TARIMA, del ár. ƫarîma (también ƫârima) ‘pórtico’, ‘dosel’, ‘estrado, tarima’.
Define aquél «une couche ou chalit de bois à la moresque: tribunal, marchepied», «marchepied eslevé de trois ou quatre degrez ou encor moins, sur lequel on estend un tapis de Turquie ou autre, et dessus y a des coussinets pour asseoir les dames, il y en a aussi sous les dais des grands seigneurs»; Covarr.: «el estrado que acostumbran poner a los reyes o príncipes, de madera, el qual cubren con paños de seda o brocado, y sobre él la silla o sitial...».
Aut. ya da la definición moderna, y cita ejs. literarios, algo tardíos, del S. XVII. En portugués se dice
tarimba, ultracorrección que se explicaría con mayor facilidad si supusiéramos que los portugueses tomaron el vocablo del cast.: de todos modos esta forma se propagó al cast. de partes de América (
BDHA IV, 241; Cuervo,
Disq., 1950, p. 364); en cat. es castellanismo reciente, y del cast. viene también el lombardo
terìma (
KJRPh. IV, 182). La etimología arábiga fué ya señalada por Dozy (
Gloss., 348). En árabe es palabra ajena a los diccionarios clásicos, pero ya aparece en R. Martí (S. XIII), en varios autores españoles y africanos del S. XIV, en las Mil y Una Noches, en un antiguo poeta persa de lengua arábiga, etc. En casi todos tiene la forma
ƫârima1, sólo PAlc. acentúa
taríma: se trata, pues, de una variante propia del hispanoárabe. Por lo común significa «dais, portique, cabine d’un vaisseau, armoire dans le mur», pero en el árabe de España aparece la ac. ‘estrado’ («cama de madera» PAlc., «lectus» R. Martí), y algo parecido significa hoy en Argelia. Como el vocablo no tiene raíz en árabe, debió de tomarse en préstamo de otro idioma; quizá del persa, en cuyos diccionarios clásicos aparecen formas semejantes (Dozy,
Suppl. II, 42
a).