SIMIO, tomado del lat. sīmĭus ‘mono’; antiguamente existió en castellano una forma ximio, heredada del latín con carácter popular.

1.ª doc.: simio, Alex.; ximio, J. Ruiz; simia, Covarr.

Entre los juglares y volatineros habla el autor del Alex. de «los que menavan simios e xafarrones» (= zaharrones) (1798d; xinio en P, errata por ximio). J. Ruiz emplea ximio como nombre común en 369d; don Ximio, alcalde de Bugía, 323c. Igual forma en la traducción de Gower (1399), p. 295; «ximia o mona: simius, -a» Nebr.; y todavía es corriente en el Quijote. Mas por esta época el vocablo se cambió en simio por influencia culta: «simia, latine simia, animal que se allega mucho a la figura del hombre... comúnmente el vulgo la llama gimia» Covarr. Aut. cita ej. de simio en Tejada, med. S. XVII. La sustitución de la forma popular por la latinizada fué posible a causa de la decadencia de ximio como nombre popular, cada vez menos empleado, de resultas del uso creciente de mono y mico. Hoy simio es palabra puramente literaria. De la antigua forma castellana pasó el vocablo al vasco, tomando la forma tximino, de donde a su vez el bilb. chimino (Arriaga).

DERIV.

Símico (raro). Simiesco [Acad. 1925, no 1884]. Aximiado antic. [S. XVII, DHist.].