TRAMOYA, en las provincias del Norte designa todavía la tolva del molino, y luego una palanca destinada a parar la marcha del mismo, de donde pasó a designar una máquina teatral; en el sentido de ‘tolva’ es voz hermana del port. tremonha, cat. tremuja, fr. trémie, it. tramoggia ‘tolva’, de origen incierto, probablemente de un compuesto de M֊DէUM ‘fanega de grano’ con TREMĔRE ‘temblar’, por alusión al movimiento continuo de la tolva.
1.ª doc.: 1617, Suárez de Figueroa.
El vocablo no se encuentra en dicc. del Siglo de Oro ni medievales, pero Aut. define «máchina que usan en las farsas para la representación propia de algún lance de las comedias, figurándole en el lugar, sitio o circunstancias en que sucedió, con alguna apariencia del papel que representa el que viene en ella; execútase por lo regular adornada de luces y otras cosas, para la mayor expresión, y se gobierna con cuerdas o tornos». Pronto aparece en el sentido figurado de ‘ardid o maña’, que Aut. documenta en Céspedes y Meneses (1626), y que también leemos en Ruiz de Alarcón: «INÉS: Teodora viene. CAMPANA: Aquí es ello. / Desta vez, que la tramoya / descubre, se abrasa Troya» (Rivad. XX, 255b). En 1637 ya había pasado al catalán (donde ha de ser castellanismo, según comprueba la fonética), pues en un doc. relativo a las representaciones teatrales de Valencia se lee que el 4 de mayo de este año no hubo función «per no estar acabades les tramoyes» (BRAE II, 542; hay apellido valenciano Tramoyeres, cuya formación no es clara).
Aunque la Academia asegura que tramoya es una palabra derivada de trama, no se explicaría así la terminación; por lo demás nadie ha estudiado la etimología. Me parece evidente que el sentido primitivo es el conservado hasta hoy en Álava (Baráibar) y en Palencia (Acad.), donde tramoya vale ‘tolva de molino’; variantes con el mismo sentido son tremoa en el asturiano de Llanes (V, s. v. monxeca), trimoya en el Bierzo (G. Rey), tremunya en Maragatería (A. Garrote), tremoya en la Ribera del Órbigo, trimueya en Sanabria y León, tremoia en Tras os Montes y en Galicia, tramoxa en Trabadelo (Bierzo), tremonha en el portugués común (Krüger, Gegenstandsk., 126), tramuya o tramulya en el aragonés de Echo (RLiR XI, 111).
Es claro que se trata de la denominación de la tolva que es común a todos los romances de Occidente: cat. tremuja, oc. tremueja, fr. trémie (ant. tremuie), sobreselv. termoia, it. tramoggia. ¿Cómo se pasó de ‘tolva’ a ‘tramoya teatral’? Sólo una historia detenida de la escenografía podría aclarárnoslo sin dudas. De todos modos ambas son máquinas, y no es extraño que la comparación se hiciera con un artificio de carácter muy popular como lo son todos los del molino; por otra parte el actor que aparece o desaparece de pronto llevado por una tramoya (como el supuesto santo que aparece por el cielo en el soneto de Góngora, o la nube que se lleva a don Diego por los aires en La Cueva de Salamanca de Alarcón, Rivad. XX, 85) bien podía compararse con el grano que aparece en la muela lanzado por la tolva; en fin, hay que tener en cuenta que en Asturias tramoya ha tomado también el sentido de «palanca destinada a parar la marcha del molino» si hemos de prestar crédito a Rato (Supl.).
Desde luego el cambio de sentido se produjo en España: no hay que pensar en que tramoya sea préstamo, p. ej., del italiano, donde el vocablo no tiene este significado.
