POLAINA, tomado del fr. ant. polaine, que designó la punta larga del calzado que estuvo a la moda en los SS. XII a XV, y también una bota provista de esta punta; polaine era propiamente el femenino del étnico polain ‘polaco’, que se aplicó a una clase de piel.

1.ª doc.: h. 1400, glos. de Toledo («filaterium: rropas o polayna»).

El sentido que ahí tenga es impreciso, pues aunque phylacterium significaba ‘amuleto’ o bien ‘cenefa’, estos glosarios están llenos de traducciones muy inexactas (comp. Spitzer, MLN LIII, 133); en un inventario valenciano de 1585 parece tratarse de una pieza del vestido o de la camisa («una camisa de drap de casa ab cabés y polaynes», Ag.), pero este dato está muy aislado y no es nada seguro que el glosador de Toledo no piense ya en la polaina de calzar tal como se describe posteriormente. Covarr.: «medias calcas de labradores sin soletas, que caen encima del çapato sobre el empeyne»; Aut.: «cierto género de botín o calza, hecha regularmente de paño, que cubre la pierna hasta la rodilla, y se abotona o abrocha por la parte de afuera: tiene un guardapolvo que cubre por arriba el zapato; sirven para abrigar las piernas a la gente trabajadora y que camina»; hoy se entiende por polaina una pieza que sólo cubre la pierna, no el pie, y por lo común es de cuero, pero antes eran de paño1 y tapaban además la parte superior del pie; y más antiguamente la polaina incluía todo el calzado, o bien era nada más que la punta prolongada del calzado típico del período gótico de la Edad Media. El vocablo es muy frecuente en catalán con estos dos sentidos, sobre todo el último, desde Eiximenis (fin del S. XIV) hasta fines del S. XV; vid. Ag., y Faraudo, Misc. Fabra, 165.

El francés antiguo y medio polaine, poulaine, designaba dicha punta, y se encuentra desde el 3.r cuarto del S. XIV hasta el XVI (God. VI, 347c), además aparece el vocablo por las mismas fechas con el sentido de ‘piel de cierta clase’, sin duda procedente de Polonia. Si se dió este nombre a la punta larga de los zapatos por ser moda imitada de Polonia (como supone Sainéan, Sources Indig. I, 377, fijándose en que dicho zapato se llamaría crakowes en Inglaterra), o más bien por hacerse de piel de Polonia el zapato de este tipo, es cosa que no se ha estudiado. Lo seguro es que en España pasó a designar la bota alta, como lo eran los zapatos de punta larga, y que la denominación se originó en el Norte de Francia, pues allí es donde se daba a los polacos el nombre étnico de poulains (ejs. de los SS. XIV-XV en God.).

El mismo origen étnico tiene el antic. polaca «el copete o vuelta del zapato, que cae sobre el empeine del pie, y suele ser de diferente color» (Aut., todavía Acad. 1817), lo cual se llamaba todavía polacra en Barcelona durante mi infancia (íd. Fabra), and. polaca ‘el avampié de la polaina’ (A); la Acad. sólo registra polaca en el sentido de ‘prenda de vestir que usaron algunas clases militares’ [1936]; polonesa ‘prenda de vestir de la mujer, a modo de gabán corto’ [princ. S. XIX, Jovellanos, en Pagés; Acad. 1884, no 1843], ‘cierta composición musical’ [Acad. 1925, no 1884], del fr. polonnaise ‘polaca’.

1 La polaina antigua se mantiene todavía en zonas rurales: gall. polaina ‘especie de botín hasta la rodilla’; por comparación con ese alto botín gallego se aplicaría a una parte de la camisa, so quizás una manga adornada, pues una pragmática de 1600 prohibió «traer en los cuellos y polainas de las camisas... guarnición alguna...» (cita más completa en Sarm. CaG. 780; gall. polainuda ‘aldeana zafia’, hond. polaina ‘zapatón grosero’ (Spitzer, ZRPh. XLIV, 579); en este último país y en Bolivia y la Arg., ha tomado el sentido de ‘contrariedad’, partiendo del de ‘polaina incómoda de rústico’; sabido es que se ha empleado polaina a manera de juramento exclamación.