SARTENEJA ‘grieta en el terreno’, voz andaluza y americana, de origen incierto, quizá del lat. SARTAGէNEMsartén’ tomado en el sentido de ‘hondonada circular’.

1.ª doc.: 1513, Cortegana; Alonso de Cabrera (1549-1598).

Léese en el texto de este predicador cordobés: «si miráis la tierra en fin de agosto, como han pasado por ella los calores del estío, veréis en esos buhedos unas aberturas y crietas y sartenejas, que parece que la tierra tiene sed, y que aquellas tajas y hendeduras son unas bocas que tiene abiertas hacia el cielo esperando el agua» (cita de Cej. IX, 566). Pero además está ya en la versión del Asno de Oro por D. López de Cortegana (IX, iii, 221) «había muchas lagunas de agua y sartenejas, que a cada rato caíamos» (publ. Col. Universal 294, p. 270), comentado así por el traductor: «acaso ojos de agua saltantes. Hoy se usa hacia Sevilla y significa una especie de pantano cubierto de arena» (Conjeturas, f. 524). Fué palabra rara en el uso español, exclusivamente andaluza por lo visto, de cuya existencia en el Viejo Mundo no conozco otra noticia que éstas y la de Alcalá Venceslada «grieta o hendidura que se forma con la sequía en un terreno arcilloso» (metió el pie en una sarteneja del camino y cayó).

La registraba ya la Acad. en 1925 (no 1884), como ecuatoriana, pero en realidad tiene mucha mayor extensión en América: en Méjico vale ‘pantano de corta extensión pero profundo’ (certeneja, G. Icazbalceta) o ‘gradilla en los caminos’ (Vocab. Agr. Nacional), en Puerto Rico ‘hoyo de la playa con agua detenida y sucia’ (senteneja, Navarro Tomás, El Español en P. R., 191), en Venezuela ‘gradilla en los caminos’ (Alvarado), en Colombia ‘albardilla’, ‘caballón’, ‘cada uno de los baches que van haciendo las caballerías en los caminos’ (saltanejo, Uribe), en el Ecuador ‘cada una de las grietas del terreno que se forman en la estación seca’ (Lemos, Rev. del Colegio Nac. Rocafuerte V, p. 36), en Bolivia ‘montón de tierra que las hormigas levantan’ (sartaneja, C. Bayo), en Chile ‘cierro hecho de hoyos, de tal forma y distancia unos de otros, que no puedan pasarlos los animales vacunos y caballares; generalmente de cuatro en cuatro y en figura de rombo’, ‘hoyo que se hace en los cauces de los ríos’, ‘bache en el camino’ (Román s. v. certeneja y sarteneja); además saltanejoso ‘(terreno) nivelado en su totalidad, pero de superficie desigual con ondulaciones’ en Cuba (Pichardo). Sartanejal es nombre de tres lugares en el Sur, Oeste y Centro-Norte de Colombia, según el dicc. geográfico de Eug. G. Gómez (1 fracción, 1 quebrada y 1 sitio).

Atendiendo a que Wolff en el Ecuador define ‘porción de la sabana arcillosa que se resquebraja con la sequía, y las partes de la sabana que se hallan en este estado’ (cita de Toro G., BRAE VII, 462), se siente uno tentado de relacionar con el port. sertão, aplicado a los grandes desiertos del interior del Brasil, tanto más cuanto que los habitantes de los sertões reciben el nombre de sertanejos; mas por una parte aleja las dos palabras su sentido fundamental, que es ‘grieta’ en sarteneja, y es ‘interior de un país o de un lugar cualquiera’ en el caso de sertão, y por otra parte la etimología de sertão es tan desconocida como la de sarteneja y así no nos puede ilustrar1. Desde luego algo de esto ha de haber existido en Portugal, donde hay la importante villa y río de Sertã 150 km. al NE. de Lisboa. Aunque no puedo asegurarlo, parece que es el nombre de lugar, que figura bajo la forma latina Sartaginis en las Inquiriç?es de 1220 (2.ª clase, p. 33), Sartagine doc. del S. XIX (O Archeologo Port. XVI, 91) y como nombre de un coto (Cautum Sartaginis y Montem Sartaginis) en las de 1258 (2.ª cl., p. 626).

