ZAMARRA, probablemente del vasco zamar (con artículo zamarra) ‘vellón del ganado lanar’, ‘pellico, zamarra’, o de la palabra ibérica correspondiente.

1.ª doc.: J. Ruiz.

En la descripción de los meses de Noviembre y Diciembre «anbos visten çamarras, quieren calientes queças» (1275c). Que el vocablo ya corría en el siglo anterior puede deducirse de que el derivado çamarrón (que también figura en J. Ruiz, 1103e) ya aparece en el Fuero de Usagre (Cej.). «Non puede un filósofo, con todo su saber, / governar una nao nin mástil le poner: / si quisieres fer nao, busca los carpinteros, / sy quisieres çamarra, busca los pellegeros» Rim. de Palacio (293b); «vi pastora muy loçana /.../ Cuando llueve, en su cabanna / çamorra et fuego tenía» Carvajales (Canc. de Stúñiga, p. 380)1; «soncas qu’el bordón le marra, / toca por ver como zuñe; / dóla al diabro, que assí gruñe / en tocando, la guitarra; / quiéroos mudar la çamarra: / hazé corro / al pastor d’Antón Modorro» Rodrigo de Reynosa (Philol. Q. XXI, v. 384). Escrito çamara y zamara aparece repetidamente en los glos. del Escorial y de Palacio (traducido endromis, gonnellus y sallaballina); «pellicia, que dezimos piel o çamarra, es vestido o cobertura fecha de pieles» APal. 351d; «çamarra o çamarrón: rheno» Nebr.; «la vestidura rústica hecha de pieles de carnero» Aut., con cita de ejs. clásicos. También es antiguo el masculino çamarro: «esto pensé ordenar / para el niño administrar / porque es malo d’espulgar / el çamarrón fin S. XIV, Pedro de Berague (Rivad. LVII, copla 3), comp. en Aut. «malo es el zamarro de espulgar y el viejo de castigar, refrán que enseña es mui difícil el arrancar los vicios de la persona que se ha endurecido en ellos»; y así también en G. de Segovia, Nebr., el Quijote y otros clásicos (Aut.). Que el vocablo tenía antiguamente ç sorda lo vemos no sólo por APal., Nebr. y otros citados, sino también la grafía constante en çamona y sus derivados según G. de Segovia (p. 82), y hoy lo confirma la pronunciación de Cáceres (Espinosa, Arc. Dial., 44), y del judeoespañol: «si no viene Sabuot [‘Pentecôte’], no guadres el samarón [‘ne garde pas la fourrure’]» y más abajo samara con igual sentido, proverbios recogidos en Rodas (RH IX, 453).

Esta palabra tiene arraigo antiguo, además del cast., en port., cat. y oc. Port. samarra «roupa pastoril de pelles, ou palhas; e talvez de panno; os eclesiásticos usƟo de humas túnicas abertas por diante, com mangas, e humas tiras largas soltas, como mangas perdidas, he vestido caseiro, ou de noite, e passeyo», según Moraes, quien ya cita el aumentativo samarrão en Sá de Miranda (princ. S. XVI); «os çamarros dos vaqueiros» ya está en Gil Vicente (CortesƟo). En catalán samarra es también la del pastor, y ya aparece en Jaume Marc (1371) y en muchos textos desde los primeros años del S. XV; samarreta vale ‘camiseta’, al principio sólo la de lana empleada en invierno, luego todas (ya documentado con la grafía semarreta en inventario de 1385, Misc. Fabra, p. 174, s. v. zetoní). En lengua de Oc samarre «sac de berger» se emplea hoy en el NE. de las Landas, simarre o samarre es anticuado en el Bearne para la casaca de los concejales (Palay), pero antiguamente el vocablo pudo tener alguna mayor extensión puesto que samarra está ya en Flamenca, que refleja el habla del Norte languedociano h. 1235.

En otros idiomas el vocablo seguramente será advenedizo. Éste es desde luego el caso del francés, donde se empleó antiguamente chamarre «sorte de vêtement orné de passementerie» [1490; Gargantua, cap. 56; Sainéan, L. de Rabelais II, 87; samarre, 1447], de donde el fr. mod. chamarrer «garnir d’ornements voyants, disparates» [1530]; nótese que la forma en ch- ha existido también en España: bilb. chamarra ‘zamarra’ (Arriaga, Supl., p. vii), murc. y ast. chamarreta (G. Soriano, Rato); de ahí también el campid. aƇƇamarra ‘manto del sacerdote’ (Wagner, RFE IX, 230). Será también hispanismo el it. żimarra «la sottana de’ preti», que se documenta por primera vez en el Lasca († 1584), y con bastante frecuencia desde el S. XVII (Tommaseo; lo he buscado en vano en muchos glosarios de obras anteriores); la forma con -i- tampoco es del todo ajena a España, pues çimarra recogió G. de Segovia (l. c., año 1475) y simarreta se dice en el Alto Pallars; de Italia o directamente de España vendrá el fr. simarre [1447] «soutane que certains magistrats portent sous la robe», y antiguamente «longue robe de femme», también empleado en lengua de Oc. Lo que más claro revela el carácter advenedizo de estas palabras italianas y francesas es que no designan prendas del vestido primitivo de los pastores o labradores, sino trajes solemnes o de clases sociales aparte. También será préstamo español el calabr. zamarru «sacco grande»2.

