TERTULIA, ‘cierta parte del teatro’, ‘reunión de gente para discutir o conversar’, origen incierto; es verosímil que se diera el nombre de tertulianos a los espectadores más cultos, por la extendida costumbre de citar a Tertuliano en los sermones y cenáculos del S. XVII, y que de ahí se extrajera tertulia como nombre de la parte del teatro donde se sentaban estos espectadores, o como nombre de los cenáculos más o menos eruditos; esta aplicación del nombre de dicho Padre de la Iglesia se hacía en parte por su fama propia, pero también parece haber contribuido mucho a ello la interpretación de su nombre como ter Tullius ‘el que vale tres veces como Tulio’ (o sea Cicerón), interpretación fundada en la corrupción de un pasaje famoso de San Agustín (donde philosophaster Tullius se convirtió en philosophus ter Tullius).
1.ª doc.: 1609-45, Quiñones de Benavente.
En su apoyo me limitaré a observar que Aut. no da ejs. literarios de tertulia, pero sí da uno de tertuliano ‘contertulio’ en Luis de Ulloa († 1663); aunque el de tertulia en Benavente, que arriba he citado, debe de ser algo más antiguo, esto confirma que tertuliano lo es también. Por lo demás ambos vocablos faltan todavía en Covarr. y Oudin y no poseo ejs. de otros clásicos. Aut. define «en los corrales de comedias de Madrid es un corredor en la fachada frontera al theatro superior, y más alto que todos los aposentos», «la junta voluntaria o congresso de hombres discretos para discurrir en alguna materia; algunos dicen tertúlea», «la junta de amigos y familiares para conversación, juego y otras diversiones honestas». En el sentido teatral es frecuente en obras del S. XVIII y princ. del XIX (vid. Fcha.); saco del dicc. de Ruiz Morcuende los lugares siguientes, que confirman la explicación de Schack: «aquel balcón largo es la / tertulia, para sujetos / graves, gente de peluca» Ramón de la Cruz, «habiendo callado todo el patio, convocada la atención de toda la tertulia, suspenso el ruido de la cazuela..., empieza a hablar» Cadalso, «lo que hoy es luneta se llamó al principio bancos, y la parte más alta, que hoy es tertulia y palcos terceros, se llamó desvanes» L. Fz. de Moratín. En doc. de Valladolid de 1798: «pueden aumentarse los aprovechamientos del teatro... haciéndose las obras siguientes: una tertulia en el segundo piso de palcos... Que la tertulia nuebamente hecha para las señoras mugeres, se componía de 80 asientos en 5 gradas...» (BRAE VIII, 25). Fernando Ortiz explica con referencia a Cuba: «lugar primitivamente destinado a las mujeres en un teatro, por disponerlo así las leyes; hoy significa una cazuela de preferencia en ciertos teatros grandes, adonde pueden acudir ellas y ellos» (Ca., 21); lo que añade de que se llamó así por no haber asientos fijos en esta parte del teatro, sino que los espectadores podían colocar los asientos a sus anchas como en tertulia, debería comprobarse mejor, pues es más probable que la tertulia teatral y las tertulias de salón o café recibieran independientemente el nombre de los tertulianos o gente erudita que a ellas concurría, o bien que la tertulia de salón fuese extensión traslaticia de la tertulia teatral, más bien que al contrario, al menos a juzgar por las fechas de la documentación (también en Luis de Ulloa parece tratarse de un teatro: «y entraron los tertulianos / rigidíssimos jueces»)3.
Escrito este artículo sale una nota en que la fina sabiduría de M. Bataillon (RFE XXXV, 122-4) coloca tertulia en el ambiente cultista del léxico erudito y algo pedante puesto de moda en el S. XVII. Un pasaje escrito por el P. Diego Calleja en 1695 habla de «los que por alusivo gracejo llamamos tertulios, que sin aver cursado por destino las Facultades, con su mucho ingenio y alguna aplicación suelen hazer, no en vano, muy buen juizio de todo». Interpreta Bataillon esta «alusión graciosa» descomponiendo ingeniosamente tertulio en ter Tullius ‘tres veces Cicerón’. No cabe ya dudar de que la palabra que nos interesa se refirió primitivamente a gente más o menos erudita o tenida por tal. En cuanto a elegir entre Tulio y Tertuliano no es nada fácil y debo dejarlo para el futuro. La nueva etimología tiene la ventaja de ahorrarnos la derivación retrógrada, procedimiento menos común que la derivación normal. El uso del numeral ter parece bastante rebuscado (¿por qué tres y no dos, diez o ciento?), aunque no debemos olvidar que el tres es número empleadísimo en las ponderaciones populares y cultas. Así y todo el partir de un nombre simple y conocidísimo como Tertuliano da a la etimología antigua mayor simplicidad, y la documentación de que hasta ahora disponemos nos muestra tertulia y tertuliano