SOBRINO, del lat. SOBRզNUS, que designó en latín al hijo del primo y a los primos segundos o más alejados; cuando, para precisar el sentido de CONSOBRզNUS ‘primo’, se dijo en España CONSOBRINUS PRIMUSprimo hermano’ (de donde el cast. primo), se emplearía SOBRINUS para toda la parentela colateral más alejada, especialmente los sobrinos de segundo y tercer grado, y más tarde se extendió al sobrino de primer grado, al perderse en España el uso de NEPOS.

1.ª doc.: subrino, 921; sobrino, 955, etc. (Oelschl.); Cid.

En este poema se aplica comúnmente a Félez Muñoz, sobrino carnal del héroe, también a Pero Bermúdez (2351) que está con él en la misma relación y a sobrinos de otros personajes (963). Lo propio cabe decir de J. Ruiz, de J. Manuel y de textos de todas las épocas («s., hijo de hermano: nepos» Nebr.); sobrín en Asturias (V); Cej. VIII, § 59.

En latín ‘sobrino’ se decía nepos; mucho más corriente que SOBRզNUS era CONSOBRզNUS, que primero designaba solamente a los primos hijos de hermanas (< con-sosr-inus, derivado de sosor, antecedente de soror); después, y esto es lo más clásico, se aplicó igualmente a todos los primos carnales de primer grado, y finalmente también a los de otros grados. El uso de SOBRINUS es harto menos frecuente que el de CONSOBRINUS, y reina cierta confusión en su significado; sale repetidamente en Terencio, en autores tardíos, y también alguna que otra vez en autores de la áurea latinidad. No sería sinónimo de CONSOBRINUS, pues Cicerón los cita una vez juntamente como grados distintos; Donato pretende que eran los primos hijos de hermano y hermana; según la definición categórica de Festo serían los primos segundos, y según Gayo y otros juristas (especialmente importantes en tal asunto) se aplicaría al hijo o nieto, etc., del primo primero, segundo, etc. La impresión que se saca de esto es que SOBRINUS sería innovación más o menos improvisada, que se sacaría repetida pero secundariamente de CONSOBRINUS según el modelo de SOCER junto a CONSOCER: tal como el consuegro es para conmigo el padre del que me llama suegro, se entendería que el padre del que me llama CON-SOBRINUS tenía derecho a llamarme SOBRINUS. Sin embargo, existiendo bien vivo en latín clásico el uso de NEPOS, se tendería a reservar SOBRINUS para los sobrinos de 2.º y 3.r grado, pero no siempre sería posible distinguir esta palabra, empleada intermitentemente, del concepto del CONSOBRINUS, tal como hoy mezclamos a menudo las palabras primo y sobrino cuando se trata de parentela colateral alejada. De hecho el mozárabe, que refleja el uso del romance incipiente del período godo, empleó šubrîna en el sentido de ‘prima’ (no sabemos si prima hermana, segunda o de qué grado), según nos lo enseña el Códice Canónico Escurialense de 1049 (Simonet, p. 601). De este estado de cosas son también reflejo las glosas latinas1. Para salir de esta confusión fué preciso añadir un calificativo: SOBRINUS PRIMUS, que quedó estereotipado en cast. y en port. en la forma abreviada primo, inicialmente aplicada sólo al de primer grado; junto a esto se diría SOBRINUS a secas, sólo para los sobrinos de grado alejado (y también seguramente los primos lejanos), pero cuando NEPOS quedó desusado en íberorromance, SOBRINUS hubo de llenar el vacío aplicándose también a los sobrinos de primer grado2; claro que no es posible decir cuál de los dos fenómenos fué causa del otro. Sea como quiera, acabó por aprovecharse la doble denominación primo y sobrino reservando aquélla para los colaterales de una misma generación, y ésta para los colaterales de una generación más joven.

La mayor parte de los romances ha dado la preferencia a CONSOBRINUS (abreviado en *COSINU)3 incluyendo el it. cugino, fr. cousin, oc. cosin y cat. cosí. SOBRINUS quedó reservado al cast. y al port. sobrinho, de igual sentido; además seurì o sourì se emplea en el gascón pirenaico desde el Bearne hasta el Pays de Barèges, pero con el sentido más arcaico de ‘primo tercero’ (BhZRPh. LXXXV, § 220), Valle de Aure coussourî ‘primo segundo’, y por otra parte en los Alpes sobreselv. y subselv. savreng, zavrin, Bregaglia suvrin ‘primo segundo’ (Tappolet, Die Romanischen Verwandtschaftsnamen, pp. 115, 111). La oposición entre el arag. sobrino y el cat. cosí es ya antigua, pues Jaime I en su crónica del S. XIII ya pone aquella palabra en boca de un noble aragonés al mismo tiempo que dice cosí en su catalán.

Habiendo salido sobrinus de swes(o)r-inus, quizá el paleoslavo y esl. común (no ruso) stryji ‘tío paterno’ pueda representar *swes࿋?ȳo- (con el sufijo -o- típico de los nombres de parentesco indoeuropeos), cf. paleosl. sestrinŭ ‘perteneciente a la hermana’, lit. seserynai ‘hijos de hermanos’; -sr- > str igual que en eslavo común sestra ‘hermana’, germ. a. swestra, gót. swistar íd.; la evolución fonética habría sido *swestryji > s(e)stryji; semánticamente cf. arag. ant. sobrino ‘nieto’ (así en Vidal Mayor), a. al. ant. enencheli ‘nieto’ (< ‘pequeño abuelo’), alem. Vetter ‘primo’ < a. al. ant. fetiro ‘tío paterno’ = lat. patruus, lat. avunculus AVULUS (veglioto naul ‘tío’) ‘abuelito’ > ‘tío materno’ y demás casos análogos estudiados por Benveniste Voc. Inst. Ie I, 264. Como observa Walde2, s. v. patruus, parece imposible fonéticamente la idea de Mikkola, adoptada por Benveniste, con reservas, de que stryji tenga que ver con el preindoiranio p(e)truo- = lat. patruus (de donde avéstico tūirya- = scr. pítrvyaɅ. Es decir *swestryjĭ ‘hijo de la hermana de la madre’ > ‘primo en general’ > ‘tío paterno’, a la inversa de la evolución de Vetter y de sobrinus. Ahora bien, la coexistencia de sobrinus con el lit. seserynay, y el eslavo stryji, invitaría a creer que aquél no está extraído de consobrinus, y por lo tanto a revisar la doctrina admitida arriba.

DERIV.

Sobrinazgo. Resobrino.

1 Sobrinus es ‘hijo del primo’ en CGL II, 185.23, ‘primo segundo’ en V, 246.20, y aun ‘primo hermano del padre’ (IV 286.49, 392.6; V 482.25, 579.48); también alguna vez ‘primo hermano’ (II 226.42, 301.26, III, 463.80).―

2 Así ya en ciertas glosas: IV, 172.49, 538.36, V, 246.19, 514.13, entre las cuales está una trasmitida en ms. del S. VII y otra procedente del Liber Glossarum escrito en España en el VIII.―

3 No parece tratarse de una contracción, propia del lenguaje infantil, como suele decirse, sino de un complejo fenómeno de haplología y etimología popular, para el cual vid. mi artículo de NRFH X, 186, sobre el libro de Rohlfs.