TOLDO, probablemente de una forma germánica afín al neerl. med. telt, a. alem. ant. zëlt, escand. ant. tjald ‘tienda’; parece tratarse de una voz primitivamente náutica, tomada del germánico por conducto del fr. ant. y dial. tialt, taud ‘tolda de barco’, cuando éste todavía se pronunciaba t࿀?t y castellanizado según el modelo de réchaud = rescoldo, faute = falta.
1.ª doc.: tolda, med. S. XV, Juan de Dueñas; toldo, 1585, Góngora.
Por este carácter de voz náutica se explica precisamente que el vocablo falte en los léxicos más tempranos: los glos. de h. 1400, APal., Nebr., C. de las Casas. Es fácil comprender, sin embargo, que pronto se generalizase el significado, de lo cual empezamos a encontrar testimonios a fines del S. XV I: «sacra planta de Alcides, cuia rama / fué toldo de la ierba» en poesía de Góngora escrita en 1585 (ed. Foulché I, 69), y otras posteriores del mismo poeta: «llamando al cielo tabernáculo y tienda o toldo que puso Dios» J. de Acosta (Aut.); «cuando los negros gigantes / plegando funestos toldos, / ya del crepúsculo huyen, / tropezando unos con otros» Tirso (Burlador I, 280), es decir ‘al alba’; «toldo: a pavilion, a tent» Percivale (1591); «un dais qui est le ciel qui se met au dessus d’un siège de Roy ou Prince; tapisserie, pavillon, tente, tenture, parure, ornement, bonne couche; díxome con mucho toldo: il me dit avec une grande arrogance et orgueil, fièrement» (Oudin): se refiere con esto al pasaje del G. de Alfarache: «como si fuera la primera vez que nos viéramos, me dijo con mucho toldo: ―Bien, ¿qué dice agora poca ropa?» (Cl. C. II, 56.13); era ac. algo germanesca («gravedad, entonamiento» en Juan Hidalgo), alusiva al dosel o palio de los príncipes.
Análogamente en portugués: «tôldo: tolda de barco, que cobre as ruas ou praças do Sol», «tólda: obra de panno que cobre os barcos, e navios para abrigar do Sol e chuva a quem vai sobre a coberta», y el verbo toldar «cobrir com tolda o navio, etc.», con varios ejs. clásicos desde el S. XVI, entre ellos éste, que es el más antiguo: «día toldado de muita nebrina» en la História Náutica Trágico-Marítima (citas de Moraes); «cinco galés muito grandes, co seus bastardos quarteados de verde e roxo, et muytas bandeiras por cima dos toldos» en Mendes Pinto (h. 1550), Jal s. v.; «por causa do ardor do Sol... mandou-a Affonso d’Alboquerque toldar com vélas das náos, que deu a vida a todos» JoƟo de Barros, «ha tambem outras embarcaç?es toldadas de seda» Mendes Pinto (citas de D. Vieira). Con sentido náutico pasó tolda al italiano «certo tavolato delle nave», muy frecuente en el S. XVII y en versiones del portugués desde 1578, toldo «padiglione nautico» en obras de igual carácter de este mismo siglo (Zaccaria). Toldo se emplea también en catalán, pero sentido generalmente como castellanismo.
En cuanto al origen, admitió Diez, siguiendo las huellas de Covarr., que venía del lat. thŏlus ‘cúpula o bóveda de un edificio’, y para la d comparaba con humilde de hŭmĭlis; pero Baist rechazó la idea con razón (ZRPh. VII, 123) porque humilde debe su d a humildad y aquí no se explicaría tal epéntesis1; además hay otras dificultades fonéticas, y la idea tampoco conviene en el aspecto semántico; suponer un lat. *TH֊LէDA derivado de esta voz grecolatina, como quisiera Alessio, It. Dial. XII, 206-7, es completamente arbitrario.
