se puede partir de un *abastecera imaginario y mal formado, como sugería Aut., quizás hubiera que suponer un caso del cambio arabizante o mozarabizante -ST- > ç y pensar que abaçera esté por abastero, -a en el sentido de ‘el que compra reses para una población’, ‘abastecedor’; es ésta, en efecto, palabra muy general en América, aunque no documentada antes de 1881; este abastero deriva, en fin, de tienda de abastos que es una abacería o taberna en Navarra, Salamanca, Venezuela, la Argentina, y puede haber sido muy antiguo, puesto que abasto ‘provisión (en particular de carnes y comestibles)’ está muy documentado desde h. 1300. Esto sería más serio que el *ȟabbāzaȳr supuesto por Oliver Asín, voz meramente hipotética e ilógica puesto que ȟabbâz es ya nombre de oficio al que no había razón alguna para colgar un superfluo y tautológico sufijo -air: sabbataȳr venía de sabbat(a) ‘zapato’ y así se agregaba el sufijo -air al nombre del objeto fabricado y no a un nombre de oficio, pero a nadie se le ocurrió formar *al-bañi-air por albañi(l) (ár. bannâ formación rigurosamente paralela a ȟabbâz). Por otra parte el abastero es realmente un abacero, pero no lo es ȟabbâz ‘panadero’, y de todos modos nos veríamos obligados a suponer que este arabizante *abaçero < abastero había sufrido una fuerte y general influencia de hava o fava, puesto que las grafías favazera, havacera, predominan mucho sobre las grafías sin f- o h-, desde principios del idioma; así que debemos concederle a Cuervo, de todos modos, que la idea de derivar de hava mediante una creación por "analogía proporcional" hava havazero, sobre el modelo de carne carnicero, tiene grandes ventajas, y no está de más recordar que existió el secundario carnecero, carneceria, con -e-, por otra parte la ç sorda que parece bien atestiguada por varios de los datos antiguos, puede corroborar la realidad del punto de partida carnicero, voz que justamente vaciló (arrastrada por carniça) entre -ç- y -z-, del mismo modo que hazavera, -cera.
En definitiva, persiste una considerable duda entre la etimología de Cuervo y la vagamente sugerida por M.-L.; y el hecho de ser vocablo más popular y más antiguo en el Norte que en Andalucía, también apoya la de Cuervo (-ST- > ç sólo seria posible en el Sur). En todo caso, la idea de la derivación del nombre árabe del panadero apenas se puede tomar en serio5.
DERIV.
Abacería [1551].
1 Segovia escribe habacera con -b- según Tallgren, pero hay otros casos de confusión de b y v intervocálicas en este autor, vid. Tallgren, p. 48.― ↩
2 Cuervo, dice que las traducciones árabes de PAlc. prueban que abacera significaba vendedora de legumbres y frutas. Pero hay una confusión. El ár. ȟaȓȓâra es vendedora de verduras, légumes en francés (es derivado de un verbo que significa ‘ser verde’); en cuanto a sūqîya, significa ‘vendedora al por menor’.― ↩
3 Suele citarse un cast. abaz íd., pero como notó Cuervo, este vocablo sólo aparece en un autor muy latinizante del S. XVI, de modo que apenas puede considerarse palabra castellana.― ↩
4 Es verdad que el editor de este documento (sea Vigil o el propio Vigón) confunde la f con la s larga.― ↩
5 Se ha hablado de la existencia de un abarrera, sinónimo de abacera. No hay tal. Es hapax de la ed. del Fuero de Lorca, debido seguramente a una mala lectura de llevar a barrera en el sentido de ‘llevar a la venta en el rastrillo o muralla de la ciudad’. ↩