TÍTERE, origen incierto; en vista de los sinónimos cat. titella y prov. titè o tití, es probable que se trate de una imitación de la voz aguda ti-ti que con su lengüeta presta el titerero a sus muñecos.

1.ª doc.: h. 1560; 1604, Pícara Justina.

Aparece luego en el Quijote y el Licenciado Vidriera, en Oudin («marionnettes») y en Covarr., después en Sz. de Figueroa, en Vz. de Guevara (Fcha.), etc. J. E. Varey, RFE XXXVIII, 78-211, sin estudiar la etimología, aporta valiosa documentación histórica, sobre todo del S. XVII; el dato más antiguo es de h. 1560 (Bernal Díaz del Castillo).

Muy poco estudiado el origen del vocablo (nada en Diez, Körting, REW, Nascentes), por primera vez sugirió Figueiredo, en su dicc. portugués, que se tomara del fr. titre ‘título’ (sin dar explicaciones semánticas), etimología adoptada y defendida en forma muy seductora y con consumada habilidad por A. Castro en un fundamental artículo de MLN 1942, LVII, 505-10. Prueba el maestro con citas de Covarr. y Figueroa que los exhibidores de títeres solían ser extranjeros en este tiempo, y que la terminología de este juego teatral y otros semejantes ha sido de procedencia forastera en todas las épocas (polichinela, fantoche, guiñol, volatín, saltimbanqui, payaso, titirimundi). Agrega que los retablos famosos contenían con gran frecuencia historias sagradas y bíblicas, y cita el caso del fr. marionnette, quizá renovación del fr. ant. mariotte, mariole ‘clérigo que representaba el papel de la Virgen Maria en los autos medievales’. De ahí, fundándose en que, en lat. tardío y medieval, titulus significaba ‘iglesia’, pasa a deducir que el fr. titre se aplicaría a la caja a modo de edificio de madera donde se llevaban los títeres de asunto religioso, y, llevado a España por titereros franceses, el vocablo pasaría después a designar los títeres mismos. Esta argumentación no deja de ser convincente, y todavía puede apoyarse algo más recordando la Mojiganga del Titeretier de Avellaneda, que nos muestra en acción uno de esos titereros franceses del S. XVII, pronunciando las palabras «que vengan a ver al titeretero, / que vengan a ver al titeretier» (NBAE XVII, p. ccxcv). Agreguemos que el galicismo titre con el valor de título o invocación religiosa se encuentra en la Gr. Conq. de Ultr. (un cardenal del titre de Sant Marcos... otro cardenal del titre de Sta. Cecilia, 494b, ed. Cooper III, 115vb8).

No se me reproche, pues, que no he tratado de dejar solventado este problema apoyando la sugestiva conjetura del admirado maestro. Pero debo apresurarme a reconocer que el problema quedó lejos de estar aclarado, pues: 1.º es extraño que no tengamos prueba alguna de que titre significó en francés la ‘caja de títeres’ o por lo menos un local donde se dieran representaciones religiosas (hay un solo ej. donde parece designar una representación cómica). 2.º Tampoco nos consta que títere fuese jamás el nombre de la caja en cast. 3.º Ni siquiera está sentada la existencia de la ac. ‘iglesia’ en francés; y aun en latín, a juzgar por los testimonios de Du C., titulus designaba la parroquia o división eclesiástica de una localidad más bien que la iglesia en cuanto edificio. Resulta, por lo demás, no haber más que una prueba única de que se hayan hecho títeres en las iglesias, según Varey, art. cit.: una prohibición del Concilio de Orihuela de 1600; y a este propósito Varey habla (p. 208) de «leyenda». Sobre todo, por muy franceses que fuesen los titereros, el sancionar el nombre tocaba al pueblo español, y éste podía adoptar uno oído a los extranjeros exhibidores o bien podía sacarlo de su fondo patrimonial. Así es indispensable demostrar el hecho (o por lo menos la gran probabilidad) de que titre se empleara en francés con este sentido; de lo contrario habrá que examinar si títere no pudo ser una denominación autóctona española, lo cual no hace Castro.

No podemos desconocer las buenas razones que asisten a quien defienda la etimología onomatopéyica de Covarr.: títere sería imitación del ti-ti o sonido agudo de la voz que con su «pito» o lengüeta presta el titerero al muñeco que mueve. En efecto, otras formas romances, que escaparon a la atención de Castro, apoyan fuertemente esta opinión: en catalán ‘títere’ se dice titella1, forma que nos aparta resueltamente de titre, y si todavía se alega que podría ser deformación de títele, forma que tiene en francés arcaico la voz titre (pero entonces sería muy extraño que este arcaísmo francés del S. XII no apareciera en catalán hasta el XIX, y más extraño todavía el cambio de acento), es preciso dudar todavía más ante el prov. titè, marsellés titèi, Var titì ‘muñeca’. ¿No sugiere todo esto más bien una etimología onomatopéyico-expresiva? Las variantes locales de títere, ni descartan la etimología francesa ni menos todavía se oponen al origen onomatopéyico: Cespedosa títare (RFE XV, 139), port. títire (ya en Bluteau), val. títaro ‘títere’ [1656, BRAE XIII, 321], mirandés triteiro ‘payaso ambulante, comediante’ (no se emplea allí la voz títere: Leite de V., Est. de Philol. Mirand. II, 15). Esta variedad y escasa fijeza es muy propia de una onomatopeya. Sobre todo en el término cast. titiritero [titeretero], con su reduplicación, está denunciando una creación popular y espontánea2. Y el cat. dial. tiriziti ‘títeres que se hacen actuar en un Belén’, empleado en Alcoy (BDLC XII, 311), aporta nueva y sólida confirmación a esta etimología.

En suma, para apoyar la idea de Castro haría falta dar con documentación mucho más abundante y precisa. Y mientras esto no se haga, debemos inclinarnos hacia la explicación de Covarrubias.

DERIV.

Titerero [Cervantes, 1613] o titiritero (V. arriba); titeretada; titerista. Titirimundi ‘mundonuevo’ [Acad. 1899] no viene de títere, pero bajo el influjo de éste es alteración de tutilimundi, it. dial. tutti li mundi ‘todo el mundo (los mundos)’, nombre de un «retablo» más moderno.

1 Y en vco. tetele es ‘persona apática’ (b. nav.: Hazparren), ‘charlatán’ lab., «nigaud» en los tres dial. vco.-fr.―

2 La frase popular hacer títere ‘hacer gracia, gustar’, que Cuervo encuentra en España y en Colombia (Disq., 1950, 137-8), vale aproximadamente lo mismo que hacer tilín, otra creación elemental del idioma.