SACRE, voz común a los varios romances y al árabe (Ɋaqr), de origen e historia inciertos; es antigua en árabe, pero como allí no pertenece a una raíz conocida es verosímil que el árabe lo tomara del lat. SACER ‘sagrado’, que se aplicaba como epíteto al azor y al halcón; las formas romances pudieron tomarse del árabe o, como cultismos, del bajo latín; en cast. la forma del vocablo revela que no es un arabismo puro, pero no es posible llegar a otras conclusiones seguras.

1.ª doc.: 1252.

En las Cortes de Sevilla de esta fecha: «falcón primera [?] sacre que non caçare, que non vala más de 15 maravedís el mejor» (RFE VIII, 355). D. Juan Manuel, Libro del Cavallero, dice que hay varias clases de falcones, que de mejor a peor son los girifaltes, los neblís, los sacres, los esmerejones y los alcotanes; luego cita los falcones sacres entre las aves de caza que crían en el Norte y vienen a las tierras calientes en invierno (Rivad. LI, 250b5, 251a24); también figura como nombre de una especie de halcón en las Leyes de Moros de los SS. XIV y XV (Memorial Hist. Esp. V, 427ss.); Nebr.: «sacre, especie de halcón: hierax». Sigue siendo palabra bien conocida de los clásicos en la ac. figurada «el que roba o usurpa con habilidad» (Rinconete y Cortadillo) y como nombre de una especie de culebrina1. Sacre es también port., cat., oc. y fr., sagro it.; en el catalán de Valencia sigue siendo voz popular hasta la actualidad, aunque en acs. secundarias2, y como nombre de la culebrina se documenta en Cataluña desde el S. XVI (Ag.); en lengua de Oc hay dos testimonios medievales, uno de ellos del S. XIII; en fr. sólo se documenta desde el XIV; en it. ya a fines del XIII y en el XIV (B. Latini, Marco Polo).

Para la fecha de aparición en Europa es dato importante el que el b. lat. sacer ya figure en obras alemanas de la primera y la segunda mitad del S. XIII (Du C.). El ár. Ɋaqr, puede designar cualquier ave de presa análoga al buitre, y especialmente es nombre de un azor o ave de caza semejante, y en este sentido ya figura en los léxicos orientales de los SS. X y XIV (Freytag II, 507b); además se lee en la colección poética de los HuǶailíes (tribu establecida al Sur de la Meca), que procede en parte de los primeros siglos de la Era Mahometana y en parte se remonta a los tiempos del paganismo; también está en Dieterici, que reúne el vocabulario del Corán y el de un texto iraquí del S. X. Es, pues, vocablo de antiquísima tradición en árabe, y no menos conocido en el de Occidente (R. Martí, PAlc., Bocthor)3; en esta antigua fecha se funda Engelmann (en Dozy, Gloss., 338) para asegurar el origen arábigo, rechazando la opinión de Diez (Wb., 379), quien prefería partir de un lat. SACER, traducción del gr. Ƴέραξ ‘halcón’, voz bien conocida y derivada de Ƴερóς ‘sagrado’, que según Diez se habría empleado como nombre de esta ave, por el significado augural que se atribuía a su vuelo. Realmente esta opinión se funda en algo más que una hipótesis, pues no sólo se encuentra sacer en bajo latín, aunque sea en autores tardíos, sino que Virgilio califica de sacer ales al azor en el libro segundo de la Eneida4.

En realidad también es posible que las dos opiniones no sean incompatibles. Por muy antiguo que sea el ár. Ɋaqr es posible que se tomara del latín, pues no es raro encontrar latinismos aun en el árabe preislámico, y bien pudieron los romanos interesarse por las aves de caza en sus provincias asiáticas, desde donde el vocablo pudo llegar hasta los árabes: el hecho es que en árabe Ɋaqr no pertenece a una raíz bien conocida5; nuestra falta de documentación de SACER como nombre de ave en latín clásico puede explicarse por la fecha tardía de la sustantivación. Sea como quiera, hay dificultades para explicar las formas romances como meros arabismos. Además de que en romance alguno hay huellas del artículo árabe aglutinado, lo cual no sería razón decisiva, el vocablo sólo pudo entrar por tres vías: directamente por el cast., por vía francesa en tiempo de las Cruzadas, o por conducto comercial a través de Italia o Cataluña (que también habría podido recibirlo directamente). Lo primero ha de descartarse, pues entonces tendríamos forzosamente z- (ç-) en cast.; que llegara por conducto de los franceses cruzados es difícil dada la fecha tardía de la voz francesa6, compensada, es verdad, hasta cierto punto, por la aparición anterior en Alemania; como la forma italiana sagro no explicaría las demás formas romances, sólo quedaría el catalán como vehículo de introducción, y aquí tampoco tenemos documentacíón antigua. Ninguna de estas razones es decisiva, en un vocablo que puede haber escapado a la atención de los lexicógrafos; aun para la entrada por Castilla, podría encontrarse el escape de admitir un cruce del árabe con el latinismo autóctono SACER > sacre; la forma del it. sagro, y el empleo frecuente con carácter adjetivo (falcon sacre, documentado en cast., oc. e it. medievales) son algo favorables al origen latino, sin decidir tampoco la cuestión. Falta documentación para resolver el problema7. En todo caso no es tan sencillo como da a entender M-L. (REW 7520a), al dar como segura la etimología arábiga.

1 No sé si viene de ahí la frase asturiana no tener un sacre ‘ni la porción más mínima de la cosa de que se habla’ (V).―

2 En la frase irónica ser un bon sacre (M. Gadea, Tèrra del I, 5), «bons sacres son els gavajos pera soltar la presa que agarren» (ibid. II, 17). Además es nombre de un pequeño reptil o variedad de alacrán, que emite una especie de silbido (A. Boscà, en Geogr. Gral. del R. de Valencia, p. 511; M. Gadea, o. c., I, 278; Vocab., p. 70).―

3 «Crécerelle, oiseau de proie» y «faucon».―

4 «Quem facile accipiter saxo sacer ales ab alto / consequitur pennis sublimem in nube columbam». Servio vacila en la interpretación: por estar consagrado a Marte, o por ser ave execrable, lo cual puede descartarse, pues esta acepción del latín sacer es ajena a Ƴερóς, y por lo tanto no explicaría Ƴέραξ.―

5 Dozy, Suppl. I, 839, apenas tiene vocablos de estas radicales, a no ser alguno evidentemente derivado de la idea de ‘ave de presa’ («brigands, voleurs»). La ac. «rupit saxa graviore malleo» que los dicc. clásicos atribuyen al verbo Ɋáqar es denominativa de Ɋāqūr «securis magna» (Qamûs), «malleus magnus» (?auharí), que a su vez me parece tomado del lat. SECURIS.―

6 No está en el glosario del Livre du Roi Modus, de princ. del S. XIV.―

7 Podrá tenerse en cuenta en la cuestión el ár. šaraqraq, šiqirrâq, šiqraq ‘merops’, ‘abejaruco’ (Dozy, Suppl. I, 751b), que podrían ser préstamos del lat. SACER, aunque también pueden ser onomatopeyas semíticas, y hay dificultades semánticas. También el cat. capxerigany es el mismo pájaro que el ár. šiqrâq y šaraqrâq; pero si lo comparamos con las evoluciones (anbîq > cat. alambí(n)s, (aqrab > cat. alacrà(u), ƫabaq > tabà, etc., vemos que hay gran dificultad fonética para asignarle esta etimología.