VENCEJO II, ‘Cypselus apus’, alteración del antiguo oncejo íd., por confusión con el anterior; oncejo está relacionado por una parte con el cast. ant. onceja ‘uña’ (lat. vg. *ŬNCէCŬLA, derivado de UNCUS ‘ganchudo’ y ‘gancho’), y por otra parte con el cat. y arag. falcilla, fr. dial. faucille, langued. faucil ‘Cypselus apus’, derivados de FALX ‘hoz’, por la figura arqueada del vencejo; es incierto cuál de estas dos es la etimología verdadera, probablemente la segunda, y el influjo de onceja se reduciría a alterar una forma arcaica cast. *hocejo (derivada de FALX como el nombre catalán) en oncejo.

1.ª doc.: oncejo, h. 1335, Juan Manuel.

Dejó sentado este origen García de Diego en uno de sus mejores estudios etimológicos (RFE XV, 234-9), al cual remito para muchos detalles que no será preciso repetir. Por lo pronto, que vencejo como nombre de pájaro no puede venir de vencejo ‘atadura’ (como todavía dice el REW 9339, citando un port. vencelho ‘gavilán’ que me es desconocido) es claro, no sólo por razones semánticas, sino también gracias a la forma antigua oncejo, que tiene evidentemente este sentido en el Libro del Cavallero de Juan Manuel: «las que son cazadas... las codornices, et las tórtolas, et las golondrinas, et los aviones et los oncejos» (RF VII, 504; comp. Rivad. LI, 251a). Emplea todavía esta forma el naturalista Marcuello (¿arag.? ¿S. XVIII?) citado por Aut., el derivado oncejera está en Mz. de Espinar (h. 1640), y oncejo se dice todavía en partes de Aragón (dicc. de Peralta)1 y según G. de Diego en la Rioja y en Soria.

Sin embargo pronto predomina vencejo, que ya encontramos en Pedro de Berague (fin S. XIV): «bien se mostró ser espejo, / dar consejo sin trebejo, / nunca bi preso bencejo / que bolase» (Tratado de la Dotrina, ed. Rivad. LVII, copla 42); está traducido por celidon (‘golondrina’) en el glos. del Escorial; Nebr.: «vencejo o arrexaque, ave: cypselus»; Cej. (IV, 449) cita «los que llaman arrejaques o vencejos» en Juan de Pineda, y «cebo o lazo allí dispuesto / para cazar los vencejos»; ésta es la forma que prefieren Covarr. y Aut., donde se pueden ver otras citas clásicas.

La alteración del antiguo oncejo en vencejo se explica en definitiva por confusión de los dos homónimos, facilitada seguramente por formas intermedias *voncejo o *encejo (comp. cat. encí, parte del yugo, alteración de UNCINUS), fáciles de comprender fonéticamente. Que el nombre del oncejo indica etimológicamente algo curvo parece asegurado en vista de los numerosos paralelos de idiomas afines: arag. falcino ‘vencejo’ (Borao; para variantes, GdDD 2657), Litera falcilla (Coll y A.), Venasque falsilla (Ferraz), Gistaín y Bielsa falcilla, Plan faltilla, Ansó valcino (con influjo de la v- de vencejo: BDC XXIV, 170), cat. falcilla o falcia (general en todo el territorio lingüístico)2, Toulouse, Tarn, Quercy faucil (Visner, Gary, Lescale), fr. dial. faucille (Rolland, Faune II, 325); especialmente demostrativos por tratarse de raíces completamente distintas, aunque del mismo sentido, son el gr. ƌρεπανίς ‘Cypselus Apus’ (> rum. drepneà), derivado de ƌρέπανον ‘guadaña’, ‘podadera’, y el cast. arrejaque (arrecájele, etc.) que designa el Cypselus, pero propiamente es palabra arábiga que todavía en cast. vale «garfio de hierro con tres puntas torcidas, que se usa en algunas partes para pescar». Es, pues, indudable la tesis de G. de Diego de que hay una relación entre oncejo y el cast. ant. onceja, empleado repetidamente por Berceo, en el sentido de ‘uña’, ‘garra’: «metió la madre vozes a grandes carpellidas / tenié con sus onçejas las massiellas rompidas» Mil., 364b, «sirvié al Criador con todas veynt onzejas, / con piedras e con manos, con voca, con orejas» S. Mill., 124a. Aunque M-L. (Roman. Namenst. I, 65) supuso que este vocablo viniera de un *ŬNGէCŬLA derivado de UNGUIS ‘uña’, la existencia del oc. onça, fr. ant. once ‘falange de los dedos’, *ŬNCĔA, y la del grupo del it. uncino, cat. encí, port. encinho ‘gancho’ UNCINUS, me parecen apoyar mejor la etimología *UNCICULA de UNCUS que admite G. de Diego, pues no hay otra huella de UNGUIS en romance3.