En cuanto a la etimología, claro está que no se puede tomar en consideración la de Larramendi (aceptada por Diez, Wb., 499) vasco *etxamarra ‘señal de casa’, compuesto de etxe ‘casa’ y marra ‘raya’, ‘señal’. Tampoco hay que prestar atención a la de Mahn (Etym. Untersuch., 144) de derivar del vasco zama ‘carga’ (por lo pesado de la zamarra); ni a la de Covarr. (aceptada por Aut. y por Mayans, Oríg. I, 78) hebr. semer ‘lana’; la de Attilio Levi (Diz. Piemontese) y Sainéan (Sources Indig. I, 199; II, 224) de partir del prov. gimerre, chimarro, ‘mulo’, ‘híbrido de toro y burra’, que en definitiva sale del grecolat. CHIMAERA, sea porque el fr. chamarre ‘vestido abigarrado’ puede calificarse de prenda «bastardeada», o porque en alguna habla occitana el vocablo llega a significar ‘cabrito’, es inaceptable por ser secundaria aquella ac. francesa (como observa Spitzer, ASNSL CXLI, 263) y por no existir en España el supuesto vocablo. Más prestigio y común aceptación ha tenido la idea de partir del árabe.

Por lo pronto, es seguro que hay relación entre zamarra y çamárra (pl. çamarrít) «çamarra o çamarrón, pellico, vestido de pellejas» que aparece en el léxico hispanoárabe de PAlc., Ɋamārrît en una escritura árabe granadina3, pero según ya vió Simonet (pp. 150-1) son estas palabras las que vienen del español y no viceversa; la cuestión es más dudosa en cuanto a šámra «vestimentum», que sólo aparece en R. Martí, ya que no sabemos de qué clase de vestido se trata, y podría ser un derivado de šámmar ‘arremangar’ ―comp. el argelino tašāmîr «chemise à longues manches» (Beaussier)― o bien será la palabra española, pero influída fonéticamente por esta raíz arábiga; de todos modos zamarra fonéticamente no puede venir de šámra.

En cambio es inmerecida la aceptación obtenida por la idea de la Acad. y de G. de Gregorio (adoptada por Gamillscheg, EWFS, s. v. chamarrer; Lokotsch, s. v. zamarra; M-L., REW3 7563a; y con duda por Bloch-Wartburg) de partir del ár. sammûr ‘marta cibelina’. Sin duda esta palabra es antigua en árabe y bastante extendida, pues no sólo aparece ya en el léxico del Fairuzabadí (fin S. XIV; Golio; Freytag), sino que sea en esta ac. o como nombre del castor lo encontramos también en el español Abenbuclárix (1109), en el Razí y en Almacarí (Dozy, Suppl. I, 683); que el vocablo derive en árabe de la raíz de Ȑásmar ‘pardo’, o que sea préstamo de una lengua turca (como admite Lokotsch) no tiene importancia decisiva, aunque es probable lo segundo por tratarse de un animal siberiano; de todos modos el hecho es que en ninguna fuente árabe se registra otra forma del vocablo con vocalismo diferente, lo que sería absolutamente indispensable desde el punto de vista fonético para que pudiéramos derivar de ahí nuestro zamarra4; por lo demás, sammûr parece haber designado al animal y no su piel (sólo Golio afirmó lo contrario), la cual recibió el nombre adjetivo de sammūrîya (todavía más alejado de zamarra), según consta por el Aganí, autor oriental (Wiener Sitzungsber. CIII, 256); finalmente, y sobre todo, el nombre de una piel de lujo como la cibelina o la de castor no pudo convertirse en el de las humildísimas pellizas pastoriles.