con mucha mayor frecuencia y considerable margen cronológico antes del supuesto primitivo tertulio. Y al fin ni siquiera del P. Calleja sabemos si pensaba en Tertuliano o en Cicerón. Hará falta, por lo tanto, acopiar más datos y estudiar más detenidamente este problema dentro del léxico del S. XVII. No parezca, por lo tanto, extraño, sino posible, que tengan razón tanto los que relacionan la etimología con Tertuliano como los que prefieren a M. Tulio Cicerón. San Agustín, en la Ciudad de Dios, princ. del cap. 27, escribió, riéndose de Cicerón, a quien su filosofía no salvaba de los errores religiosos: «Vir gravis et philosophaster Tullius... clamabat... sibi Floram matrem ludorum celebritate placandam». Cuando iba a ser edil el filósofo quería aplacar las iras de Flora con la solemnidad de unos juegos. Philosophaster, hapax, no fué entendido por los escribas, y todos los mss. (salvo uno, poco conocido hasta el S. XIX) leyeron philosophus ter Tullius, o más bien Tertullius, que es lo que dan todas las ediciones hasta fecha moderna, salvo algunos que enmendaron en Tertullianus, lección en la cual se basa el comentario muy difundido que en el S. XIV escribió el francés Presles (V. la trad. catalana del S. XIV, BABL VII, 211, 212). Sin embargo Luis Vives ya comprendió que no podía tratarse de Tertuliano e intuyó genialmente la lección verdadera, restablecida por Migne (Patrol. VII, 77) y aceptada por Dombart, S. Angus y demás filólogos modernos. Sospecho que en España debió de discutirse mucho acerca de la corrección de Luis Vives, y que la fácil seudo-etimología Tertullianus = ter Tullius ‘el que vale tres veces por Cicerón’ sería ampliamente aceptada por los católicos a ultranza y enemigos del Renacimiento paganizante. De discusiones como éstas pudo nacer la idea de llamar tertulios, quizá algo irónicamente, a los sabiondos que discutían en tertulias o se erigían en jueces de las producciones teatrales.
Las demás etimologías que se han propuesto son inadmisibles. La de Storm (Rom. V, 185), que lo considera hermano o hijo del it. trastullo ‘entretenimiento’ (a su vez de origen incierto, Migliorini sugiere venga del b. lat. transtollere documentado una vez por Du C. en el sentido de ‘entretener’)4, no es admisible en el aspecto fonético, pues no tendría paralelos el cambio de trast- en tert-. Spitzer (Lexik. a. d. Kat., 129), fijándose en tertuliar empleado en Colombia con el sentido de ‘conversar’, sugiere una creación onomatopéyica relacionada con tartajear, port. tartalha ‘charlatán’, oc. tartaià, que en el Gers significa «babiller, bavarder», pero ya M-L. (REW 8589) objeta que eso es poco claro en cuanto a la forma: en efecto no se explicaría bien la singular terminación -ulia. El propio Spitzer parece haber preferido después la explicación de Schack, que ya cita en su p. 161; aunque su idea posterior, MLN LXXIV, 131, de que salga de un tractoria, alteración del plural de tractatorium ‘locus in quo consilia agitantur’ es forzadísima en todos los aspectos. Pensar en un préstamo del fr. tréteau ‘andamio teatral’ tampoco explicaría la terminación.
Del cast. pasó tertúlia al port. [Fig., pero no todavía en Moraes, ni D. Vieira, 1874], al cat. [Ag. cita el derivado tertuliaire en 1844], y aun al francés, donde Littré (Suppl.) señala su empleo desde 1872.
DERIV.
Tertuliano [med. S. XVII], hoy va quedando desusado en beneficio de tertulio [1695; Aut.] o más bien contertulio (también se ha dicho contertuliano; y tertuliante, 1759, vid. arriba). Tertuliar cub. ‘hacer tertulia’, chil. ‘estar de fiesta o de juerga’5.
1 La versión de Rivodó (Entretenimientos Gramaticales VII, 164) es menos verosímil: «recordamos haber leído que tertulia provino de una reunión de amigos, en la cual se entretenían en leer los escritos de Tertuliano».― ↩
2 Algunas ediciones del Patrañuelo de Timoneda (med. S. XVI) llevan el título de El Discreto Tertuliante, pero no parece que este título se halle en ediciones anteriores a la de 1759 (Cej. Hist. de la Lit. III, 43).― ↩
3 Sentido humorístico y secundario es el andaluz «parte del cementerio en que entierran a los pobres, también llamado la olla» (RH XLIX, 607). No sé si es real la variante argentina tortulia que aparece impresa en Draghi, Canc. Cuyano, p. 87.― ↩
4 El italianismo trastulo se ha empleado alguna vez en castellano (falta en Aut.).― ↩
5 «Remoler: tertuliar con mujeres, música, bebida y bailes populares» Guzmán Maturana, D. P. Garuya, p. 329; en el folleto Paremiología del mismo autor leo «fonda: ramada, casucha que se improvisa para remoler (tertuliar) en días de festividades». Claro que esto no apoya la derivación del it. trastullarsi. ↩