SUEÑO, del lat. S֊MNUS ‘acto de dormir’, con el cual vino a confundirse en castellano el lat. S֊MNէUM ‘representación de sucesos imaginados durmiendo’.
1.ª doc.: Cid.
Por lo demás, aun las demás lenguas romances, cuya fonética permitió conservar la distinción latina, incurren a veces en la confusión; el port. y gall.1 distinguen entre sono S֊MNUS y sonho S֊MNէUM, el cat. antiguo paralelamente entre son y suny (hoy sustituído éste por el cultismo popularizado somni o sòmit), el fr. entre somme y songe, el it. entre sonno y sogno, etc.; pero en todos ellos sería fácil señalar casos de trasgresión de la distinción sinonímica; p. ej. en cat. es común decir aquesta nit he tingut un mal son ‘una pesadilla’, aunque el uso de som(n)i sea también popular y aun más común.
En castellano la única tentativa para distinguir ha consistido en crear ensueño para el sentido de SOMNIUM; pero la distinción en ninguna época se ha practicado sistemáticamente ni aun con carácter algo general. Ensueño es ajeno al léxico del Cid, Berceo, Apol., J. Ruiz, Conde Luc., la Celestina, el Quijote, Góngora, Ruiz de Alarcón, L. Fz. de Moratín, etc.; no figura en los glos. de h. 1400, en APal., Nebr., PAlc., C. de las Casas, Percivale, Oudin, Covarr. Es palabra muy tardía, que no puedo documentar antes de 1580, en el comentario de Herrera a Garcilaso; además de éste sólo conozco otros tres testimonios clásicos: en el Viaje al Parnaso de Cervantes (citado como aquél por Aut.), en Sorapán (cita de Pagés) y en Fr. Ant. Álvarez (Cej.). Junto a esto siguió empleándose con carácter predominante sueño con el valor de ‘lo fantaseado durmiendo’: abundan, los ejs. en Góngora, el Quijote, y todos recordamos los de La Vida es Sueño, con el monólogo célebre, donde el vocablo aparece alternativamente con el valor de ‘somnus’ y de ‘somnium’. Aunque es verdad que los cuatro ejs. clásicos de ensueño significan ‘somnium’, Aut. y Terr. no tratan de establecer una distinción sinonímica, limitándose a decir que vale «lo mismo que sueño». En el período postclásico, ensueño parece haber quedado casi olvidado, pues la Acad. en sus eds. de 1817, 1843, 1884, etc., lo califica de palabra anticuada, nota que no se le quita hasta 1899. Hoy vuelve a emplearse, aunque sólo como voz de tono literario, y la Acad., además de la ac. propia ‘somnium’, le reconoce la figurada ‘ilusión, fantasía’; en realidad ésta, con el matiz especial de ‘ilusiones que uno se hace’, me parece ser la única verdaderamente usual, salvo cuando se necesita un juego binario de vocablos para hacer la distinción sinonímica entre ‘somnus’ y ‘somnium’ (en definiciones léxicas, exegéticas, lógicas, etc.).
En la averiguación de la etimología de nuestra palabra ensueño pueden tomarse en consideración dos hipótesis. 1.º Existió un verbo ensoñar empleado en el sentido de ‘tener un sueño’ en Berceo (ensoñar un sueño, S. Or., 188c, 189d), y esporádicamente en otros cuatro pasajes de los SS. XVI-XVII (citas de Cej. y Spitzer), todavía vivo en Cuenca y en Andalucía: de ahí pudo derivarse ensueño. 2.º Como continuación o imitación del lat. էNS֊MNէUM, sinónimo de SOMNIUM empleado por autores de la Edad de Plata y ya una vez por Virgilio, y que parece ser imitación del gr. Ɔνύπνιον. Una continuación hereditaria creo puede descartarse, pues las palabras que pone M-L. en el artículo INSOMNIUM son todas vocablos raros o locales, que deberán mirarse como neo-formaciones secundarias; y en cuanto al cast., la fecha de ensueño es demasiado tardía. Lo que sí puede creerse es que el cast. ensueño sea una creación de los humanistas del S. XVI inspirada en el latín, y quizá algo apoyada por la existencia de ensoñar; ésta me parece provisionalmente la conclusión más probable. Es muy posible que fuese creación personal de F. de Herrera, a quien se deben tantas imitaciones latinas de este tipo; que en tiempo de Cervantes seguía siendo un vocablo peculiar de los que se preciaban de «hablar bien», nos lo enseña su contexto: «de una de tres causas los ensueños / se causan, o los sueños, que este nombre / le dan los que del bien hablar son dueños». Estudia la cuestión de sueño y ensueño dentro del marco romance general Spitzer, VRom. I, pp. 49-62, 396.
DERIV.
Soñar [Cid]; para ensoñar y ensueño, V. arriba; soñación; soñador; soñante; soñarrera; soñera o sueñera (A. Alonso, El Probl. de la L. en Am., 95). Soñoliento [APal. 463d; 1566, Arbolanche, 93r20, 108v1] también se dijo soñoso (Berceo), soñoroso (1399, Gower, Conf. del Amante, 203); soñolencia o más bien somnolencia [S. XVI, Aut.], en Gower (l. c.) soñorolencia. Ast. desconsoñar ‘sacudir el sueño’ (V). Gall. sonear ‘echar sueños’, ‘estar soñoliento’: «no inverno os ricos sonean a caron do braseiro» Castelao 143.15; soneca ‘sueñecito’: «si ten muito sono... botar unha soneca» ib. 223.6. Cultismos. Insomnio. Insomne. Del gr. Ǫπνος, ‘sueño’, hermano del lat. somnus: hipnal; hipnosis, hipnótico, hipnotismo, hipnotizar, hipnotización, hipnotizador.
CPT.
Somnámbulo [Acad. S. XIX], más comúnmente sonámbulo; somnambulismo. Somnífero. Somnílocuo.
1 Vall., etc. «Sôno, el sueño» Sarm. CaG.; también sono ‘ganas de dormir’: «a fome de sono» Castelao 145.20, y cf. Supra DERIV. ↩