SISÓN, probablemente del cat. sisó íd., propiamente ‘pieza de moneda de seis dineros’, porque el sisón se vendía a este precio.
1.ª doc.: h. 1335, Juan Manuel.
En portugués hay un primer testimonio en 1253: «cison valeat quatuor denarios... grua... avetarda... perdix... columbinus... et seixa valeat 2 denarios» (PMH Leges I, 195); hoy sisão está anticuado en el idioma vecino (Fig.), pero hay un testimonio del pl. sizões en Fernandes Ferreira (princ. S. XVII, vid. Bluteau y Fig.); Silveira (RL XXXV, 121) cita Sison como apodo en el Cancioneiro da Ajuda y un nombre de lugar Sisoncini cerca de Arouca en doc. de 989, pero en cuanto a éste su relación con el vocablo que nos interesa es improbable. Además se documenta como nombre de una ave maloliente, comparada a una persona que se ventosea, en dos ctgs. gallegas de escarnio de Alfonso X (R. Lapa, CEsc. 7.6, 427.16) y en otra probablemente anterior (h. 1230) del gallego Martín Soarez (299.20). Nadie ha estudiado el origen de nuestro vocablo y en Francia no se conocen nombres semejantes (Rolland, Faune II, 344-5).
Según Aguiló sisó y siseta son nombres de aves de la Albufera de Valencia1, el primero se encuentra en textos de los SS. XVI y XVII, y según una tarifa de 1369 un sisó valía seis dineros, como un tudó, un xibert, un boix, un morell o una fotja. Ahora bien, sisó es en Valencia una pieza o moneda de tres cuartos, o sea seis dineros (Ag., Escrig)2, y sisó deriva regularmente del cat. sis SĔX, lo mismo que el cast. ant. seysón, empleado por E. de Villena, deriva de seis. Esto da la clave del problema. La Albufera valenciana, paraíso de los cazadores, fué el centro de irradiación del vocablo, y del catalán se tomó en préstamo el cast. sisón y el port. sisão; pero en vista de que en 1253 ya corría en Portugal, y Valencia no se reconquistó y catalanizó hasta 1238, es de creer que el primer impulso partiese del Bajo Llobregat, otro gran centro de caza para aves de paso. La variante asisón se deberá al influjo de avutarda.
1 Comp. sisó ‘Otis Tetrax’ en Fabra.― ↩
2 En efecto: «el burret, que no valía un sisó, de vell y flach qu’estava», Martí Gadea, Tèrra del Gè I, 256. ↩