TRAMPA, ‘tabla que se abre en el suelo al pisarla’, voz común a los tres romances peninsulares, afín a la forma trapa que tiene el mismo sentido en port., asturiano, catalán y en los romances de Francia e Italia; ambas forman parte de una familia de palabras de raíz TRAPP- o TRAMP- que, con el sentido general de ‘pisar’, se encuentra en las lenguas germánicas y romances, y es antigua en aquéllas, pero no es seguro que el romance la tomara del germánico; el origen en definitiva es onomatopéyico, de la voz ¡TRAP! o ¡TRAMP! que imita el ruido de un cuerpo pesado en marcha.

1.ª doc.: 1505, PAlc.; el derivado tramposo ya en APal.

«Tranpa por engaño: taȟmîr» PAlc. (es decir, ‘acción de engañar, en una venta, etc.’); da también tranposo con traducciones de sentido correspondiente. En APal. encontramos ya «nebulo... oscuro y mentiroso y escarnidor y tramposo y engañoso» (298b). El sentido propio ya en C. de las Casas «trampa donde caen: calappio; trampa o jaula: trappola»; Percivale «a trap to catch with»; Oudin «une trappe, un trebuchet ou attrapoire, tromperie, ruse, finesse, fourbe, fallace, machination»; también en Covarr., y Aut. registra las varias acs.: «armadijo que se pone y usa para cazar algún animal o fiera: hácense de muchas maneras, unas en forma de red, otras con un tablón falsamente sostenido, para que en pisándole se hunda, y éste es el modo más propio y que regularmente se llama trampa», «qualquier engañoso ardid con que se intenta perjudicar a alguno», «ardid u artificio prohibido con que se pretende engañar a otro y ganarle el dinero», «deuda contrahida con engaño, dilatando su paga con esperas y ardides, procurando por este medio librarse o excusarse de darle satisfacción»; de la ac. propia da ej. en Lope: «eran en mis tiernos años mis virtuosos exercicios... luchar a brazo partido con los ossos, poner trampas y assechanzas a los astutos lobos», de las otras en autores del S. XVII, de la última en Quevedo «qué trampas se han desañudado, qué de empréstidos... se han reconocido». Por lo demás la definición de ésta envolvía un juicio moral demasiado severo para lo que realmente significa el vocablo, y así la Acad. la ha atenuado más tarde diciendo que es «deuda cuyo pago se demora», y todavía habría que advertir que no es preciso que la demora sea intencional y ni siquiera excesivamente prolongada: trampa en este sentido es vocablo afectivo que envuelve un matiz de desaprobación, pero éste puede ser leve y estar limitado a la cantidad de deudas contraídas, y ano a una ligera desproporción respecto de la capacidad económica del contrayente; así un caballero puede decir «pude sustentarme / onestamente, aunque haçiendo / algunas tranpas y deudas» Lope (El Marqués de las Navas, v. 1859): es decir, esta ac. figurada no parte de la de ‘engaño’, sino de la situación falsa en que se encuentra el deudor, a quien el suelo puede fallarle, como al que pisa una trampa; también se aplica, desde luego, a deudas fraudulentas.

En port., trampa y la mayor parte de sus derivados están anticuados, pero fueron muy empleados en el S. XVI, desde la primera mitad (Eufrosina, etc., en Moraes); es muy posible que sean voces genuinas, aunque no bien seguro, pues sólo se documentan en el sentido figurado «engano doloso, enredo, tramoia», sin embargo el sentido popular moderno «excremento grosso, fétido» presupone el sentido de ‘lazo, armadijo que se pisa’ (expresado en portugués por palabras como armadilha, laço), y hay en portugués derivados ajenos al cast., como trampão por ‘tramposo’; por lo demás en port. existe trapa en el sentido propio [Bluteau]. Algo parecido ocurre en catalán, donde trampa es hoy palabra muy viva y arraigada en el sentido de ‘ardid engañoso’, ‘fullería’, mucho menos en el sentido de ‘armadijo’ (en el cual parany es más general, y seguramente más castizo); Ag. no da testimonios antiguos, pero tampoco los da de trapa, cuyo carácter genuino es indudable; éste no suele emplearse como termino de caza1, sino en el de ‘puerta en el suelo, para poner en comunicación una parte de una casa con otra inferior’2, ‘agujero que se abre en el suelo’ (p. ej. el que sirve para echar el pienso al pesebre del establo), etc. De todos modos es posible que así trampa como trapa sean genuinos en catalán3. Esta última variante no es ajena al territorio de lengua cast.: ast. trapa ‘armadijo que se pone para cazar’, ‘puerta hecha en el suelo o piso’ (V), la forma trapa, sin m, para la de cazar ratones y otra ac., es la de Sajambre (Fz. Gonzz., Oseja, 362). Fuera de la Península Ibérica la variante romance tramp- sólo se encuentra con otros sentidos, aunque todos procedentes de la idea de ‘pisar’: oc. ant. trampol «bruit, fracas» (cat. sept. tràmpol ‘temporal’), oc. mod. trampelà (trampalà, tramboulà) ‘tambalear’, trampelejà ‘titubear, vacilar’, it. tràmpali o tràmpoli ‘zancos’ (en Luca tràmpani), trampolino ‘trampolín’ [trempelino 1585; para el detalle, Prati, RLiR XIX, 214-5], del cual se tomó esta palabra castellana [Acad. 1884, no 1843]; quizá también Carrara tràmpena ‘cobertizo de madera en que hierran los bueyes’ (WS VI, 102). En el sentido de ‘armadijo’ se dice trapa en lengua de Oc, trappe en francés, trappa en el Norte de Italia (con sentidos a veces secundarios), tràppola en italiano.