Más especiosa era la sugestión de Dozy, Gloss., 351, de partir del ár. Ƿúlla «auvent», «estrade à l’ombre», «couverture», que es clásico con estos sentidos y se encuentra en Almacarí, marroquí del S. XVII; Steiger, Contrib., 170-1n., apoya la idea observando que hoy en Argelia vale «voûte d’un passage dont l’une des extrémités repose sur une maison, et l’autre extrémité sur une autre maison ou sur des piliers élevés dans la rue» (Beaussier), y que maǷálla vale precisamente ‘toldo’ y otros derivados de la misma raíz tienen acs. semejantes. Todo esto es indudable, aunque sólo, prueba que Ƿúlla pudo haber significado ‘toldo’ en España, no que de hecho tuvo este sentido, pues más bien nos consta que lo único que significaba en hispanoárabe era ‘chimenea’ (R. Martí, PAlc.): claro está que por la campana de la chimenea. También es verdad que una voz arábiga en ll habría dado ld en cast. y port., y que la u tras la enfática Ƿ se pronunciaba o, pero en cambio hay que proclamar que una Ƿ no podía convertirse en t, pues se trataba de una sonora bien marcada, y las transcripciones alfonsíes, de PAlc. y de la doctrina en árabe valenciano son unánimes en imitar el sonido de la Ƿ por d: precisamente los materiales reunidos tan oportunamente por Steiger (pp. 169-173) demuestran que la etimología Ƿulla > tolda es fonéticamente inadmisible2, y podemos descartarla definitivamente.
La etimología real la indicó Baist en 1903 (Z. f. deutsche Wortforschung IV, 259-60; KJRPh. VIII, 208)3, aunque todavía no ha pasado a los diccionarios etimológicos. Tiald y taud se encuentran en francés antiguo y dialectalmente como voces náuticas para designar precisamente la tolda de las naves: no son voces frecuentes, pero ello se explica precisamente por su carácter náutico. Está ya la primera variante en la arcaica Vie de Saint Gile (930): «mult par agreient ben lur nef: / font un tialz dessus le tref». Jal cita taud y el femenino taude, aquél en Willaumez (1825), éste en Grandpré (1829): «tente faite d’une grosse toile goudronnée ou peinte qu’on établit au-dessus des barques pendant la nuit, ou quand il pleut...» (Jal, s. v.); hay variante dialectal teu «une espèce de dôme que les pescheurs de Terre-Neuve mettent sur le baril dans lequel iis sont pour pescher la morue et se garantir des pluies et bruines qui sont continuelles sur le grand banc» (1667), Jal, s. v. Y de un fr. arcaico telt, antecedente de esta variante, ha de salir el bret. telt íd. En cuanto al étimo, indica Baist, y ello es evidente, que es germánico, aunque vacila entre el escand. ant. tjald ‘tienda’, ‘cortina’, y el fránc. tëld (comp, neerl. med. telt, neerl. ant. y ags. geteld ‘cortina’, ‘cubierta’, ‘tienda’, a. alem. ant. zëlt, gizëlt, alem. mod. zelt ‘tienda’). Realmente es imposible decidir terminantemente entre los dos orígenes, pues si la evolución de tëld hacia teaud ―y luego tiaud (o tialz) o bien taud― es regular, también es concebible que el grupo escandinavo jal fuese asimilado al diptongo del francés arcaico ea ante l (como beals ‘hermoso’, luego beaus), de sonido tan vecino; verdaderamente en escand. es grande la antigüedad y arraigo del vocablo, derivado del verbo débil esc. ant. tjalda ‘tapizar’, ‘armar una tienda’, de donde isl. ant. tjald ‘tienda de campaña’, ‘tolda en una nave’, ‘colgadura, tapiz’, nor. tjeld, dan. ant. tjæld, mod. telt, sueco tält (aunque está también en las lenguas occidentales: ags. teld, ingl. tilt, a. al. ant. zelt, verbo ags. beteldan ‘cubrir, envolver’) (Kalhe, Aisl. Elb., p. 225a; Falk-Torp s. v. telt). Ya hace tiempo que se sabe que de este étimo procede el verbo francés ant. tauder o taudir ‘cubrir’, bastante frecuente (God.), del cual deriva el moderno taudis, ‘chiribitil’.
