TAHEÑO, del ár. taɅánnuȐ ‘acción de teñirse el cabello con alheña’.
«Se aplica al que tiene la barba roxa o bermeja»
Aut. Empleólo Lope: «¡Hola! El Rey se va. CONSTANZA: Tan presto, / que aún no he podido saber / si es barbirrubio o
taheño» (
Peribáñez I, xxvi)
1. Hoy en el Ecuador se dice
tahiño (Cuervo,
Obr. Inéd., p. 167). Lo común fué decir
barbitaheño, como figura en la
Lozana Andaluza y en el
Quijote (
DHist.). Falta en los dicc. de arabismos y demás etimológicos, pero la Acad. (ya 1925, no 1884) sugirió como étimo
taɅna ‘acción de teñir de alheña’ (en realidad lo único que hay en este sentido es
taɅnî o
taɅnîya), lo cual enmendó Steiger (
Contrib., p. 256) en
taɅánnan, verbo que significa ‘él fué teñido de alheña’; aunque esto último supondría un cambio difícil de valor gramatical, y aquello no podría justificarse fonéticamente, la idea es buena fundamentalmente. La alheña, en efecto, la empleaban los árabes para teñirse la barba (como atestigua Freytag), y realmente esto era característico, pues en la
Gr. Conq. de Ultr. los cruzados reconocen a los árabes disfrazados, que querían penetrar a traición en un castillo, por sus barbas alheñadas (p. 240
b); y que la costumbre de alheñarse el pelo penetró en España lo sabemos por varios testimonios (
DHist., s. v.
alheñar), uno de Lope referente a los moros, mientras que los de Suárez de Figueroa, Quiñones de B. y Castillo Solórzano se refieren ya a españoles cristianos: el último hace referencia a la barba, y los otros aluden a que se hacía así para disimular las canas. Es verdad que Gordonio (ibid.) nos dice que la alheña tiñe los cabellos de negro, pero todos hemos podido observar que a mucha gente que se tiñe la barba sin cuidado se le vuelve luego rojiza; así ocurriría con la alheña, y a ello quizá se refiere el nombre de
alheña aplicado a la roya que ataca las plantas. La relación de
taheño con
alheña sería tan obvia que dió lugar a la alteración
talheño que Oudin define «barberousse». Desde el punto de vista formal la propuesta de Steiger es más factible:
taɅánnan ‘fué teñido de alheña’ es forma vulgar analógica registrada por R. Martí (p. 237, s. v.
alignare), en lugar de la clásica
taɅánnaȐ. Hasta qué punto se empleaban una y otra en España no podemos precisarlo. Me parece preferible de todos modos partir del nombre de acción
taɅánnuȐ ‘el hecho de estar tenido de alheña’
2 (o si se quiere una forma vulgar
taɅánnun, correspondiente a la forma de R. Martí), que se castellanizaría normalmente en
taheño, y como esta palabra, a pesar de ser en su origen sustantivo abstracto, tenía terminación de adjetivo romance, pasó muy naturalmente a emplearse como tal.