ZAHÓN, en vasco zagon, mozár. siqán, origen incierto, probablemente prerromano y emparentado con las palabras vascas zagiki y zagita ‘pedazo de cuero’ y zagi ‘odre’.
1.ª doc.: h. 1400, glos. del Escorial: «ienuale [entiéndase genuale]: çahones».
En port. tiene representación débil (Vall. no lo da como gall.): «safões: calças largas» dice Moraes, fundándose en el Tesouro o la Prosódia del alentejano Bento Pereira (med. S. XVII); los demás dicc. lo dan como anticuado o dialectal; Fig. da safões como del Alentejo «meias calças de peles», sagona como propio del mirandés (que es leonés y no port.), y agrega sin localizar las variantes açafões y ceifões. Además, encuentro sêfões «guardas de pelle para as pernas e cintura» en Serpa (a la izquierda del Guadiana), RL II, 45, y safões en Santa Margarida (Beira), RL II, 252.
Este vocablo, a pesar de su gran interés, no, ha atraído a los etimologistas. Sólo Eguílaz (p. 521) habló de él, limitándose a derivarlo del hispanoárabe çicán (pi. çicanít), con que PAlc. traduce çahón, y agrega que la frase Ǥulûd siqanât wa sabâbiƫ ‘cueros de zahones y zapatos’ se encuentra en una escritura alménense de fines del S. XV. Nada más se conoce de tal vocablo en árabe1, de suerte que procede algo a la ligera el etimologista de la Acad. que ha emitido la conjetura de que siqân sea errata por *sifân. No hay una raíz arábiga s-q-n, y las acs. de s-f-n, Ɋ-q-n y Ɋ-f-n no tienen la relación más remota con los zahones. Para poder admitir dicha errata haría falta partir de la hipótesis de que PAlc., a pesar de escribir su vocabulario en caracteres latinos, se servía de un modelo en letras arábigas (de lo cual no tenemos indicio alguno), pues sólo entonces sería fácil comprender la mala colocación del punto diacrítico que explicara el cambio de f en q; y haría falta además que el escriba ignoto del documento almeriense hubiera incurrido casualmente en la misma distracción. Todo esto es inverosímil. Además, ni siquiera el imaginario *sifân ofrecería base adecuada para dar el vocalismo de zahón. Si este vocablo fuese de origen arábigo (lo que es casi imposible por falta de raíz), o transmitido por el árabe, habría que partir de una variante de la misma raíz con vocalismo diferente. ¿Se tratará de una palabra bereber, y habremos de echar no sólo el vocalismo, sino también la extraña correspondencia q = f (¿o = h?) en la cuenta de la fonética de este idioma? Acaso. Pero el plural, çiqanít más bien sugiere, por el contrario, un origen romance.
Y atendamos a otro punto notable: en el alto Aragón, en Álava y en Miranda de Duero, o sea en las zonas donde la -F- está más firme, es precisamente donde no hay huellas ni de -f- ni de -h- o aspiración, y por el contrario encontramos una -g- que coincide extrañamente con el q arcaico del mozárabe. Es más, el vocablo existe en el vasco del Roncal, donde Azkue lo recogió en dos pueblos, también en la sorprendente forma zagon, para un «impermeable rústico, trozos de cuero con que los pastores, sobre todo, cubren los muslos en días de lluvia». ¿Del árabe vendría una palabra tan rústica, nombre de un objeto tan primitivo y agarrado al terruño, y vivo en el Norte de España más que en parte alguna? Tenemos ya motivos de sobra para mostrarnos incrédulos. Tanto más cuanto que el vocablo encuentra asidero en elementos genuinamente vascos, ante todo el vasco general zagi ‘odre, pellejo para vino’, y luego zagito ‘bota, odre pequeño’, zagiki ‘pedazo de odre’, zagita ‘pedazo de tela que se ponen las costureras en el sobaco’. Aunque zagon sólo se haya encontrado en el vasco del Roncal2, es probable que no sea romanismo (Ansó, Biescas y Torla son casi tan vascos de vocabulario como el propio Roncal) y que el sentido básico de zagi y zagon sea ‘cuero’. El paso de zagón a zaón es natural, y atiéndase que en un texto aragonés del S. XIV, como es el glos. del Escorial, apenas hay posibilidad de mirar una h como aspirada. Seguramente debió de serlo, en cambio, en Nebr. y en alguno más de los textos citados, y de esta pronunciación procederá la forma aportuguesada safões, sólo empleada en zonas de tanto influjo castellano como el Alentejo y la Beira Alta. Pero la aspiración de zahones no es más sorprendente que la de cohombro CUCUMEREM, cohete, cohollo, rehilar, truhán y otros casos interiores, donde se ha aspirado y se aspira, con tan poco fundamento etimológico como en nuestra palabra: la -f- del port. dial. safões no tiene más valor que la de cofete (foguete). Contribuiría la etimología popular, de zafo y zafio, y quizá sobre todo el port. ceifões ‘segadores’, puesto que los zahones son, en Cespedosa y otras partes, propios de segadores: de todos modos, esta etimología popular es evidente en la forma port. dial. ceifões ‘zahones’, de la cual es pronunciación local el sêfões de Serpa. En conclusión, es muy probable que tengamos aquí una vieja reliquia iberovasca, cuya velar -G- etimológica se conservó con poca alteración en el mozárabe çicán: el ensordecimiento es natural en este dialecto, y tampoco puede sorprender la fuerte alteración vocálica en un dialecto arabizado.
DERIV.
Zahonado [Aut.].
1 Dozy, Suppl. I, 664a. Nada en Simonet, Beaussier, Lerchundi, Tedjini, Bocthor, Belot, etc.― ↩
2 Nada en Van Eys, Lhande, Larrasquet. Evidentemente, un objeto arcaico en vías de desaparición. ↩