ZABRA, también azabra, del cat. atzaura, y éste del ár. záȬraq ‘barca’, ‘barco pequeño’ voz de origen extranjero en este idioma.
1.ª doc.: h. 1270, Partidas.
En catalán ya leemos atzaura en el siglo XIII, en la Crónica de Jaime I: «vengueren xii galees e vi atzaures del rey de Túniç» (ed. Aguiló, p. 264), y azaura «tartane, barque sarrasine» aparece en la Vida de Sant Honorat del provenzal Raimon Feraut (princ. S. XIV); el modelo latino de ese texto (1240-1300) ya trae zaura como nombre de una nave de piratas sarracenos (BliZRPh. XXXII, 102). El origen árabe ya fué indicado por Eguílaz, Antoine Thomas (Rom. XLI, 58), Neuvonen (pp. 225-6) y yo mismo (BDC XXIV, 65-66). Era voz usual en el árabe de España, pues záȬraq figura traducido «barca, navis», y con la glosa catalana zaura en R. Martí (S. XIII), y PAlc. escribe «zauráq: barca»; también era usual en el África medieval, pues el derivado zaȬraqî = lat. os naviculare figura en el glosario que puso Abenalhaxxá a la obra del gran anatómico Razí (Dozy, Suppl. I, 588b); por lo demás, hoy no figura en dicc. del habla popular africana (falta Dozy, Beaussier). Pero záȬraq «navis parva, cymba» figura en el léxico del árabe clásico que recopiló el persa Fairuzabadí en el S. XIV, y el plural zawārîq se halla ya en el gran poeta persa de lengua arábiga Abulfaraɏ (S. X); por lo demás, asegura Freytag (II, 234) que es voz extranjera en árabe, y bien podemos creerle, pues lo revela así su misma estructura y la falta en árabe de una raíz adecuada. La aparición en autores persas sugiere que fuese voz de este idioma, y en efecto záȬraq se emplea en persa con el sentido «a ship, boat, gondola, bark, yawl, skiff», pero si hemos de prestar crédito a Steingass sería de origen arábigo en persa. Me falta competencia para averiguar cuál de las dos cosas es cierta, pero es bastante seguro que en árabe hubo de tomarse de una lengua asiática (o a lo sumo del Oriente de África). En romance, el tratamiento del vocablo presenta singularidades chocantes, que ya llamaron la atención a Neuvonen: no son comprensibles ni el cambio de Ȭ en b, ni la pérdida del -q, ni el acento en desacuerdo con la acentuación vulgar (señalada por PAlc.), que es la que suele predominar en los arabismos romances. Esto y el carácter extranjero del vocablo en árabe podrían hacer sospechar que el iberorromance lo tomara de otro idioma que el árabe, que sólo podría ser el bereber, pues la inicial catalana atz- revela de todos modos inequívocamente una procedencia africana. Pero todas las extrañezas desaparecen si admitimos que en castellano y en portugués se tomó del catalán, según ocurre con tantos términos náuticos, y que el catalán lo tomó del árabe en fecha bastante antigua, antes del traslado del acento. La perdida del -q final (fonema muy posterior, casi gutural, y difícil de imitar por gente de habla romance) se da en otros arabismos catalanes (tabà, alambí: BDC XXIV, 42), y así nos explicamos la sustitución de la Ȭ por -b- en cast., según el modelo de tabla = cat. taula, libra = cat. lliura, labrar = cat. llaurar, etc.