TIBURÓN, en port. tubarão, en cat. tauró, de origen incierto; quizá tomado, por conducto del port., del tupí uperú (o iperú), con aglutinación de una t- que en este idioma funciona a modo de artículo.

1.ª doc.: 1519, Fz. de Enciso.

En este autor figura por primera vez en el nombre del Cabo del Tiburón, en el extremo occidental de la isla de Haití, junto al cual abundaba mucho este escualo, accidente geográfico al que Colón había dado en 1494 el nombre de Cabo de San Miguel, nombre todavía usual en 1500 y en 1503. Fz. de Oviedo en 1535 reconoce que «en los mares de la costa de España hay tiburones», pero añade «son por acá más comunes e más particularmente vistos e muertos a menudo» (Hist. I, 429), y sigue hablando de ellos en la p. 431, y en otros pasajes citados por Zaccaria, sin declarar en parte alguna, si no me engaño, el origen del vocablo. El P. Las Casas lo emplea también un par de veces diciendo que en el Mar Caribe se encuentran unos peces «de hechura de cazones... que los indios llamaron tiburones», V. las citas en Ca., 127, y Cuervo, Ap., § 971. Entre los autores españoles o que operan con fuentes españolas, sólo Las Casas y Pedro Mártir de Angleria (1515 o pocos años después) declaran que es voz indígena, y el último lo dice hablando de la Española: «inter quos piscis quidam ab eis dictus tiburonus». Más tarde aparece con mucha frecuencia, sin que nunca se refieran los autores a la procedencia del vocablo, en López de Gómara (Conquista de Méjico, 1552), en Antonio de Herrera (1601, cita de Malaret, Semánt. Amer., 107), en Tirso de Molina («¿hay Sacripante, hay Brunelo, / hay tiburón, hay caimán / más asqueroso y más fiero?», La Celosa I, v), en Quevedo, etc., vid. Aut. y Zaccaria. Todos ellos emplean la forma tiburón, hoy predominante.

Han corrido otras: tuberón, semejante a la portuguesa, está una vez en Pedro Mártir; tuburón o tuborón en el Islario de Santa Cruz (1560); tibrón corre hoy en la costa Atlántica de Colombia (Sundheim) y tribón en papiamento; taburón en la Colección de Fz. de Navarrete (IV, 229), en los viajeros del Perú Juan y Ulloa (1748), y hoy en Cuba (Pichardo, p. 258); de aquí la reducción taurón que se lee en el uruguayo F. Acuña de Figueroa (1790-1862): «tu grande boca de taurón o harpía / a una enorme cazuela se asemeja» (cita de Granada, Vocab. Rioplat., s. v. bagre), santand. tajurón (G. Lomas)1 con h aspirada por influjo de tahur. Esta variante tendría considerable extensión y antigüedad, pues a ésta corresponde la forma normal catalana del nombre de este pez, tauró, que es literaria actualmente y es la que he oído repetidamente en la Costa de Levante catalana, también en Alicante y debe de ser corriente en Mallorca (Ag.; G. Cortès, Illes d’Or VIII, 14); en la capital valenciana es más usual taburó, y en otros lugares, p. ej. en Teulada (prov. Alicante), se oye también tiburó2, pero al menos en parte se tratará aquí de un castellanismo individual3.

Si es dudoso que las formas catalanas sean originarias o dependientes de las castellanas, ya no se puede decir lo mismo del portugués, donde el vocablo se documenta antes que en castellano4, y ya en el relato de los descubridores del Brasil: en una carta de Pero Vaz de Caminha, escrita desde este país en el año 1500, dice que los indios tupies «levaram d’aly huum tubaram, que Bertolomeu Dias matou». El vocablo debió difundirse rápidamente desde allí a la metrópoli, lo cual es natural tratándose de un pez que tantas narraciones impresionantes había de motivar, y así ya encontramos tubaraões (rimando con cações) en las Cortes de Júpiter de Gil Vicente, a. 1519 (ed. Hamburgo II, 404); luego tubarão, tubarões, hablando del Brasil, en 1557, 1570, 1590, más tarde en el P. Mendoça, en Ant. Vieira, etc.; vid. Bluteau, quien cita una variante tuberão, que es la que da, junto a tiberão, Marcgraf, Historia Naturalis Brasiliae, en 1648. Con carácter ocasional el vocablo aparece muchas veces en francés (tiburon Rondelet, 1554, 1671, etc.), en inglés, en alemán, en italiano (tiburone frecuentísimo en las traducciones del castellano y del portugués en el S. XVI), pero en ninguno de estos idiomas ha llegado a ser denominación usual (fr. requin, ingl. shark, alem. haifisch, it. pescecane).

