SANSIROLÉ, voz familiar y regional, probablemente deformación agitanada de San Ciruelo = ‘San Necio’.

1.ª doc.: 1915, Lamano.

En su Dial. Vulgar Salmantino recoge este autor como voz regional «sansirolé adj.: soso, simplón», con la variante sansirolí, empleada en Vitigudino. En 1925 lo adoptó la Acad. como voz familiar del género común, y agregando una variante sancirolé (¿meramente etimológica?), con la explicación de que viene de San Ciruelo. En efecto ciruelo, como otros nombres de vegetales, se aplica a «un hombre necio y muy incapaz». Así pudo partirse de una locución familiar enfática como san se acabó, en santas paces, etc. Pero faltaría explicar la extraña terminación y el extraño cambio de acento. Como en tantas expresiones recientes del habla familiar habrá que buscar el punto de partida en ambientes agitanados. Los gitanos al adaptar a su idioma envilecido las palabras castellanas o romances suelen trasladar el acento a la última sílaba, cambiando antruejo en antruejó ‘carnaval’; ANGUSTIA, cat. angoixa, en angujá (Besses), etc.; por otra parte, en esta lengua alternan las terminaciones , , , que en su fase primitiva eran terminaciones flexivas de este dialecto índico de declinación complicada ( era el nominativo masculino singular, el femenino, etc.), pero que en su fase española actual, donde la antigua flexión ya se ha olvidado, sólo son variantes de valor prácticamente igual: recuérdense parnó-parné y otro que cito en este artículo, y duplicados como lo que registra Besses arbijundé-arbijundí, barbalé-barbaló, batorré-batorrí, bengorré-bengorró, berdí-berdó, boqué-boquí, busné-busnó, etc. San Ciruelo, con seseo andaluzado, se convertiría, pues, en *sansiroló y luego sansirolí y sansirolé. La locución San Ciruelo, por lo demás, tiene raíces ya antiguas, pues Quevedo habla de «El día de San Ciruelo o la semana sin viernes»1 (Fcha.), y todo esto partirá de la costumbre pastoril de invocar santos inexistentes o de jurar por ellos: en el Auto del Repelón de Juan del Encina los pastores víctimas de los estudiantes juran sucesivamente por San Botín, San Doval, San Contigo, San Tillena y San Pego. Llamar San Ciruelo a un pastor tontucio era, pues, doblemente oportuno, y sabido es que el pastor, para el gitano malicioso, constituye el símbolo y cifra de toda tontería posible. Para esta clase de «santos», cf. Tobler, Vermischte Beiträge zum Frz. II, 221 ss.

1 Otro testimonio, cervantino, de esta frase popular cita Montoto, Personajes y Personillas, s. v., donde además se recuerda «El Maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela».