VIAJE, ‘oblicuidad de la superficie de un muro’, del cat. biaix ‘sesgo’, del mismo origen incierto que el fr. y oc. biais íd.; quizá el verbo oc. biaissar ‘apartarse’, ‘claudicar’, ‘oblicuar’, derivó de aissar ‘inquietarse, quejarse’, lat. ANXIARI, y de ais ‘asco, disgusto’ (lat. ANXIA), con el prefijo peyorativo BI(S)-, tomando primero el sentido de ‘asquearse’, de donde ‘desviarse’; de biaissar derivaría luego biais ‘oblicuidad’.
1.ª doc.: Aut.
Frente a lo escaso de esta representación del vocablo en castellano y en portugués (pues esto es a lo que se reduce todo su legajo en estos idiomas), contrasta lo popular, general y vigoroso de su empleo en catalán, lengua de Oc y francés, en los cuales es el único vocablo usual para decir ‘sesgo, oblicuo’. En catalán sólo se emplea el sustantivo biaix ‘sesgo, oblicuidad’, a veces ‘dirección determinada que se da a un asunto,’ y otras acs. figuradas: es ya frecuente en el primer siglo del idioma literario y se encuentra varias veces en Lulio, sobre todo en las locuciones de biaix y en biaix ‘al sesgo’, que hasta hoy constituyen el empleo más frecuente del vocablo: «un mestre gità per una finestra una neula, la qual en biax se moch tota hora tro a la terra... la neula, cor és prima e ample, cau per l’àer de biaix» (Meravelles, ed. N. Cl. II, 17); V. otros del mismo autor y de todas las épocas en Alcover. Menos corriente es en catalán el verbo biaixar, hoy transitivo por ‘cortar al sesgo’, aunque mucho más se dice hoy esbiaixar, pero aquél está ya, empleado intransitivamente, a med. S. XV, en el Curial: «e com se ferís... no entrà dret lo coltell, ans biaxà per la mamella esquerra, e no li entrà en lo tou del cors» (N. Cl. III,; 119).
En lengua de Oc biais no es hoy ni más ni menos vigoroso que en catalán, pero en la Edad Media llama la atención su gran frecuencia y riqueza semántica en los trovadores, en los cuales ya es frecuente desde med. S. XII (Ventadorn, Peire Vidal, Raimbaut d’Aurenga, etc.). En francés la aparición de biais es más tardía: no logro fecharla con seguridad hasta med. S. XIV, en G. de Diguleville y en Oresme, y aunque también aparece en tres fabliaux, que podrían ser del S. XIII, también podrían pertenecer al XIV (vid. Tobler y God., Suppl.). Sea de ello lo que quiera, es seguro que en el Norte de Francia es palabra más tardía que en el Sur, y, en efecto la vieja expresión francesa parece haber sido beslif (OBLզQUUS con cambio de prefijo); como nota Wartburg, el vocablo presenta mayor desarrollo hasta hoy en los dialectos occitanos, y mayor riqueza semántica en la Edad Media, por lo cual parece seguro que desde la lengua de Oc se propagó al francés.
La etimología de biais y afines ha constituido un viejo tropiezo, que los romanistas se han esforzado por eliminar, con tanta insistencia como poco éxito. Diez (Wb., 51) quería partir de un adjetivo BէFAX ‘que mira en dos direcciones’, sólo documentado por lo demás en las glosas isidorianas, y aunque la pérdida de la -F- podría justificarse por disimilación, la etimología es imposible fonéticamente, pues BIFACEM habría dado oc. *biatz, cat. *biau (partir del nominativo sería injustificable). Así lo subrayó con razón Ant. Thomas (Essais, p. 256), y en su lugar proponía vagamente un *BIANSIUS derivado de ANSA ‘asa’; pero éste no sólo era impracticable semánticamente, sino que también tropezaba con la fonética, pues -A(N)SIUS habría dado -és y no -aix en catalán, y las formas occitanas biaissa y biaissar prueban también que el étimo, cualquiera que sea, habría de tener -SS- doble o un grupo de consonante más S. E. Bourciez (Rev. de Phil. Fr. XVI, 302; XVIII, 68-69) propuso un *BIFASIUS, variante de BIFARIUS ‘doble, de dos lados’, que además de chocar con el mismo obstáculo fonético y de ser forma de existencia muy poco verosímil1, tampoco convence en el aspecto semántico (según Bourciez, porque una línea oblicua va por los lados a derecha e izquierda). Quizá la idea más descabellada es la de Brüch (Neuphil. Mitteil. XXII, 117-8) de partir del gr. Ɔπικάρσιος ‘que se precipita’, ‘oblicuo, transversal’, que se habría latinizado extrañamente en *BէGARSէUS, y de ahí oc. biais; lo menos que se puede decir de esta idea es que es imposible fonéticamente (Gamillscheg) o inverosímil por artificiosa (M-L.) o dudosa (Bloch), y sería incomprensible que la apadrine Wartburg (FEW III, 230; Bloch, 2.ª ed.) si no fuese porque apoya su idea favorita (pero inaceptable) del considerable influjo lingüístico de las colonias griegas en el Sur de Francia; en realidad, el que esta palabra, indocumentada en latín, pudiera dar el oc. biais y sus congéneres es algo que tropieza con toda clase de inverosimilitudes fonéticas y geográficas2.
Hay en fin la etimología de Holthausen (ASNSL CXIII, 36), Spitzer (ZRPh. XLV, 26n.) y Liljeholm (Mél. Vising 1925, 248, trabajo que siento no tener a mi alcance), que proponen un *BէAXէUS, derivado de AXIS ‘eje’, lo cual por lo menos tiene el mérito de ser irreprochable fonéticamente3, y aun tiene gran verosimilitud semántica a primera vista: recuérdese la definición arriba citada de Baíls de lo aviajado como lo que se aparta de la dirección del eje, y el valor peyorativo del prefijo romance BIS- (del cual BI- es variante), que Spitzer ejemplifica oportunamente en casos como à besloi ‘deslealmente’, beslif ‘oblicuo’, bescaire ‘sesgo’, beslong, biscornu, bistourner, bescousse, bestondre, bestordre, besjugier, bestencier, cast. bisojo, vislumbre, vislay, etcétera.
En una palabra, * BէAXէUS es ciertamente la explicación más verosímil que hasta ahora se ha propuesto, y es natural que los tres etimologistas al parecer la hayan imaginado independientemente, pues por mi parte también había pensado en ella antes de conocer sus trabajos. Y sin embargo precisamente la facilidad con que se presenta esta idea al hombre culto moderno me lleva a desconfiar; el pensar geométrico es hoy natural en nosotros, la idea del eje de un ángulo es elemental para todo aquel que haya hecho el bachillerato moderno; también lo era, claro está, para la gente verdaderamente culta entre los antiguos, y asi, si nos encontráramos ante una voz técnica, ante un término de matemáticos o aun de albañiles, todo me parecería claro. Spitzer, MLN LXXIV, 137-8, insiste en la idea BI-AXIUS, agregando nuevos argumentos. En conjunto su idea no me parece nada convincente; nadie desde luego estará de acuerdo con su afirmación de que la falta de nociones geométricas y en particular el carácter impopular de la idea del eje geométrico significaría falta de inteligencia de la gente del pueblo.
El ambiente en que nos aparece biais no tiene nada que ver con matemáticos o albañiles, sino que es ante todo término de la casuística amorosa de los trovadores. Que desde allá se pudo llegar hasta aquí estaría dispuesto a admitirlo también, pero de todos modos sería muy extraño que no queden huellas del tal *BIAXIUS, creación de los geómetras antiguos, ni en latín clásico, ni en el latín tardío ni en bajo latín. Esto me parece poco menos que imposible4, y así creo que sería más prudente atenernos al ambiente real en que encontramos el vocablo, el poético y abstracto en que se mueven los Ventadorns y Faidits. Veamos si algunos ejs. nos sitúan mejor: Raimbaut de Vaqueiras acusa a su amada «pus vei que vai de biais; ni te autra via», y su tocayo de Aurenga se lanza la acusación a sí mismo «ar vau dretz et ar en biais», de ahí la frase frecuente ses biais ‘imparcialmente’: «car amatz Dieu e bonas gens onratz / e ses biais en totz afars renhatz». Mucho más abstracto es todavía biais en el sentido de ‘inconstancia’ o ‘desamor’, en que llega a ser, en muchos ejs., un verdadero antónimo de la amor o fina amor: «els van dizen qu’amors torn’en biais» Ventadorn, «pels tortz que las domnas fan / torna domneys en biays, / que tan li mostron d’enjan / per que·l plus fis drutz s’irays» Raimon de Miraval (Mahn, Gedichte, 1096.3), y como adjetivo «greu pot aver jauzimen / de dreit’amor drutz biais, / qu’ier se det et huoi s’estrais» íd. (íd. 1090.5). Aunque no falta algun caso medieval en que biais ya tiene el sentido que podríamos llamar «geométrico» («pos tenc ma carriera / no·m biais: / ves Rochachoart m’eslais» Bertran de Born), los sentidos morales y abstractos se presentan con mayoría abrumadora: «paraulas biaisas», «motz e rimas biaissas ni falsas» Donatz Proensals, «fas serventés ses biaissa» Augier, «m’en tol mon dret e mon biais» trovador anónimo, «totz lo mons torn’en tal biays / qu’ier lo vim mal et huei pejor» exclama repitiendo una queja eterna Peire Vidal; etc.
Y sobre todo el importante y frecuente verbo biaissar, que ya hemos visto empleado por Bertran de Born y del cual hay media docena de ejs. en Raynouard; cito el contexto de algunos, que nos puede guiar: Raimon de Miraval se queja de que la hermosura de su infiel amada previene a todo el mundo contra sus quejas, y él mismo se avergüenza de acusarla: «mas mentir n’ai per lo cays: / cum plus en vauc cossiran / no conosc qu’en re·s biays; / be·n puesc doncs dir, mas non als / quar sa beutatz naturals / e·l gens parlars l’a meza en tal ressó / qu’om que·ylh vol mal non troba companhó!» (Mahn, Gedichte, 1096.6): el sentido de se biaissar es, pues, aquí ‘pecar, claudicar’; algo más material, pero siempre de sentido amoroso, es en Gaucelm Faidit: «la belha sap e ve / que mi ni mon talan / no lueng de sa mercé / ni·m cambi ni·m biays» (Mahn, 466.3), y en Augier: «mais prez’una vielha saissa / que non a ni carn ni craissa /... / que la genta / covinenta / on bos pretz s’eslaissa, / fina, francha, / frescha, blancha, / d’on jois no·s biaissa» (Mahn, 578.1).
Tenemos ahí la terminación -aissar, que sugiere uno de los innumerables verbos en -IARE, luego es bueno no apartarnos del verbo y ver si, mirando el sustantivo y adjetivo como postverbal, tenemos más éxito que otros etimologistas. Y tratando de conservar el análisis bi-aissar, que de todas maneras me parece asegurado, ¿qué queda? Queda un verbo occitano conocido: aissar «s’inquiéter, se chagriner, se plaindre», de ANXIARI, que además tiene junto a sí los sustantivos aissa «souci, plainte» y ais «dégoût, ennui». Bis- o bes- es peyorativo, indica una acción mal hecha, una mala acción: bescantar «médire, diffamer», bescomtar «faire un faux calcul», bessilhar «périr» (de bi-essilhar EXILIARE), bissestar «se flétrir», bistensar «retarder, troubler», bistentar «s’arrêter»; nótense especialmente bislengós «double, faux» y bescaire «forme biscornue, biais». Luego el amador que se bi-aissa es el que a fuerza de ansiedad o de deseo (por celos o por inclinación liviana) se aparta de lo justo, y así claudica o es inconstante. Puesto que ais es «dégoût, ennui», el verbo se biaissar sería propiamente ‘disgustarse o asquearse de algo’, y luego ‘desviarse, apartarse’, comp. port. afastar-se ‘asquearse’ > ‘apartarse’ (aquí, s. v. HASTÍO).
