TIBIO, del lat. TĔPէDUS íd.; la primera i de tibio se explica como resultado fonético de la Ĕ bajo el influjo de la semiconsonante i de la sílaba siguiente.

1.ª doc.: tebio, Alex. O, 1125c; tibio, Alex. P, APal. 494b.

«La fuent... / con todas essas buenas avié otra natura: / de día era fría, quando faze calura, / tebia era de noche, a la mayor friúra», Alex.; «tepefacio: fago ser tibio» APal.; «tibia cosa: tepidus» Nebr. De uso general en todas las épocas. Si dispusiéramos de mayor documentación medieval, seguramente veríamos que la forma tibio fué predominante desde los orígenes, por lo menos en Castilla, siendo la variante tebio propia del dialecto leonés, en que está escrito el ms. O del Alex. Todas las formas romances proceden de la base TĔPէDUS, cantidad bien documentada en latín clásico y única justificada según la etimología indoeuropea1. Varios filólogos han creído encontrar dificultades en el tratamiento de la vocal tónica de TEPIDUS en cast. y port.; y así, desde que M. P. en su Manual de Gram. Hist., 6.ª ed., §§ 11.2c y 41, creía tener que postular un étimo *TPէDUS, que por su parte sería arbitrario e injustificable, se entabló una larga polémica en la que tomaron parte Hanssen (Sobre un Compendio de Gram. Cast., tir. ap. de AUCh. 1908, 7-8), Zauner (Litbl. XXXII, 407), Tuttle (Mod. Lang. Review XXXIII, 52), R. G. Kent (Language XIII, 145-6) y J. H. D. Allen Jr. (Hisp. R. X, 258-9). Discusión harto estéril y superflua, y desde luego mal orientada, pues todos los participantes mostraron una concepción demasiado simplista de la fonética histórica. En cuanto a la propuesta de los dos últimos de suponer un *TզPէDUS influído por FRզGէDUS puede rechazarse sin discusión; los demás se acercan ya algo a la verdad. Como observaba Cornu (GGr. I, § 7), el tratamiento tíbio en portugués es perfectamente regular y paralelo a dízima DĔCէMA, pírtiga PĔRTէCA, Pírez PĔTRզ (+ -z). En cuanto al cast., si la evolución de TEPIDUS no es paralela a la de NĔRVէUS > nervio, N֊VէUS > novio, VĔNզ > ven, HĔRզ > ayer, y a la de pértiga, Pérez, etc., es porque las condiciones fonéticas no eran las mismas. Se ha olvidado sobre todo la cronología. En novio o nervio hubo una semiconsonante desde el latín vulgar, lo que impidió la diptongación; mientras que en nuestro caso se pronunció *tiébedo y luego *tiébeo hasta fecha muy tardía, quizá hasta el año 1000. Sólo más tarde llegó a pronunciarse *tiebȳo y éste se redujo a tibio, por una simplificación que no carece de analogía con la de Dieos en Dios, MEUS > mío y análogos. No es imposible que influyeran los pretónicos entibiar y tibieza (comp. alivia ADLĔVIAT seguramente debido a aliviar), pero no creo que sea ésta la razón principal. Hay que dejar aparte como tales las formas verbales sirvo y análogas.

Sobre la cuestión ha escrito muy desafortunadamente Malkiel, Rom. LXXIII, 145-76: la base *TĔPIUS que él supone, además de arbitraria en latín, y de inadecuada para el consonantismo (el resultado romance habría sido entonces *tepio), precisamente presentaría mayor dificultad que TEPIDUS para explicar la í.

DERIV.

Tibieza [APal. 494b]. Entibiar [Nebr.], ant. atibiar [h. 1400, glos. del Escorial]; entibiadero [Nebr.].

1 Corresponde regularmente a la Ĕ aun la pronunciación catalana tbi, muy extendida en el dialecto oriental (es la usual en mi familia); cierto que existe otra pronunciación tȇbi, que he oído varias veces en Barcelona y otras partes, y es la que da Fabra en su Gram. Cat. de 1912. Pero no hay que creer que esto suponga una base en o է, sino que obedecerá a influjo del hecho de que casi todas las voces catalanas con i postónica son cultismos, y por lo tanto se pronuncian con vocal abierta, si la tónica es una e.