Desde Diez (Wb., 407, 325) se viene diciendo que estos dos grupos de voces romances se tomaron del germánico: así Th. Braune (ZRPh. XXII, 208-10), Brüch (Germ. Einfluss auf das Vglat.), M-L. (REW 8850, 8863), Gamillscheg, R. G. I, 185; II, 166), Bloch1 y 2 etc. Por lo demás no hay duda de que estos autores separan excesivamente las voces en trapp- de las en tramp-, que son sin duda alguna interdependientes. Además aunque el origen germánico no es improbable, de ninguna manera puede considerarse seguro, y estos autores vacilan en cuanto a la lengua o lenguas germánicas que habrían servido de punto de partida: Brüch cree que los tomó el latín vulgar del germánico occidental; Gamillscheg vacila entre esto y un préstamo separado del longobardo al italiano y del fráncico al galorromance (implicando que en España sería importación de Francia); M-L. cree que la forma tramp- se tomó en Italia del alto-alemán (o sea el longobardo), y la forma trapp- se tomó en Francia del fráncico: para el cast. trampa sugiere vagamente un préstamo del gótico (donde apenas está documentada esta familia, y con sentido diferente). Interesa la observación semántica de Gamillscheg: la trampa o armadijo no entra en los procedimientos de caza de los nobles, sino de la plebe, y así no es muy comprensible este préstamo germánico en el aspecto semántico. Sin duda podríamos admitirlo, si por lo demás los hechos fuesen claros; pero no hay nada terminante. Es verdad que el representante de nuestro grupo de palabras documentado en fecha más antigua en cualquier idioma, el b. lat. trappa ‘trampa de cazador’ en la Ley Sálica, parece indicar que el vocablo ya existía entonces en germánico; es verdad también que estos vocablos están bien representados en los varios idiomas germánicos, y desde fecha considerablemente antigua: ags. treppe ‘armadijo’, neerl. med. trappe, fris. ant. treppe, b. alem. med. trappe, treppe ‘peldaño’ (> alem. mod. treppe ‘escalera’), neerl. y b. alem. mod. trappen ‘pisar’, ingl. antic. trape ‘andar descuidadamente’; por otra parte ingl. med. trampe, b. alem. med. trampen ‘pisotear’ (> alem. trampeln ‘patalear’), con los cuales se relaciona el hápax gótico anatrimpan ‘agolparse (la multitud cerca de alguien)’. Se observa, empero, que esta familia parece ser originariamente ajena a las lenguas escandinavas y al alto alemán; y sobre todo carece de etimología indoeuropea. Si en tiempo de Diez el préstamo del germano al romance parecía evidente era en parte por cierto prejuicio de resabios místicos que reinaba entonces entre los germanistas y lingüistas alemanes, muchas veces contagiado a los demás, con bastante tendencia a mirar todo el léxico germánico como algo puro y primitivo, y lo romance como un terreno de aluvión; hoy nos damos cuenta de que las onomatopeyas son más frecuentes y antiguas de lo que entonces se creía, y de que el vocabulario germánico abunda en elementos no hereditarios exactamente en la misma medida que el romance.

