VIUDA y VIUDO, de los lat. VէDŬA y VէDŬUS íd.
1.ª doc.: bibda, Cid; viuda, doc. de 1201 (Oelschl.), Berceo, etc.; biudo, Nebr.
La historia fonética del vocablo en lengua catalana es bastante parecida, aunque ahí el tipo etimológico vídua es algo más frecuente en lo antiguo: R. Lulio, Doctrina Pueril (p. 218), Meravelles (N. Cl. II, 46); Vidas de Santos rosellonesas del S. XIII (fº 20); Eiximenis (N. Cl. VI, 28); Bernat Metge, Valter e Griselda (N. Cl., 36.9); Costumbres del Valle de Áneu, princ. S. XV (RFE IV, 46), y otros que pueden verse en Ag. La forma metatizada viuda, que en catalán se ha acentuado siempre en la i, y no ha tenido variantes con u consonantizada, acabó por ser también la predominante en este idioma; desde luego es la única que se oye en la actualidad2, y la restauración que algunos han intentado modernamente del antiguo vídua es empresa tan poco motivada en la historia del idioma, como desprovista de posibilidades de éxito. Viuda es ya muy corriente en la Edad Media, y en manera alguna puede achacarse a influjo castellano, puesto que aparece desde el S. XIII: Costumbres de Tortosa (ed. Oliver, p. 77 y otros pasajes), Corbatxo (BDLC XVII, 120), Consolat de Mar (ed. Moliné, p. 215), Eiximenis (Doctr. Compendiosa, 71, 122), Curial (ed. N. Cl. I, 105; ed. Par, 1875, 11945, 15092, contra un vídua 8035), Jaume Roig (vv. 6869, 9321, 9539, 12805, asegurado siempre por la medida del verso), y V. otros de Isabel de Villena y del Tirant en BDLC XI, 324-7, y en Ag. Es bastante seguro que en el antiguo vídua actuaría el influjo latino en el mantenimiento de la u al final3. Existió también un tratamiento rigurosamente popular, según el cual VIDUA pasó a *vidva, de donde viuva, con vocalización catalana de la D, forma que Ag. documenta un par de veces en un arcaico documento mallorquín, y que luego pasó a vilva, como otras veces escribió Lulio: Meravelles, N. Cl. III, 120 (impreso erróneamente vílua); forma que sólo indirecta y secundariamente viene a coincidir con el leon. ant. vilva ya citado; es probable que el cat. mod. viuda salga del viuva antiguo por influencia del latín de los textos legales. También pudo la D postónica cambiarse en -s- sonora, como es normal tras el acento, según se ve por el masculino viso documentado en las Vidas de Santos del S. XIII (fº 20vºl).
También en gallegoportugués se había llegado desde antiguo al resultado viuva: en las Cantigas («h?a dona viuva» 241.12, 15) y en el coetáneo A. Eanes do Cotón, también gallego, donde se nota la pronunciación trisilábica con acento en la u: «a dona que m’assi faz andar / casad’é, ou viúv’ou solteira» R. Lapa, CEsc. 36.9. Hoy sigue diciéndose viuva y viuvo en portugués, mientras que en gallego ha sucedido lo mismo que en catalán, y si bien IrmFa. todavía preconizan el uso de viuva o veuva, los diccionarios como Carré y Eladio Rdz. sólo recogen ya viudo, viuda, y así lo pone un escritor tan castizo, aunque realista, como Castelao: «aínda teño que ser a viuda dun vello» 290.5, y en una copla de índole popular nos muestra que es trisílabo con acento en la u: «que vas a quedar vïúda se podo casar contigo» 287.2f.
