SOR, del cat. ant. sor ‘hermana carnal’, y éste lat. S֊ROR, -ĶRIS, íd., empleado en vocativo al dirigir la palabra a una persona, o en nominativo.

1.ª doc.: Covarr.

Dice éste «En lengua catalana vale hermana, y úsase tan solamente entre las religiosas, Sor María, Sor Ana, etc.»; Aut. «lo mismo que hermana y se usa sólo entre las religiosas». Falta todavía en C. de las Casas, Percivale, Oudin, y es ajeno al léxico de Góngora y del Quijote; creo lo es también al de Santa Teresa1. Por razones fonéticas es evidente que S֊ROR no pudo dar sor en castellano; además sería un caso inaudito que en esta palabra se hubiese conservado en castellano el nominativo. En el idioma arcaico se encuentra alguna vez el representante hereditario del acusativo SORĶREM: seror2 Berceo, Mil., 841c, Alex., 2184; pero el triunfo completo de hermana fué rápido en cast., y sólo queda algún testimonio esporádico en la toponimia, como en el nombre del Pico de Tres Sorores en el Alto Aragón; también fué rápido en port., quizá algo menos, pues hay bastantes huellas de seror, selor, soror, solor o serol en la toponimia, y con el sentido de ‘sor, monja’ en el idioma antiguo (RL XXXV, 99-100). En cat., también acabó por imponerse germana, ya medieval, pero en la Edad Media encontramos sor muchas veces con el valor de ‘hermana’, carnal o no, y todavía en el S. XV («no hi hach madrina / sor ni cosina» Jaume Roig, v. 11422)3; después queda restringido al mismo uso que hoy tiene en cast., y desde el catalán debió propasarse al cast. este uso de lo cual es buen testimonio el coetáneo Covarrubias4. En catalán la conservación de un nominativo (paralelo al oc. sor, fr. soeur, it. ant. suoro) es menos excepcional que en cast., pues corresponde bien a frare, pare, mare, que por consideraciones fonéticas han de venir de FRATER, PATER, MATER, más bien que de los acusativos FRATREM, PATREM, MATREM5>. Por lo demás la preferencia por el nominativo-vocativo es natural en nombres de parentesco, y así no es sorprendente que partiendo del apocopado *SOR por SOROR, se empleara ya alguna vez en latín vulgar un plural sores, que se encuentra en inscripciones africanas (KJRPh. XII, 67).

1 Llama a sus hermanas en religión Estefanía, María de la Cruz (Fundaciones, Cl. C., p. 202), Ana de la Madre de Dios (p. 247), María del Sacramento (p. 278) a secas, o bien Doña Casilda (p. 202). Doña Beatriz (p. 210), según los casos. No he hecho una investigación extensa. A ella la llaman «dicha Teresa de Jesús» (p. 248).―

2 Debió de persistir en algún ambiente semibilingüe del P. Vasco: de la Morf. de Azkue, p. 164.26 se deduce que todavía se emplea en Lequeitio serora como nombre de ciertas mujeres que llevan velas tras el féretro en un entierro. Pero es palabra vasca y no castellana, aunque de origen románico claro. El paso de -e > -a puede explicarse en vasco por hechos morfológicos generales. El DAzk. dice que es ‘solterona que sirve en la iglesia’ en vizc., guip. y a. nav., ‘monja’ en vco.-fr. y a. nav., ‘mujer del sacristán’ en el O. de Vizcaya; de ahí ‘especie de gaviota’ en San Sebastián.―

3 Popularmente se emplea todavía mala sor! como injuria, dirigida a una mujer cualquiera.―

4 A no ser por él habríamos podido pensar también en el it., que emplea sor en la misma forma (aunque fué más común suor), como apócope del antiguo suoro. La coincidencia del italiano con el catalán pudo, en el Siglo de Oro, ayudar a la consolidación de un influjo catalán más antiguo.―

5 Vid. mi artículo de Estudis Romànics III, 203-4.