Lo que desde luego me parece mucho menos seguro es si ésta relación entre oncejo y onceja es realmente etimológica, como sostiene este erudito, o se debe solamente a una etimología popular. La declaración de F. del Rosal de que el nombre arrejaque se explica «por tener en cada pie para adelante tres uñas iguales de estraña fuerza en aserrar lo que con ellas prende», y la de Covarr. de que el val. falcia es debido a «tener las uñas corvadas a modo de hoz», son sospechosas por provenir de etimologistas que andan justificando una teoría etimológica; el propio García de Diego negó anteriormente (RFE VI, 288) que hubiera relación con las uñas del vencejo (que pocos han tenido ocasión de examinar y así no es fácil que sirvieran de base a un tipo de denominación tan universal) y afirmó que tales nombres se aplicaban a estas aves por la forma de sus «alas finas, largas y curvadas como una hoz».

Realmente, ¿quién no ha notado la figura arqueada del vencejo revoloteando en el cielo en días de primavera? Y nótese que las denominaciones citadas, romances, griega y árabe, no aluden a uñas, sino con notable insistencia a una hoz, guadaña u otra herramienta de forma curva. Luego hay poderosas razones semánticas para insistir en la etimología hocejo derivado de hoz, que G. de Diego trató de rechazar en su segundo artículo, y sospechar que la intervención de onceja ‘uña’ se limitó a la introducción de la -n- por etimología popular. El argumento ortográfico, que parece decisivo a G. de Diego, de la falta de f- y h- en la grafía de Juan Manuel, carece de fuerza cuando sabemos por las investigaciones de M. P. que importantes focos de pérdida total de la F- existían ya en el S. X, y mucho más en el XIV. Si además intervino onceja UNCICULA por etimología popular, claro está que la palabra había de figurar sin h- en Juan Manuel. En definitiva, pues, es posible y aun verosímil que vencejo (oncejo) sea lo mismo que el langued. faucil (< -ICULUM) y el arag. falcino, falcilla, aunque alterado en Castilla y en el Bajo Aragón por el influjo de onceja ‘uña’, muy fácil después de la pérdida de la F-; comp. oncete s. v. HOZ I.

DERIV.

Oncijera.

1 Por honcejo traduce falcia ‘Cypselus apus’ el valenciano Sanelo en el S. XVIII.―

2 Algunos dicen y sobre todo escriben falzia, por confusión con falzi(ll)a ‘culantrillo’ < FILICICULA. La eliminación de la -ll-, por disimilación tras la l, es normal.―

3 Además no sería fácil explicar la desaparición de la -U- en nuestro caso; y apelar a un influjo del duplicado ungere = unguere no sería probable semánticamente. Es verdad que la grafía onzeja apoyaría la idea de M-L., pues ésta es la única que figura en un ms. antiguo, A, del S. XIV (hay onçejas en I, O y R, pero los tres son copias del S. XVIII). Sin embargo no es apoyo suficiente, ya que puede quedar alguna vacilación en la representación de las dos sibilantes africadas en el S. XIV.