RETUMBAR, voz hermana del fr. ant. tombir y retombir, port. retumbar, port. antic. tombar y retombar íd., de origen onomatopéyico: de una voz imitativa ¡TUMB!, que ha expresado el ruido resonante y el de un objeto que cae dando tumbos.

1.ª doc.: Nebr. («r., resono»).

Retumbar está también en el Quijote, donde es frecuente («començó a rebuznar tan reziamente que todos los cercanos valles retumbaron» II, xxvii, 107, etc.), en Oudin («retentir, retondir, resonner») y en Aut. («resonar mucho o hacer gran ruido o estruendo alguna cosa»), aunque no en otros dicc. clásicos. Es voz generalmente conocida y empleada. El sentido es más o menos constante, y su matiz está felizmente expresado por el pasaje del sevillano P. Medina (1548) que cita Aut.: «como fuessen cavando para echar los cimientos, se oyó debaxo un retumbo grande, como de cosa hueca: y cavando más descubrieron unas grandes paredes como de Templo». Con el mismo sentido es portugués retumbar, ya frecuente en el período clásico y empleado en los Lusíadas (vid. Moraes y Vieira); en este idioma se dijo además tombar con igual significado: «tombava a voz agradavelmente» en el Clarimondo de JoƟo de Barros (med. S. XVI), y retumbar aparece en varios autores clásicos de este idioma («retomba a voz, o estrondo das armas», ya en el Palmeirim, h. 1540).

También en lengua castellana ha existido en otro tiempo tumbar como verbo de sonido, annque sólo conozco un ej., a princ. S. XV, en J. A. de Baena: «sy este pandero non ronpe nin raja, / yo le faré tunbar la sonaja / que suene más alta que boz de pollino» (Canc., n.° 366, v. 11); queda, sin embargo, algún otro rastro indirecto de este verbo simple: tumba es «reunión de negros bozales para bailar al son de sus tambores y otros instrumentos» (también llamada tango) en Cuba (Pich.), y es ‘tambor africano’ en el mismo país (F. Ortiz, Glos. de Afronegr.) y en el Plata (?, V. Rossi, en Malaret): el origen verbal de esta expresión resulta claro, pues en dicha isla tumbandera es ‘instrumento músico formado por una varilla clavada en tierra y arqueada por una fibra, alambre o cuerda de guitarra, atada del extremo superior de la varilla al centro de un lomo de yagua, que cubre un hoyo hecho en tierra, el cual sirve de caja de resonancia’ (Ca. 22).

Fuera de las tierras de lengua cast. y port., sólo parece haber existido algo análogo en francés antiguo: ahí tombir «retentir, résonner» y tombissement «retentissement, bruit que cause une secousse, un tremblement» fueron bastante usuales desde fines del S. XII hasta los albores del XVII: «tant saint et tanto cloche sone, / tout en tombist, tout en resone / et le pais et la contree», G. de Coincy (God. VII, 740); casi tan frecuente es el derivado retombir, también desde Chrétien de Troyes («toute la foriest en fremist / et la valee en retombist»), y todavía empleado en el Franco Condado y en la Alta Normandía (God. VII, 147)1.

Que estas voces francesas son de origen onomatopéyico, como sus numerosos sinónimos, más o menos perfectos, bombir y rebombir, cat. bonir, cast. zumbar, etc., parece evidente; ahora bien, no es razonable separar etimológicamente de tombir y retombir el cast. retumbar, como sugiere brevemente M. R. Lida, a propósito de su etimología del antiguo adjetivo tumbal ‘grave (aplicado a la voz)’. Su etimología de tumbal (RFH I, 65-67) es, por otra parte, sumamente verosímil: no es un derivado de tumba con el sentido de ‘(voz) sepulcral’, como decía Celador, sino el b. lat. tŭbalis ‘de son semejante a una trompeta o tuba’, adjetivo que la erudita investigadora señala en varias fuentes medievales, con referencia a la voz de cantores eclesiásticos; de ahí por vía culta hubo de tomarse el cast. ant. tuval, documentado una vez en Berceo (Duelo, 192: «que non cantaban alto nin cantaban tuval») y más tarde alterado en tumbal, con el mismo sentido, en J. Ruiz, como atributo de su héroe («las enzías bermejes e la fabla tunbal» 1487a), y tumbal un par de voces en el Canc. de Baena: se trata siempre de voces o sonidos graves (más bien que ‘retumbantes’ como dice M. R. Lida), y hoy todavía se llama en Galicia gaita tumbal o roncadora la que está en tono de si bemol y tiene rouco y rouquillo (Carré). En efecto, no hay dificultad en reconocer ahí dicho adjetivo del latín de iglesia, aunque no hay por qué hablar de «nasal infija» (especie que no existe en romance) ni es preciso admitir una contaminación de trompa, pues era más natural que tubal fuese alterado por el influjo del onomatopéyico retumbar, de sentido conexo. En cuanto a que retumbar derive de tumbal, no es posible desde el punto de vista morfológico, y tampoco es verosímil que retumbar venga del b. lat. tubare ‘tocar la trompeta’ (para el cual vid. Du C.): con retumbar salimos ya del coro y de la iglesia, para entrar en el terreno de los ruidos de la naturaleza, y además faltarían los escalones intermedios lat. *retubare y cast. *tubar o *retubar.

Que la raíz onomatopéyica tumb- se ha aplicado a toda clase de ruidos fuertes nos lo prueba el val. septentrional tumba ‘cencerro’ (BDLC XII, 288), sin duda la misma clase de cencerro grande y grave que en los Pirineos se llama con nombre no menos imitativo borromba; vasco dunba ‘cencerro de boca más estrecha que la base’ (vizc. y en el Goierri, guip.), dunbal íd. (Fuenterrabía, guip.) y ‘bombo’, (usual en Rentería, guip.) (Michelena BSVAP XII, 372). Por otra parte nótese que no debe separarse completamente retumbar del cast. mod. tumbar, aunque éste signifique otra cosa, ‘echar al suelo’ o ‘dar tumbos’ (así en la Celestina, Cl. C. XX, 240): el objeto que cae dando tumbos pendiente abajo hace retumbar el valle, y el port. tumba! es la interjección empleada para expresar el ruido de una caída o de un golpe. Oportunamente, a propósito de retumbar, recuerda Jud que en el alem. schmettern coinciden las acs. ‘resonar, retumbar’ y ‘aplastar’ con zu boden schmettern ‘derribar, tumbar’, y junto al lat. classicum, it. chiasso ‘estruendo’ está el piam. sƇasé ‘aplastar’ (Rom. XLV, 280).

DERIV.

Retumbante. Retumbo (V. arriba).

1 Por cruce con el sinónimo retentir (variante rotendir en Philippe de Vigneulles y tendir en oc. ant.) nació la variante retondir, conocida desde la Edad Media y todavía empleada por Oudin en el S. XVII, así como el canadiense retontir.