TARACEA, del ár. tarɊî⺆ nombre de acción de ráɊɊa⺆ ‘taracear’.
1.ª doc.: ataracea, 1533, Hist. de Morgante.
La misma forma aparece en Lope (DHist.) y en otros clásicos. La moderna taracea, que ya predominaba en tiempo de Aut., está ya en Mármol (1573), en Quevedo, Saavedra Fajardo, Solís (Fcha.); en Ant. de Guevara y en las Ordenanzas de Granada (1672) aparece una forma atarace, explicable por el étimo arábigo. En esta lengua hay que tener en cuenta que la î en contacto con consonante enfática sonaba como una e, y el ⺆ producía en los oídos españoles un efecto semejante a una a, como puede verse por las transcripciones de PAlc. Además del cast. taracea esta voz arábiga dió el it. antic. tarsìa ‘taracea’, it. intarsiare ‘taracear’, it. intàrsio ‘taracea’, cat. ant. tarsia (1575 «taula de noguer obrada de tarsia... opere tessellato»: Onofre Pou, p. 186). Indicaron la etimología Engelmann (en Dozy, Gloss., 212), Dozy (Suppl. I, 533b) y Eguílaz (304). RáɊɊa⺆ con su nombre de acción correspondiente son voces bien conocidas del árabe clásico y occidental. Originariamente taracea y el verbo atarazar no tenían relación, pero la semejanza de forma y aun de sentido hizo que se emplearan alguna vez formas como atarazar ‘taracear’ (Paravicino) y ataracear ‘atarazar’ (Torres Villarroel, DHist.); a la misma causa puede deberse la a segunda de taracea, que también podría explicarse por anaptixis. Son etimológicas las formas atarce (med. S. XV, Gómez Manrique), atarcee (1527, Orden. de Sevilla) y atarcíe (íd.), citadas por el DHist.
DERIV.
Taracear [1615, Roa, Aut.].