Discrepan los autores acerca de la etimología. Rufino J. Cuervo y P. Henríquez Ureña (RFE XXII, 182; Indigen., 114) aseguran que es palabra arauaca, oriunda de Haití, fundándose en la declaración de Pedro Mártir y en la del P. Las Casas, pero éste, como hemos visto, en realidad sólo dice que es palabra de los indios, no sabemos de dónde, y Pedro Mártir no estuvo personalmente en América, mientras que Fz. de Oviedo, que conoció bien el taíno, guarda silencio sobre el caso. Esta opinión es, pues, defendible, pero no puede considerarse probada ni mucho menos5. Lenz (Dicc., 719) y la Acad. dicen que es voz caribe, de lo que hay todavía menos pruebas: así como ignoramos el nombre del tiburón en taíno, sabemos que en caribe es waibayawa o waibararaw6.

Mayor atención hemos de prestar a la idea de Barbier (RLR LIV, 1911, 185-7, aceptada por M-L., REW 8966) de que el port. tubarão derive de túbara ‘trufa’ (tūber, -ĕris), porque la piel de estos escualos «est garnie de petits tubercules très serrés les uns contre les autres» (Lacépède, 1798); reconoce Barbier que la i del cast. tiburón presenta entonces una dificultad (que ciertamente no podría eliminarse a base de la forma trìfola ‘trufa’ de la Alta Italia, explicable por la pronunciación ü de estos dialectos), sin embargo quizá podríamos pasar por encima de esta dificultad, suponiendo que en castellano se tomó del port. tuberão (también se ha dicho túbera ‘trufa’ en port.: Bluteau) cambiado en *tubirón y luego tiburón. Pero la opinión de Barbier sólo me parece medianamente verosímil en el aspecto semántico: a un pez que tenemos tan pocas ocasiones de examinar fuera del agua, y muchas más de observarlo con temor cuando merodea vivo, no es probable que se le diese nombre a base de un detalle tan poco perceptible; otra cosa sería si se tratase de un nombre científico, pero estamos buscando la etimología del nombre vulgar.

