SAO, voz indígena antillana.

1.ª doc.: 1836, Pichardo (ed. 1862).

Definido ahí «sabana reducida sembrada naturalmente de algunos pedazos o montones aislados de arboledo o matorrales, que llaman cayos de monte». Bachiller y Morales, Cuba Primitiva, p. 384: «extensión corta de terreno dentro de un monte, o rodeado de árboles salteados, en terrenos áridos, cubierta de prados naturales o manigua poco elevada» y agrega que en lengua guajira significa «sobre». Martínez Moles, Vocab. Espirituano: «corto espacio de monte o arbolado en medio de una sabana». Hz. Ureña dice que se emplea en Santo Domingo como «nombre de sitio» y que probablemente será de origen taíno (BDHA V, 128; también en Indig.). Lo admitió la Acad. recientemente, ya 1925, no 1884. En esta ed. sólo lo trae en el sentido de ‘labiérnago’, o sea ‘Phillyrea Angustifolia L.’, arbusto oleáceo, y en este sentido según Rojas Clemente (1807) se emplea en Sanlúcar de Barrameda (Colmeiro IV, 37). Claro que así es dudoso que sea la misma palabra que el sao antillano. Y, sin embargo, es posible que caracterizándose los saos por los arbustos que en ellos crecen, se diera su nombre a una especie frecuente en estos parajes, y que desde Cuba se extendiera el nombre a esta parte de Andalucía, que siempre ha estado en íntimo contacto con América.