PLEITA, del mozár. pléȟta y éste del lat. vg. PLĔCTA ‘entrelazamiento, entretejedura’, tomado a su vez del gr. πλεκτƲ ‘cuerda entretejida’, ‘enroscamiento’, nombre verbal de πλέκειν ‘tejer, entretejer’.
El derivado
empleita ya aparece en Nebr.: «
empleita o
emplenta: fiscina, fiscella», es decir, ‘cesta entretejida’; como sinónimo de ‘pleita’ aparece en el
G.
de Alfarache («son los pleitos de casta de
empleitas»,
Cl.
C. III, 271.2), y hoy se emplea en Cuba (Pichardo, p. 103) y otras partes; port.
empreita «tecido de palma». El tejer con pleita de esparto y tejidos semejantes es vivo principalmente en el Sur de España, lo que explica que el vocablo se tomara del mozárabe
1; así lo exige, efectivamente, el tratamiento fonético de
-CT-y de
PL-. En efecto, está documentado
plíȟta o
plêȟta como voz mozárabe en Abenalbéitar y en el anónimo de h. 1100, como nombre de una hierba rastrera, al parecer la pelosilla, por semejar a una pleita en la forma de sus numerosos vastagos (Simonet, s. v.
pilíjta; Asín, p. 152),
pelíȟta ‘cincho para exprimir’ y ‘encella’ en PAlc., marroq.
pléȳƫa ‘pleita’ (Lerchundi; Simonet, s. v.
pelíjta). De una forma más arabizada
f(i)leȟta sale maestr.
fleitera ‘encella’ (
BDC XXIV, 40). Esta palabra ha perdurado como romance sólo en port., cast. y el campid.
pretta ‘tejido de cañas para guardar grano’,
REW 6591
a (el cat.-arag.
pleta ‘majada’ no es
PLECTA, que habría dado
*plita,
*plieta, sino
PLէC(է)TA, según comprueba la
è abierta del cat. orient.); además están tomados del lat. el irl.
cleaehd y galés
pleth (Stern,
KJRPh. IV, 60).
En latín hallamos PLECTA sólo en autores tardíos: Ítala, Vulgata, Vitruvio y Casiano, quien ya lo emplea en el sentido preciso del cast.: «asconditum codicem, inter plectas palmarum, quas illi siras vocant, repererunt» (cita de Cabrera); además en glosas «plectas: sportulas» (CGL V, 510.40; 575.25; y otras más alteradas, CGL VII, 97). Esta aparición tan tardía y vulgar de la voz latina difícilmente podría conciliarse con un derivado lat. arcaico de plectere; ha de tratarse de un préstamo del gr. πλέκτƓ ‘cuerda entretejida’, ‘enroscamiento’, bien documentado en este idioma; y ya en Homero (como ya observaba Aldrete, Oríg., 65r°2).