Los germanistas están hoy convencidos de que el origen de esta familia en germ. es onomatopéyico (V. los dicc. etimológicos de Kluge y Uhlenbeck), y, sin embargo, los romanistas no han revisado si el préstamo admitido por Diez todavía se impone. No negaré que aun siendo onomatopéyicas en germánico, podrían estas palabras ser germanismos en romance, y que en germánico desde luego son antiguas (nótese la apofonía); también es verdad que en romance tenemos principalmente sustantivos, y los verbos como atrapar o trampelà son secundarios o locales; pero no es menos cierto por otra parte que la antigüedad en los varios idiomas germánicos es desigual, y también ahí los verbos son más tardíos o menos generales que el sustantivo trappe-treppe4; si éste aparece antes que en parte alguna en una fuente germánica (aunque redactada en latín) puede ser sencillamente porque en esta época las fuentes del derecho consuetudinario (que es donde el vocablo podía aparecer más fácilmente) aciertan a ser todas germánicas.

Por otra parte, como ya hemos visto arriba, hay dificultades para encontrar la fuente germánica precisa de las formas romances, y la verosimilitud del préstamo en el aspecto semántico es escasa; la forma española, precisamente por su m, no es posible que se importara de Francia, y por otra parte tampoco es verosímil que un germanismo de esta naturaleza arranque del latín vulgar: en cuanto a que procediera del gótico es sugestión demasiado hipotética. En conclusión, no podemos rechazar del todo la idea del germanismo, pero todo considerado es más verosímil una creación onomatopéyica paralela en germano y en romance. Las lagunas que en romance presenta esta familia se explican tan bien a causa del carácter afectivo que ertraña la onomatopeya como por un préstamo de otro idioma. Y la onomatopeya trap-trap o trap-pa-trap, como expresión de un pisoteo o una marcha pesada, es algo universal; la adición de una nasal no es menos típica de las voces de este carácter5.

DERIV.

Trampal ‘atolladero’ [h. 1570, Sta. Teresa, Aut.], propiamente ‘lugar donde se pisa pesadamente’ o ‘lugar que se hunde como una trampa bajo los pies’6. Trampazo ‘última de las vueltas que se daban, en el tormento de cuerda’ [Aut., golpe de gracia comparado a la caída de la trampa sobre el animal]. Trampear [h. 1540, D. Gracián; en la 4.ª ac. de la Acad., Vélez de Guevara, El Rey en su Imag., v. 492]. Trampero [Acad. S. XIX]; trampería. Trampilla [1554, Lazarillo, Aut.]. Trampista [1612, Aut.]. Tramposo [APal., V. arriba]; tramposería cub. (‘acción de tramposo’, Ca., 234). Atrampar. Entrampar [h. 1530, Guevara, Menosprecio, Cl. C. 34.7].

De la variante TRAPP-, arriba estudiada, con sentido claramente onomatopéyico: trapa «ruido de los pies o vocería grande con alboroto y estruendo» [«oyóse en esto el son de una corneta, / y un trapa trapa, aparta, afuera afuera, / que viene un gallardíssimo poeta» Cervantes, Aut.; otro en el Quijote, II, lxi, Cl. C. VIII, 127]; ‘grada de dientes’ alav.; mar. ‘trincas o aparejos con que se asegura la lancha dentro del buque’, ‘cabo provisional con que se ayuda a cargar y cerrar una vela cuando hay mucho viento’ [Acad. 1884, no 1843], en este sentido, del port. trapa íd., propiamente ‘armadijo’.