En cuanto al origen de tramoya ‘tolva’, ya es viejo derivar sus congéneres romances del lat. TRէM֊DIUM o TRէM֊DIA ‘medida que contiene tres fanegas’ y claro está que no habría dificultad fonética; así lo hacen Bloch1 y 2, Gamillscheg (EWFS), Migliorini, etc., siguiendo todos el ejemplo de M-L. (REW 8906)1. Supone éste que desde este significado se pasó a ‘tolva’, seguramente por comparación de forma. Pero no hay dato alguno que compruebe este traslado semántico en latín, y realmente sería extraño: ¿por qué se habría comparado la tolva con una medida precisamente de tres fanegas, y no de dos, de una o de cuatro? Además tres fanegas son mucho para caber en una tolva.
El aspecto semántico no fué nunca el fuerte de M-L., y así no es extraño que descuidara completamente la certera observación de Diez (Wb., 325). quien dice oponiéndose a la etimología tradicional: «sería más característico un compuesto con TREMERE, puesto que este recipiente está continuamente en movimiento como si temblara: tramoggia sincopado en vez de trema-moggia, propiamente ‘vasija temblante’». Diez tiene razón de sobra, pues es bien sabido que la tolva suele llevar en los varios idiomas denominaciones alusivas a su movimiento: ingl. hopper derivado de hop ‘saltar, brincar’, cat. gronsa, arag. gruenza derivados del verbo cat. engronçar (o gronxar) ‘columpiar’ (BDC XIX, 32-33).
Además hay varias formas romances y germánicas que derivan claramente de TREMERE y se apartan completamente de MODIUM: bajo latino tremula, tremellum (Du Cange), suizo alem. trimelle (Schweizerisches Idiot., s. v.), neerl. tremel, friul. tramuele. Imposible fonéticamente explicar estas formas por TRIMODIA; por el contrario es evidente que derivan de TREMERE, y quizá concretamente del adjetivo lat. TREMULA y de un diminutivo suyo TREMELLA. Sin embargo, la idea de Diez, tal como él la expone no deja de ofrecer dificultad morfológica, pues un compuesto formado así parece más natural en germánico que en romance.
Quedan dos posibilidades. Suponer que se empleó como nombre de la tolva el lat. MODIUM ‘medida de una fanega’, o un femenino correspondiente MODIA, que tomaría primero el sentido genérico ‘recipiente cualquiera para grano’, luego especializado en ‘tolva’, el cual se habría luego cruzado con el sinónimo TREMELLA resultando el híbrido *TREMODIA > tramoya; de este MODIA derivaría quizás el tipo astur-lusitano moega ~ moxega, por más que no es ésta etimología segura que sea prudente tomar como base2. O quizá más bien se debería admitir que en latín vulgar se le aplicó popularmente una frase imperativa TREME, MODIUM!3, dirigida a la fanega de grano que se echaba en la tolva y empezaba a temblar con ella, y luego trasmitida a la tolva como nombre de ésta; se trataría, pues, de un compuesto del tipo de mariposa, abrojo, andarrío, etc. Cf. el nombre de pez TREMIELGA, paralelo que con razón impresiona, puesto que viene realmente de TREME + mielga. Podríamos inclinarnos hacia la segunda alternativa, pero en todo caso estimo seguro que la superficial etimología de M-L. es errónea.
DERIV.
Tramoyista [Aut.]. Gall. trimeñado ‘el suelo del molino en donde cae la harina’ (Sarm. CaG. 97r4).
