TAMEME, mej., chil., del náhuatl tlameme ‘el que lleva carga’.
1.ª doc.: h. 1540, Fz. de Oviedo.
La voz náhuatl está ya en Molina (1571), y no es rara en cronistas de Indias que hablan de la América del Norte. También se trasmitió a Chile, donde ya aparece empleada en 1551, pero a fines del siglo el Inca Garcilaso lo consideraba voz esencialmente ajena a su país, pues la atribuye a la lengua de Haití. El origen azteca es indudable, vid. Lenz, Dicc., 707; Robelo, 658, 674; Friederici, Am. Wb., 588.