Trápala «ruido de voces o movimiento descompuesto de los pies» (Autoridades) [«estruendo, strepitus; hazer t.: strepo», Nebr.; «con el conjunto y junta de guerreros / el grande estruendo y trápala crecía» Ercilla, Araucana XIII, «sal aquí, mujercilla, si eres hombre, / déjate dar en paz cuarenta palos, / cien mojicones y doscientas coces: / ahorrémonos de trápala y de voces» Quiñones de B., NBAE XVIII, 656]; gnía. ‘la cárcel’ [así o trápana en J. Hidalgo], por ser lugar de alboroto y escándalo; ‘el que habla mucho y sin sustancia’ [Acad. ya 1817]; ‘enredo, engaño’ [Acad. 1884, no 1843]7. Con trápala en esta última acepción se parece mucho el cat. trapella ‘bribón’, ‘enredón’, que Ag. define «embolicaire, trápala» y que no está documentado hasta Belvitges (1803; falta en los dicc. del S. XVII, como Torra y Lacavalleria, también en los dicc. valencianos y baleares, y nada semejante veo en Mistral ni en los dicc. languedocianos de Sauvages, Doujat-Visner, Vayssier ni Mâzuc); el propio Ag. cita trapell «trápala, tunante» en un texto barcelonés de 1835, trapellar ‘enredar, dir embustes, mentiras’ en un pueblo del Alto Llobregat, tràpola «picardía» en Lérida y trapolla «trapasser, trapella» en el Ampurdán. Ahora bien, según Alcover, Eiximenis (fin S. XIV) empleó eutrepelia (cuya acentuación ignoramos) definiéndolo él mismo «quant algú sab bé jugar, ço és alegrar si mateix e·ls altres», en el cual es fácil reconocer el gr. εȔτραπελία ‘facilidad en bromear agradablemente’, que también tomó el sentido de ‘chanza grosera, bufonada’ (así en el griego bíblico). Sería posible que una pronunciación latinizante eutrapélia hubiese dado por vía semiculta el eutrepellia de Eiximenis y luego el vulgar y moderno trapella, con un empeoramiento semántico que nada sorprendería, tanto menos cuanto que εȔτράπελος ‘burlón, escarnecedor’ es frecuente en la lengua clásica, y algunos lo emplearon en el sentido de ‘versátil’ (Eliano, S. III d. C.) y aun ‘engañador’ (Píndaro). Es posible que ésta sea la etimología del cat. trapella (eutrapelia reaparece en una trad. catalana de Aristóteles impresa en 1499), y también es posible que la semejanza sea casual y que estemos ante un derivado catalán de trapa ‘trampa’, puesto que el tránsito semántico se produce en sentido contrario: nótese el fr. judas, con que Mistral en su diccionario traduce el rouergat trapeloun «petite trappe», deriv. del prov. trapello «trappe, abat-foin». Tampoco sería del todo imposible que el cast. trápala tuviese una etimología griega semejante a la que discuto para el cat. trapella: habría que partir entonces del gr. εȔτράπελος (o su forma latinizada eutrapĕlus), cuyos sentidos, tan próximos a los modernos de trápala, he indicado arriba: recuérdese que tropelía «juegos de ilusionismo, embeleco y apariencia» (1604) procede también del grecolatino eutrapelia, como demuestro en el artículo correspondiente; y un origen correspondiente podría sospecharse al bearn. trapalè «hâbleur, blagueur», «trapalejà, hâbler, parler beaucoup et avec volubilité», «trapalìs, blague, mensonge». Sin embargo, lo que hace esta etimología muy inverosímil es que el sentido correspondiente sólo aparezca en castellano en el S. XIX, y antes sólo signifique ‘ruido’, en evidente relación con el antes estudiado trapa(-trapa); comp. también el mall. trapola «ruido de voces o movimiento descompuesto de los pies» (que Torra registra como catalán en el S. XVII y acentuándolo tràpola), trapoletjar ‘pisar’. En conclusión, es incierto el origen del cat. trapella, y aun admitiendo como cierta su etimología griega, es perfectamente posible que su parecido con el cast. trápala sea meramente casual y que éste tenga origen onomatopéyico. Del cast. trápala derivan trapalear [Acad. ya 1817]; trapalón [íd.]8; trapaleta arag. (Echo) ‘el que tiene dificultad en expresarse’ (RLiR XI, 179).