1 También en el Dict. Gén. de Darmesteter-Thomas. Se había dicho ya antes, pues ya se le ocurrió a Sarm. (CaG. 152r) y seguramente a otros eruditos de la época pre-científica. Moll (DAlcM.), M. L. Wagner (Biblos XXIV, 1948, 247-265) y E. Stäheli, Dei Terminologie der Bauernmühle im Wallis und Savoyen, Skt. Gallen 1951. (cf. Wartburg, ZRPh. LXIX, 441-2) han insistido últimamente en la etimología de M-Lübke sin hacer mucho más que repetir los argumentos y datos ya desvirtuados. En todos se advierte la fuerza del prejuicio que crean las etimologías de aire cómodo y simple cuando las ha aprobado un maestro como M-Lübke; aunque no deja de advertirse en todos una inquietud causada por la semántica, que conduce a expedientes desesperados como el de Stäheli suponiendo un fantasiado *INTER-MODIA que se combinaría con TRIMODIA.― ↩
2 Involucrar en el problema del tipo tramoya-tremuja-trémie el asunto de moega no sería, pues, aconsejable. Pero se hace inevitable exponer aquí la cuestión. El port. moéga ‘tolva del molino’ [1720, Bluteau; Moraes] se continúa en el gall. pontevedrés moêga (Sarm. CaG. 97r, 152r). Todo el aspecto de éstas y las demás formas es el de derivados de moer ‘moler’. Pese a las complicaciones siguientes, debe de ser lo cierto. La variante moexa de ahí mismo no presenta tampoco dificultad, pues bastaría suponer verbos derivados de moer en -ejar y -egar, como se forman a cada paso en romance (y aun, en caso de un sufijo -AECUS, -A, el influjo del ubicuo -ejar lo aclararía todo fácilmente). Otras formas vecinas y la sinonimia con el tipo tramoya complican la cuestión, de la cual trató ya Sarm. y a la cual han aportado más datos, y otros puntos de vista, GdD, GramHG. 53; Brüch VKR V, 243; la 1.ª versión de mi libro y últimamente el trabajo de M. L. Wagner, otro de R. Lorenzo Vázquez (Estudios Etnográfico-Ling. sobre la Mahía [entre Betanzos y Lugo] y sus aledaños, RDTP y Cuad. Est. Gall. 1962-64) y J. L. Pensado (CaG. 105-6). En asturiano occidental muxega, mox-, ast. moxeca (R), monxeca (V), y también en otras zonas gallegas moxega, mux-, moxêa. Todo esto se comprende todavía como metátesis de moexa, en parte cruzado con moega. También cabe pensar en un derivado en -AECA del MODIA que hemos tomado en consideración; aunque no es en derivados de tal tipo morfológico donde es más natural esperar que funcione este sufijo, por lo demás de resabio poco técnico y de corte arcaico (reconstruir una *MODIAECA son ganas de engañarse con habilidades inverosímiles), aunque nos abstengamos de negar del todo esta posibilidad. GdD, l. c., cita moyega en las poesías gallegas de Añón (74), forma que parece inclinarnos hacia MODIA, pero que debería comprobarse mejor (y aclarar, si acaso, qué extensión tiene); pero aun si es exacta, y no ocasional, también sería explicable como epéntesis de semivocal en moega (cf. la epéntesis gallega del tipo a i-erba). Por lo demás observamos que no hay datos que enlacen claramente este grupo de denominaciones con el grupo de tramoya: si bien se cita un tamoega a modo de puente entre los dos pero sólo lo dió Vall., con remisión a moega y aun los demás diccionarios gallegos (salvo el Popular de Filgueira Valverde, 1926) que tanto se copian unos a otros, guardan silencio. En fin convendría disponer de más documentación antigua y mejor proceder a un nuevo planteo global de la cuestión de moega-moxega, que evitando el involucrar esta cuestión con el problema de tramoya, tuviera sin embargo en cuenta todos los argumentos y datos que hemos indicado los últimos y más enterados.― ↩
3 Formas masculinas tremodium, entremuech y análogas están documentadas en bajo latín y en lengua de Oc; el paso al femenino es fácil siempre en romance. Y en Portugal existe entremoços ‘tolva’ en el habla de Penedono (RL XII, 312), con el conocido tratamiento -D?- > -ç-.― ↩
4 Más tarde en Madrid trabajando de memoria lo cambia en tremiñado (por lo menos así lo pone el copista, pues no hay el autógrafo). Trimiñado ‘asiento de madera o piedra, donde se apoya el pie del molino y cae la harina’ Vall. No sé que haya otra forma gallega que se enlace directamente con la port. tremonha y demás romances del grupo en tr-. ↩