Acaso el sentido fundamental de los dos vocablos fué ‘cavidad interior’, de donde por una parte ‘interior de un lugar’ y por otra ‘resquebrajadura’. A los indicios de que en Europa la voz radical de sarteneja no fué exclusivamente andaluza, añádase gall. sarteu ‘cavidad dentro de la cual gira la parte inferior del rodezno del molino’ (Vall.), Betanzos sártegos «sepulturas abertas em rochas nas montanhas» (Leite de V., Opúsc. IV, 663). Quizá el acento sártego de Leite de V. es erróneo: comp. gall. sartego «sepulcro» (Lugrís, Gram. p. 172; Carré), sarteo (íd.) o sarteu (Vall.) en la ac. que ya he copiado en el texto; Castelao (84.8) tampoco acentúa: «Algunas almas boas deron co sarteu da nosa tradición e fixeron a revivir»; Sarm.: «en el Ferrol son los sepulcros de piedra viejos y huecos que hay alrededor de las iglesias o en campos, sin huesos y sin tapa» CaG. 221v; más datos en Eladio Rdz., que también da sarteo ‘concavidad en que gira el rodezno del molino’; An. Otero recoge sartán y sartañego ‘terreno de poco fondo y mala calidad’ en Rizal (Alfoz de Lugo) en su apéndice. Esto podría haberse tomado del francés antiguo sarcueu SARC֊PHGUS (hoy cercueil) deformado bajo el influjo del port. sartã ‘sartén’ o más bien del sinónimo ataúde (*sarqueu × atáude > sarteu). Si admitiéramos que el influjo que ahí actuó es el de sartã, cast. sartén, podríamos suponer que, acentuándose este influjo, acabó por causar la forma del hisp.-am. sarteneja. O incluso el vocablo gallego pudo evolucionar espontáneamente; *sarcó(v)ego, *sarc?ego disimilado en *sarkégo que pudo pasar entonces a sartégo por influjo de sartén o por disimilación k-g > t-g.

Cierta analogía entre la ac. chilena ‘hoyo en el cauce de un río’ y los sentidos del cast. olla podría conducirnos a pensar que sarteneja sea derivado de sartén, pero el sentido de este vocablo se presta poco a tal derivación. Sartén vale ‘palangana, jofaina’ en Zacatecas (Méj., Malaret), aunque se trata de una acepción muy reciente y poco extendida; sería forzado pensar, en vista del pasaje de Cabrera, en una atrevida comparación de las sartenejas ardientes que esperan la lluvia con la sartén al fuego cuando recibe el aceite.

Hay una prueba, al parecer, de que se trata realmente del lat. SARTAGOsartén’, tomado en un sentido como ‘hondonada circular, hoyo’. Michelena, BSVAP XIII, 1957, 495, señala un hermano vasco del port. sertão: en el dialecto labortano de la costa, y ya en diversos autores del S. XVII, aparece zerthan en el sentido de «quartier de pays ou région», en otros «tierra firme», zerthanetik para los navegantes es ‘en dirección a tierra’, contrapuesto a la dirección a alta mar o a las islas. Sartán es nombre de un puente en Sercué (Alto Aragón, Elcock, 1.ª R. Top. Pir., 93).

Nuestro vocablo sale ya una vez en el extremeño Diego Sánchez de Badajoz (2.º cuarto S. XVI), pero el sentido no es claro; un joven entrega dos cabritos a su madre para que los vaya a guisar, y el pastor exclama (puntúo a mi manera, pero sin estar seguro): «¡Ah no! ¡Pesia a sarteneja! / ¡Con tan donosas palabras! / ¿Eis notado la conseja? / El mozo y la madre vieja / almorzar quieren mis cabras» (Recopil. II, 94); el editor advierte (p. 427) «este nombre es el de una dehesa muy conocida del término de Badajoz». Luego habrá que escribir con mayúscula y se tratará de uno de los consabidos juramentos de fantasía, propios del lenguaje pastoril. No queda claro. De todos modos este nombre propio badajoceño contendrá el apelativo que nos interesa. Tiene razón Spitzer, MLN LXXIV, 128, al sugerir que bajo ese sarteneja de Sz. de Badajoz se oculta un eufemismo por Satanás; pero se trata de una deformación intencional identificándolo con el apelativo dialectal ya existente.

DERIV.

Sartenejal. Sartenejoso (V. lo dicho más arriba).

1 Desde luego es falsa la etimología *desertão, derivado de deserto, aunque la admitan M-L. (REW 2592) y los autores brasileños citados por Nascentes; se oponen a ella la s- sorda, y el sentido antiguo del vocablo, revelado por frases como o sertão de hum pensamento en Camoens y metendo-se pelo sertão da calma (hablando de un barco) en Rodrigues Lobo (citas de Nascentes), y confirmado por el hecho de que en los autores de viajes del S. XVI el vocablo se aplica igualmente al interior de tierras fértiles («a terra no interior do sertão he mais plana e fértil e viçosa» en Mendes Pinto), de islas pequeñas como Chipre y aun del interior de una ciudad (ejs. de Goes y de Tenreiro, en Vieira, donde pueden verse otros muchos de la época clásica). El primer testimonio se remonta hasta los años 1506-20 y se refiere al África (vid. Friederici, Am. Wb., 566-7, 576), lo cual bastaría para probar que no es palabra aborigen del Brasil. Sertão ya, dos veces, con el sentido de ‘interior del país’ (a parte do sertão opuesto a sobre a cidade, hablando de la muralla de Ceuta), en doc. de 1541, Al-And. XII, 46. Más documentación en Bernardino J. de Souza, Dic. da Terra e da Gente do Brasil.