Del port. trapa ‘armadijo’ (V. arriba) deriva el aumentativo port. trapaça «dolo, cautela, licantina, cavilaçƟo nas demandas, jogo, negócios», que ya está en Fr. Gaspar de S. Bernardino (1611, cita de D. Vieira), y en el sentido de ‘venta fraudulenta’ ya en las Ordenações Afonsinas del S. XV (en la forma seguramente incorrecta traspassa, Moraes): de ahí se tomaría el cast. trapaza «embusche, fallace, attrapoire, mal-engin, tromperie au vendre et achepter» (Oudin, 1607), «qualquier especie de engaño con que se damnifica a otro» (Aut.), que ya está en Crist. de Castillejo, 1.ª mitad S. XVI9 y en otros textos posteriores10, y aisladamente aparece ya en Guillén de Segovia (1475) escrito trapaça (p. 90): el origen portugués es seguro, no sólo porque trapa ‘armadijo, trampa’ no es castellano, sino por la ç sorda que no corresponde a la fonética castellana11; trapazar [-çar, G. de Segovia, p. 76n.1; «faire fraude, tromper» Oudin 1607], más comúnmente trapacear [S. XVII, Aut.]; trapacero [«faiseur d’embusches et de tromperies» Oudin 1607; ej. del S. XVII en Aut.; > cat. trapasser] o trapacista [h. 1600, Villaviciosa; Covarr.]12; entrapazar. A. Alonso, RFH VIII, 36, supone la existencia de un cast. *trapazón para explicar el hispanoárabe taparçón «calu[m]nia» de PAlc. Pero nunca ha existido tal derivado de trapaza, y esa etimología puede rechazarse sin escrúpulo: se trata de un derivado árabe (no mozárabe) del verbo parçán «caluniar», registrado por el propio PAlc. junto con párçana «calunia, acusación», mupárcin «caluniador, malsín, acusador», mupárçan «acusado» (ya juntados por Dozy, Suppl. I, 71b). No es éste el sentido primitivo, sino probablemente el que dos siglos y medio antes atribuye R. Martí al verbo bársan (entiéndase pársan) «insidiari», es decir, ‘poner una trampa, tender asechanzas’. Está claro que debe partirse del verbo párçan o de un sustantivo *parçón, que ta- es prefijo árabe, y que sea la que sea la etimología no tiene esto relación con trapaza. Sospecho que se tratará de un mozárabe *parazón (adaptado normalmente a la morfología árabe) y derivado del verbo parar ‘poner trampas o armadijos’, como lo son el cat. parany ‘armadijo’, parada ‘lugar de acecho del cazador’, parador ‘el que caza con lazos o redes’ [S. XIII, Ag.], prov. paradieiro «filet qu’on rend dans la mer», lígur paradelle ‘red para pájaros’, Orbetello paratia (FEW VII, 636, n. 26-27). Teniendo en cuenta el val. parança «parany per a caçar o pescar» [1474, Ag.], Foggia paranza (REW 6229), murc. íd. ‘trampa para coger peces’, cast. paranza ‘apostadero de cazador’ [1615], cast. ant. ‘trampa para cazar’ (1416), quizá debe admitirse más bien una metátesis hispanoárabe paransa > parsana: la relación con PARARE parece segura, y lo único dudoso es la determinación del sufijo.

Trapisonda «bulla o riña con voces o acciones» [Autoridades], ‘embrollo, enredo’ [Academia 1884, no 1843]; sólo secundariamente se incorporó esta palabra de tono festivo a la familia de trapa y trápala, pues en realidad se trata del nombre del Imperio de Trapisonda en Asia Menor (< Tραπεζούς, -οǢντα), sonadísimo en los Libros de Caballerías y en el Quijote, y que gracias al ambiente de estos libros y por su aparente relación con trápala y trapaza tomó en el lenguaje del vulgo las acs. de estas palabras; trapisondear [Acad. ya 1884], trapisondista [íd.].

CPT.

Trapatiesta [Acad. 1925, no 1884], compuesto con tiesta = tiesa.

Trampantojo ‘trampa o artificio con que se engaña a uno haciéndole ver lo que no es’ [1588, Malón de Chaide, Fcha.]13, entre los judíos de Marruecos trampantóɁos «confusión, perturbación de la vista» (fi a enfilar la aguɁa y se me hizo t.), BRAE XXXII, 276, compuesto de trampa ante ojo14.

1 El empleo en nombres de lugar (como Coll de la Trapa en el alto Berguedà) parece suponer la existencia previa de este sentido.―

2 Con este sentido ya en Jaume Roig, a. 1460, v. 5449.―

3 Trampa «inganno» se emplea en el catalán del Alguer (Cerdeña) (Guarnerio, Congr. Intern. de la Ll. Cat., 167), lo cual podría indicar antigüedad en el idioma; cierto que trampa «frode, tranello» es también sardo, y que en éste y en alguerés podría haberse tomado del cast. En sardo es de creer que sea préstamo cast. (o quizá cat.), aunque la formación de derivados propios como sardo trampare, alguerés trampà «trappolare, ingannare», y sardo tramperi, revela vida antigua en la isla.―

4 M-L. y otros suponen incluso que el neerl. med. trappen se tomara del francés.―

5 Onomatopeyas afines son, en cast., tras tras, trasbarrás; trípili, que según la Acad. ya era usual a fines S. XVIII (pero falta aún en la ed. de 1884), es comparable a trápala.―

6 Sainéan, Sources Indig. II, 121, compara oc. traupo «bourbe» junto a traupì «fouler aux pieds».―

7 Esta ac. procede de la de ‘hablador embustero’, y sólo por casualidad coincide con trampa ‘engaño’ y con el it. tràppola ‘armadijo’, ‘engaño’. Desde luego es ac. muy secundaria y moderna; en realidad no figura en Covarr., como pudiera entenderse malamente de sus enredadas explicaciones etimológicas. Por lo demás, para la formación sufijal, vid. M. P., Festgabe Mussafia, 394-5. De la variante trápula, debida al influjo de crápula, da Pagés ej. de B. de Balbuena.―