Nos queda la opinión de que el vocablo viene del tupí por conducto del portugués. Esta opinión la rechazó Hz. Ureña (quien la atribuía erróneamente a von Martius), alegando que cuando escribía Pedro Mártir todavía los españoles no habían estado en contacto con pueblos de lengua tupí-guaraní. Más tarde, el autor de la idea, Friederici, la ha fundamentado más sólidamente en ZFSL LIV, 1930, 182-7, y Am. Wb., 608-9, logrando la aprobación de De Goeje (l. c.). El vocablo, de acuerdo con la documentación de que disponemos, habría pasado primeramente al portugués, y de los portugueses a los españoles, que no lo conocerían todavía en los primeros años del S. XVI, cuando daban al Cabo del Tiburón el nombre de Cabo de San Miguel; Fernando Colón, que murió en 1539, se lamenta del olvido en que cayó el nombre dado por su padre, aunque en los últimos tiempos de este escritor el vocablo ya era conocido en castellano y él lo cita en la forma tuberone o tiburoni. La fuente del port. tubarão, tuberão, sería el tupí uperú, ya mencionado en esta forma en 1558 y 1578, iperú en 1557, y la t- inicial sería debida a la aglutinación del pronombre personal de tercera persona t-, de acuerdo con la observación de Tatevin de que en este idioma, que no posee artículo, se enuncian casi siempre los nombres en estado aislado haciéndoles preceder del pronombre personal de tercera persona i o de sus equivalentes se o s, te o t: de ahí que el tupí aiupaue ‘especie de choza’, fr. ajoupa, aparezca comúnmente en los cronistas bajo la forma tejupaba, teyupar, etc. (ZFSL LIV, 176-7). Realmente es cierto que los hábitos aglutinantes del idioma guaraní hacen muy difícil delimitar el cuerpo de las palabras de este idioma, aun para los propios especialistas (Morínigo, Hisp. en el Guar., p. 37), y es un hecho que en un buen número de nombres tupí-guaraníes la forma con t- aglutinada, además de expresar el posesivo no reflexivo de tercera persona, indica también la idea del nombre en cuestión sin añadido semántico alguno: túba, p. ej., es ‘el padre de él’, pero también ‘padre’ a secas (frente a xerúba ‘mi padre’, Pedro rúba ‘el padre de Pedro’, ogúba ‘su propio padre’), vid. Platzmann, Gramm. der Brasil. Sprache, § 92, y comp. Tupá ‘Dios’, usual en la Arg.7; recuérdense además los casos de aglutinación del pronombre equivalente i- ((y)aguará, (y)aguané). Esta etimología es, pues, admisible desde el punto de vista tupí, y se comprende bien que los portugueses al oír t-uperú a los indígenas brasileños, como nombre de este pez que tanto había de preocuparles, adoptaran el nombre que oían aplicarle, cambiándolo levemente en tuberão (o tubarão) ayudando el influjo de túbera, -ara, por etimología popular, acción en la cual más que los tubérculos de la piel del pez influiría su cabeza chata, más o menos comparable, aunque muy vagamente, con una trufa o criadilla; también es admisible que tuberão al pasar al castellano se convirtiera primero en *tubirón a causa de la pronunciación cerrada y laxa de la e átona portuguesa, y luego en tiburón por metátesis; por otra parte tubarão > taburón > tauró(n). Que el tiburón ya era conocido en los mares europeos es cierto, y sabemos sus antiguos nombres romances (cast. marrajo, port. marraxo; tintorera ~ tintureira), pero es natural que abundando mucho más en América terminara por generalizarse la denominación americana.

Las dudas que esta demostración nos deja, no pueden despreciarse, pero no son decisivas, y desde luego es más convincente que las demás propuestas.

1 Supongo que sería el mismo pez que dieron a Azkue en Hondarrabia y en otros lugares, como equivalente castellano del vco. kaiel «pez grande», de tintuleta y duroi. Formas propiamente vascas del mismo vocablo son vizc. duroi (Bermeo) y burutu (Bermeo, Murélaga).―

2 Debo los informes valencianos a J. Giner i March.―

3 Es sabido que hay tiburones en el Mediterráneo; sobre todo la especie llamada en catalán tintorera, que aunque pequeña ataca al hombre y no es rara en el puerto de Barcelona y en otras partes. De ella distinguen los pescadores catalanes el tauró, que todos describen con precisión, aunque algunos confiesan no haber visto personalmente ninguno. Desde luego es mucho más frecuente en el Atlántico. La tintureira es conocida en Portugal, V. el pasaje de JoƟo dos Santos, S. XVII, citado por Bluteau s. v. tubarão; cf. vco. tintuleta.―

4 Es verdad que el diario de Colón, en 25 de enero de 1493, ya traería tiburón según Guillén, La Parla Marinera, pero trasmitido este diario por el P. Las Casas es probable que no todos sus vocablos sean del Descubridor.―

5 Si constase que cajaya era nombre indígena del tiburón en Haití, como dijo Gregorio García (1729), citado por Bachiller y Morales, Cuba Primitiva, p. 230, tendríamos otro motivo para dudar de que tiburón sea taíno, pero la obra de García contiene afirmaciones de autenticidad muy sospechosa. Lo mismo cabe decir respecto del análisis que el mismo autor hace de tiburón como voz haitiana compuesta de ti ‘tierra’ y burón ‘pez’: pero nada de esto consta en fuentes fidedignas. ‘Tierra’ se llamaba monha, mo y variantes, en taíno, según De Goeje, p. 13.―

6 C. H. de Goeje, Journ. de la Soc. des Amér. N. S., XXXI, 1939, p. 61.―

7 Sin duda entre los guaranismos en t- inicial reunidos por Morínigo en su trabajo del BAAL no hay otro que se encuentre en este caso, pero al fin y al cabo se trata sólo de una docena de palabras.