Como en otros tantos casos, lo concreto saldría ahí de lo abstracto, la oblicuidad se compararía con un apartamiento de la recta moral. Recuérdese el doble sentido del alem. schief ‘oblicuo’ y ‘equivocado, malo, fracasado’; el ingl. med. schrẹnchan ‘engañar’, ags. screncan ‘poner obstáculos’, junto al a. alem. ant. skrẹnkan ‘oblicuar’, ‘defraudar’, alem. schräg ‘oblicuo’; y en castellano mismo no se olvide el origen moral de sesgo ‘oblicuo’ junto a sesegar, sosegar, y la derivación de soslayo del verbo fr. ant. s’eslaissier. Apartémonos, pues, de la geometría, que poco papel tuvo en la mentalidad popular y antigua, y atengámonos a la ideología moral, siempre presente en la mente humana.
DERIV.
Esviaje; enviajado; aviajado; V. arriba.
1 El autor cree que BIFARIUS se tomó del gr. ƌιưάσιος (lo cual no parece ser cierto), y que pudo subsistir una forma *BIFASIUS sin rotacismo. Otros lo han interpretado como un cruce de la voz latina con la griega.― ↩
2 Que la E- pudo caer, la է conservarse excepcionalmente y la -P- y la -C- sonorizarse ya en latín vulgar, son cosas quizá posibles individualmente, pero bastarían para quitar toda verosimilitud a una etimología donde las cuatro anomalías se hallan juntas. Pero además es inaceptable en occitano la pérdida de la R, y la de la -G- lo es en la mayor parte de los dialectos. Empieza por ser problemático que la -G- se pierda en languedociano, como aseguran Brüch y Wartburg; si acaso en dialectos septentrionales. Ya reconoce Wartburg que deberíamos admitir la propagación desde un dialecto occitano a los demás. Pero habría contradicción flagrante entre la introducción desde las colonias de la costa y la generalización de una forma occitana norteña. Por lo demás nótese que Ɔπικάρσιος es palabra ajena al griego común, propia sobre todo de Homero y Heródoto (reaparece esporádicamente en algún autor poco castizo de baja época: Polibio, Opiano), que se cree derivado de la palabra épica κάρ ‘cabeza’. En fin, el sentido real de Ɔπικάρσιος como vemos en Heródoto I, 180.10, no es ‘oblicuo’ sino ‘perpendicular, transversal’.― ↩
3 La afirmación de Wartburg, de que si el hiato BIA- fuese antiguo debiera haber diptongo, es arbitraria. ¿Hay por ventura diptongo en viatge, enviar, viola ‘violeta’, triar, etc.? (los trovadores emplean todas ellas con diéresis). Sin embargo, son palabras populares que nunca tuvieron consonante que deshiciera el hiato. Así es regular en sílaba inicial.― ↩
4 No deja de haber también cierta contradicción entre el carácter culto del AXIS geométrico y el vulgar del BI(S)- peyorativo. Y si tomáramos BIS- en su sentido etimológico, difícilmente llegaríamos a ninguna parte. ¿Biais = lo que tiene dos ejes? ¿Serían acaso las coordenadas y las abscisas?. Pero así, al pasar de lo geométrico a la trigonometría, se agrava todavía la inverosimilitud. ↩