8 En la Arg.: «fué el comerciante quien, trapalón, volvió al ataque» Santiago C. Oliván, La Prensa, 8-XII-1940.―

9 «Por hacer mejor su venta / a fuerça de los aceites / y posturas, / deformando sus figuras / para salir por las plaças, / con pláticas y trapaças / engañadoras y escuras / y bellacas, / sacaliñas, redrosacas, / todas a fin de robar», Cl. C. I, 273.―

10 «Entendiónos la trapaza» Quiñones de B., NBAE XVIII, 799b. Ejs. de Quevedo y otros autores del XVII en Aut.―

11 Claro que carece de fundamento la etimología de Covarr., que Aut. y la Acad. han consagrado: «puede traer origen del nombre gr. trapezites, numularius, monetarius, mensarius, que vale el vanquero o el logrero; y porque éstos hazen a vezes los malos truequicambios se dixeron en lengua Castellana propíssimamente *trapecistas, y de allí trapacistas; trapacete, conforme a lo dicho es propiamente el libro del vanquero, donde sienta las partidas». No sé si existe el tal trapacete, aunque Aut. y la Acad. nos lo quieren hacer tomar como buena moneda, en todo caso no tendrá la ac. que Covarr, le achaca como «propia», si no es con carácter humorístico; no aparece, que yo sepa, en fuentes independientes de Covarr.: para tomarlo en serio, como lo hacen en Bol. C. y C. VII, 262, debería documentarse, y ahí no se hace. El alto-arag. atrapaciar ‘arreglar’ (aplicado a animales y a tierras de labranza en Echo, ASNSL CLXVII, 249) derivará de trapaza con sentido primeramente jocoso, a no ser que venga de trapo; no conozco el cat. atrapassar que ahí cita Rohlfs. El it. strapazzo (> alem. strapaze) ‘mal trato, atropello’ derivado de PATIpadecer’, sólo de lejos se parece con trapaza, con el cual no tiene relación etimológica.―

12 «Bien decía yo que éste era un trapacista. Al fin yo salí tan bienquisto del pueblo que dejé con mi ausencia la mitad dél llorando y la otra mitad riyéndose de los que lloraban» Buscón, Cl. C., p. 98.―

13 «Terrible cosa es... que los hombres quieran... dar a entender el contrario de la verdad; y que con tintas, emplastos y escabeches nos desmientan y hagan trampantojos, desacreditándose a sí mismos» Guzmán de Alfarache (Cl. C. III, 126.22); «el demonio... fíngele mil embustes y trampantojos, no dejando ocasión en que le pueda hacer estropezar que no lo haga», en el Alfarache de Martí (Rivad. III, 410); «estos mozos de mulas son el mismo diablo, y hacen trampantojos un celemín de cebada con menos conciencia que si fuese de paja» La Ilustre Fregona, Cl. C., 252; como voz vulgar y malsonante en Pedro Espinosa (Obras, 195.26). En el cat. de Tortosa seg. el DAlcM., trapantoll ‘cansancio producido por exceso de movimiento o de trabajo’ (cf. cat. trapa = cast. trampa); como ojo es ull en cat., la terminación de este vocablo tortosino ofrece alguna dificultad (no será aragonesismo, y no es fácil un mozarabismo en voz de este significado; por lo demás, cf. cat. trontoll [y tran-] ‘traqueteo, quebranto’ con el cual habrá, por lo menos, contaminación).―

14 La variante costarricense traspantojo la quiere explicar Cuervo, Disq., 1950, p. 383, por cruce con trasparente, traspaso, trasponer, lo cual no satisface. El influjo sería de trasplantar: «tuvimos por colación unos naipes... Ellos como muy diestros en aquella arte, sabían hacer mil trasplantojos, que a ser otro, dejara cierto el pellejo» en el Lazarillo anónimo de 1555 (Rivad. III, 109). Aunque éste es el ej. documentado más antiguamente, no creo que sea la forma primitiva, derivada de trasplante y no compuesta de trampa y ojo (aunque luego alterada por esta etimología popular): en efecto, el sufijo -ojo es denominal y no deverbal, el sustantivo trasplante es moderno (falta en Aut.), y además no significa ‘engaño’.