En cuanto a la explicación fonética de las formas iberorromances, vacilaba Baist, pero sugería que taua (pron. to) pudo cambiarse en toldo en Asturias, bajo el modelo de formas leonesas como coldo = cast. codo. Mas éste es un caso algo raro, y por ello me parece preferible, y así lo exige la aparición de tolda ya en el S. XV, admitir que el vocablo pasó al iberorromance cuando el diptongo francés todavía se pronunciaba como tal; consta en efecto por los dramáticos que el diptongo au todavía tenía algo de pronunciación diptongada a primeros del S. XVI, y aunque estos gramáticos lo representan en forma aproximada por ao, no hay duda que el primer elemento debía estar fuertemente velarizado y sería más bien ࿀? o quizá ༚?; ahora bien, los casos como réchaud = rescoldo, chaudière = caldera, goufre = golfo, faute = falta eran tan numerosos que todo hispanohablante había de tender a nacionalizar estos diptongos en ? cambiando este fonema en l, y así era natural la adaptación de taud (= t࿀?t) en toldo (por lo demás la l todavía no se había mudado en u en Normandía en el S. XI, cuando se conquistó Inglaterra, y por lo tanto sería posible que un tealt con a muy velarizada fuese simplificado en toldo si se tomó en esta época).
Una variante de esta etimología propone Gamillscheg (R. G. I, p. 384) suponiendo que toldo sea germanismo español autóctono, partiendo de un hipotético gót. *TULD, hermano de las voces germánicas citadas. Pero esto es bastante menos verosímil: 1.º porque esta forma es doblemente hipotética: no sólo esta raíz no está documentada en gótico, sino que a las formas germánicas citadas habría de responder el gótico con un *TILD, y la forma supuesta por Gamillscheg sería una variante apofónica con vocalismo distinto, no atestiguada en ninguna lengua germánica; 2.º el cast. y el port. no poseen términos náuticos de origen gótico, ni en general tienen germanismos autóctonos en este compartimiento de su vocabulario, sino todos tomados por conducto del francés.
DERIV.
Tolda (V. arriba); toldilla. Toldillo; en América ‘mosquitero’ [1688], vid. Cuervo, Disq., 1950, 305. Toldar ‘poner colgaduras a una casa’ [S. XVI, Juan Aragonés, Rivad. III, 168], gnía. ‘vestir’ (en romance anónimo publ. p. J. Hidalgo, RH XIII, 43), ‘cubrir o aderezar’ (Juan Hidalgo); más común es entoldar (ya Santillana: «todas las naves fueron entoldadas» según Agustín del Campo; Aut.); entoldado (en Cuba toldado, Ca., 192). Toldero; toldería (para el uso arg., Tiscornia, M. Fierro coment., s. v.). Gall. toldao ‘medida de grano de medio ferrado’ oído por Sarm. hacia Tomonde, y en un doc. de Tenorio (ambos al E. de Pontevedra), de 1454, se lee «tantas toldadas de grano» (CaG. 131v, 234v), lo cual parecería un derivado de toldo, pero como no se explicaría bien el sentido y -ao en gall. no puede salir de -ATU sino de -ANU, tendrá razón Sarm. al admitir que se trata de toldano, la conocida forma sincopada del deriv. de Toledo, o sea celemín toledano: toldada < toldã-ada.
1 Si existiera una variante thollus, y el vocablo fuese culto, podría haber el tratamiento de celda < cella, etc.; pero realmente no hay tal thollus, ni en los clásicos ni en las glosas ni en latín medieval.― ↩
2 La única excepción sería el cast. ant. albatara ‘enfermedad que da a las mujeres a la boca del útero’ del ár. baǷâra ‘carnosidad a ambos lados de la vulva’; pero como ya observó Baist se trata de un tecnicismo médico y raro, en el que se leyó erróneamente ƫ en vez de Ƿ. Recuérdese que estas dos letras son iguales en el alfabeto árabe, diferenciándolas sólo el punto diacrítico que se agrega a la última.― ↩
3 Reproducida últimamente por Giese, Litbl. LVI, 187. ↩