En una palabra, esta etimología debe descartarse del todo y definitivamente. Y sólo podemos atender a la propuesta por Rohlfs (ZRPh. XLVII, 407-8; RLiR VII, 134; Krüger, VKR VIII, 7): vasco zamar «pellico, piel que a modo de impermeable usan los pastores para defenderse de la lluvia», con artículo zamarra, usual con este sentido en Sule, el Roncal y varios pueblos de Alta y Baja Navarra; que esta palabra no es de origen castellano, como podría sospecharse, lo indican las otras acs., entre ellas algunas evidentemente más primitivas, que al mismo tiempo nos prueban que es palabra común a todos los dialectos vascos y con hondas raíces: en Alta y Baja Navarra vale «vedija, vellón del ganado lanar, toda la lana que ha sido esquilada», que será seguramente el sentido originario, pues de ahí deriva el labortano zamarra «l’herbe longue et jaunie dont on se sert pour rembourrer les matelas» (Lhande); por otra parte en Vizcaya ha tomado el sentido de «rocadero, cubierta del cerro de lino en la rueca» (comparado a un copo de lana), allí mismo y en el Roncal es «delantal de herrero», también en Vizcaya designa la «melena, pieza de cuero que se pone en la frente de los bueyes», o bien un guante empleado por los herreros, en Sule vale ‘greña’, y el más antiguo de los autores vascos, Lizárraga, parece indicar que significó ‘piel humana’, pues lo aplica repetidamente a la de Jesucristo; hay todavía otras varias acs., que revelan un frondoso desarrollo semántico (vid. Azkue). Como digo es vocablo común a todos los dialectos, aunque en Guipúzcoa y parte de Vizcaya aparece en la variante samar(ra) «sorte de toile formée par la pluie sur les terres», y en Vizcaya «melena de los bueyes»; el diminutivo vasco txamar vale ‘blusa’ en Lapurdi, txamarra ‘delantal’, ‘chaqueta’, ‘blusa’ en vizc., guip., b. nav. y ronc.; Fortún Zamarra aparece en un doc. de 1075 y uno de Navarra de c. 1285, Domingo Chamarr en doc. de Añorbe (entre Tafalla y Pamplona) de 1284, Domicu Zamarguina [-gin «melenero» en Azkue, vizc.] doc. Montaña nav. S. XIII, Michelena, FoLiVa I, 45. Luego parece bastante claro que es el romance el que tomó el vocablo del vasco o de una lengua afín y no lo contrario; lo único que no podemos asegurar es si se trata de un préstamo del vasco propiamente dicho (lo que parece difícil teniendo en cuenta que ya se empleaba en el Languedoc septentrional en la primera mitad del S. XIII), o más bien de una lengua prerromana, sea el protovasco o el ibero propiamente dicho. En todo caso resulta claro que el vocablo significó propiamente la piel de los animales o la lana que la cubre, lo cual, por lo demás, resulta también de las acs. conservadas en dialectos leoneses y portugueses, pues en la Beira Baja samarra es «pelle de qualquer animal» (RL II, 252), el mirandés çamarra vale «pelle» (Leite de V., Philol. Mirand. II, 180), y en Serpa (izquierda del Guadiana) samarro es «bolsa de coiro para os pastores guardarem os utensílios» (RL II, 45). Nótese además que el derivado zamarrear presupone asimismo que aun en cast. empezó designando la piel del animal vivo.

DERIV.

Zamarrilla [Covarr.]. Zamarro ‘zamarra’ (V. arriba; ej. arag. de 1397, VRom. X, 218), ‘piel empleada para abrigo’ [1603, Bravo, Aut.], ecuat., colomb. «calzón hecho de piel usado por los campesinos» (Lemos, Semánt. Ecuat.), ‘hombre tosco, lerdo’ [Aut.; así en el Ecuador, o. c.]; zamarrón [Aut.]; zamarronear ecuat. ‘reprender rudamente a una persona’ (Lemos); comp. Beira Baja samarrudo ‘hombre taciturno’ (Leite de V., 1. c.) con el cast. ant. çamarrudo ‘propio de un necio’ [princ. S. XV, Cej., Voc.]. Zamarrico. Zamarrada (comp. Beira Alta samarreira ‘bronquitis’, ensamarrado ‘persona que sufre de coriza’, Leite de V., l. c., propiamente el que por esta causa anda envuelto con pieles). Zamarrear «sacudir a un lado y otro la res, o pressa, que el perro, lobo u otra fiera semejante tiene asida con los dientes, para destrozarla o acabarla de matar» [h. 1600, Inca Garcilaso, Cervantes, Aut.], propiamente ‘cogerla por la piel’ (comp. arriba); zamarreo; zamarreón ‘sacudida’ arg. («tomó el potrillo de la oreja, le dió unos zamarreones...» Guiraldes, D. S. Sombra, ed. Espasa, p. 76), comp. val. somarrada ‘bofetón’ o ‘zamarreo’, M. Gadea, Tèrra del III, 17; del arag. zamarrazo ‘golpe con palo, correa, etc.’ trata exprofeso J. Hubschmid, Pyrenäenworter vorroman., 63-64, pero es evidente que no debe separarse de zamarra y sus derivados. Zamarrón [S. XIII, más ejs. en Cej., Voc.]. Enzamarrar.

1 En otra composición del mismo poeta, una dama toscana de maneras corteses «vestía de blancho damasquino / çamurra al tovillo cortada / encima de un vellut fino» (ibid., p. 378). Parece tratarse de una prenda muy diferente, y así no creo que la u sea errata. Aquí acaso se trate realmente del ár. sammûr ‘cibelina’. Pero es palabra muy rara.―

2 En cuanto al calabr. zamarru, tamarru «villano, uomo rozzo», abr. merid. zamarr ‘rama grande’, que Rohlfs (ZRPh. XLVI, 161) relacionaba con zamarro ‘necio’, en su Diz. Calabro los separa de nuestra familia derivándolos del ár. tammâr ‘vendedor de dátiles’.―

3 Dozy, Suppl. I, 785, dice que š-m-rât se encuentra en una escritura árabe de Granada, pero quizá haya confusión.―

4 Por el contrario, aun sammûr falta en los léxicos hispanoárabes, y en la mayor parte de los diccionarios de dialectos africanos, como Beaussier, etc.