Esto nos conduce a hablar del masculino VIDUUS. En todas partes este vocablo es mucho más tardío que el femenino, que le sirvió indiscutiblemente de modelo. Existe un nombre indoeuropeo común de la ‘viuda’, que se extiende desde el sánscrito, por el eslavo, el báltico y el germánico, hasta el latín y el céltico; en los idiomas más antiguos ni siquiera existe, o por lo menos no se documenta, un nombre del ‘viudo’, en los demás su forma muestra señales evidentes de ser una creación secundaria a base del femenino: ingl. widower [S. XIV o XV, frente al fem. widow, que ya es ags.], alem. witwer (sólo desde el alem. med., y poco extendido, en los dialectos, donde se vacila entre esta forma y witmann o witling), lat. viduus, oc. mod. veuse; vid. Ernout-M. y Kluge. Igual ocurre en romance: en francés el femenino veve (hoy veuve) aparece por lo menos desde el S. XII (y creo antes), y sólo desde el XIV empieza a encontrarse una expresión homme veve, mientras que el moderno veuf data solamente del XVI. En castellano no conozco testimonios de viudo anteriores a fines del S. XV (Nebr.). Luego no es de extrañar que el cat. moderno viudo sea forma rehecha según el femenino. Nótese que ni en Ag. ni en mis copiosos ficheros aparece testimonio de este masculino ni de otro alguno en todo el período medieval, fuera del caso de viso, completamente aislado, que he citado arriba; viudo aparece por primera vez en el Vocabulari Català-Alemany de 1502, y en otros de esta centuria. No hay por qué pensar en influjo castellano. El resultado fonético castizo de VIDUUS, suponiendo que esta forma se conservara siempre, había de ser visu (o viso, como escriben dichas Vidas), o en forma más culta vidu: ahí no podía haber metátesis. Pero este divorcio entre vidu y viuda podía mantenerse tanto menos cuanto que este último es infinitamente más usado: de ahí que por influjo del femenino se cambiara vidu en viudu, que inmediatamente pasaría a viudo (allí donde las dos pronunciaciones se distinguen), por ser muy raros y poco populares los vocablos en -u; los en -o, en cambio, abundan aun en catalán, y aun contando sólo los castizos y antiguos (carro, verro, porro, morro, ferro, etc., cuiro, suro, toro, moro, motllo, etc., a los cuales después se agregan monjo y análogos). La fecha tardía y el carácter secundario del masculino son, pues, generales: en lengua de Oc, junto a cerca de un centenar de ejs. medievales del femenino (vezoa, veuva, veva, pero también vidua y bepda, más semejantes a los ibéricos, vid. Levy), no se conoce ni siquiera uno del masculino. Y se comprende que así ocurra en todas partes; por un lado por razones psicológicas, pues el viudo socialmente inspira menos lástima e interés que la viuda; también por razones legales: como pone de relieve Bloch, los códigos y costumbres se preocupan de la protección de ella, necesaria sobre todo en la Edad Media, y también de su vigilancia (por si está encinta, o por los efectos civiles que puede surtir su nuevo casamiento, y eventualmente aun su infidelidad pasajera), mientras que nadie regula ni fiscaliza el estado del viudo; finalmente las viudas abundan siempre algo más que los varones del mismo estado.
Abundan las acs. secundarias, como zamor. viuda «flor morada: Scabiosa atro-purpurea» (FD); viuda loca, A. Alonso, El Probl. de la L. en Amér., 164; viudita ‘pájaro: Hymenops perspicillata’ arg. (Alonso, l. c.; Mendilaharzu, La Prensa, 29-IX-1940). Para fraseología: Cej., IV, § 121.
DERIV.
Viudal o vidual. Viudedad [Calderón]. Viudez [b-, Nebr.]. Enviudar [envidvar, h. 1400, glos. del Escorial], que alguna vez se dijo biudar [«b. de marido: viduo» Nebr.].
1 Otro pasaje de Berceo donde se ha creído ver el vocablo es muy inseguro que lo contenga. Los demonios que tratan de quemar a San Millán, al fracasar el intento se pelean, y acaban «las fruentes mal batidas, las barbas socarradas, / nunca vidiestes bebdas tan mal descapelladas» (220d). Tampoco tenemos ahí mss. antiguos. Teóricamente es lección posible, dada la cantidad breve de la I latina, y de hecho según el glosario de A. de los Ríos en su ed., hay una forma veuda en el Marqués de Santillana, lo cual sería útil comprobar. Pero en el S. Mill., la voz bebdas puede igualmente significar ‘mujeres borrachas’ con arreglo al contexto, y entonces sería la antigua forma normal de beodas.― ↩
2 Aun el alguerés pronuncia víura (con un masculino víut), AORBB V, 171; VII, 75. Claro que no es castellanismo en Cerdeña, ni menos italianismo o sardismo, puesto que las formas de estos idiomas son totalmente distintas.― ↩
3 En castellano la conservación de la -D- es conforme con la fonética histórica, y en cuanto al mantenimiento de la է sin cambiarse en e, lo mismo en cast. que en los otros dos romances ibéricos, se debe a la metafonía causada por la ⺄ (comp. igual AEQUALIS, mingua MէNŬA) y es regular. En general las formas de todos los romances parecen tener tratamiento hereditario, pero el caso del cat. es revelador, y natural por ser el de ‘viuda’ un concepto muy influido por la ley romana o consuetudinaria. Es posible que en otras lenguas hermanas, sin excluir el castellano, tenga también carácter semiculto. ↩