PINGÜINO, se halla por primera vez en inglés (penguin, 1578); en cast. las denominaciones antiguas y populares son otras (pájaro niño, pájaro bobo) y éste se tomó de relaciones de viajeros y naturalistas, en particular ingleses y holandeses. Es incierto que se derivara del lat. pinguis ‘gordo’, como nombre creado por observadores cultos, pero todavía es más inverosímil que proceda de una lengua céltica.
1.ª doc.: 1619 (pingüino); Terr.; Acad. 1925, no 1884.
Que pingüino sea derivado del lat. pinguis ‘gordo’ sería sólo posible si se tratara de una creación de naturalistas. Y el hecho es que la monografía del profesor Mario Ferreccio Podestá, publicada en los Estudios dedicados a Rodolfo Oroz, 1967, pp. 151-168, da abundantes materiales sobre descripciones de viajeros y naturalistas; la lectura de este trabajo aumenta algo la verosimilitud del origen latino, en vista de que pronto se publicaron en latín extensas descripciones del ave por naturalistas, y aun en las narraciones de viajeros se observan rasgos cultistas. Es problema difícil, pues sigue predominando el carácter marinero y utilitario, y sin embargo el hecho indudable es que el pingüino es gordo, y aun comestible y grasoso.
Contra el argumento que puede derivarse de la e del ingl. penguin puede hacerse valer la facilidad de una conexión seudo-etimológica con ingl. pen wing ‘ala de plumas’, pues la realidad de que precisamente no tiene plumas en las alas se opone a que sea etimología verdadera, pero no a que esta asociación de ideas indujera al marino a modificar así una denominación culta. Si la denominación: hubiese partido de Francia no sería tan inverosímil la etimología céltica (pues los bretones ocuparon ahí una parte más importante en las navegaciones americanas); pero el hecho probado es que son los navegantes ingleses y holandeses los que nos hablan del pingüino, y predomina el interés por el ave austral sobre el de las variedades árticas.
Cierto que por los años de 1580 se habla de una ave parecida con relación a la Penguin Island de Nueva Escocia (vid. pág. 167) y aun se trataría ahí de un viaje de 1536; pero, como observa Ferreccio, la narración publicada es posterior en unos cincuenta años, e incluso en el momento de ese viaje ya se habían cumplido 16 años del de Magallanes, desde el cual abundaron las descripciones del pingüino: aunque en las conservadas no aparezca el ave con esa denominación, siempre es posible que ya lo hubieran empleado naturalistas latinizantes y que se trasladara su nombre a las especies árticas, menos extendidas, mucho antes de 1580. Que la etimología galesa pen gwyn aparezca ya en los viajeros de h. 1600 sólo prueba, claro está, que escribió pronto acerca del ave un conocedor del galés y que otros muchos repitieron el dato. Otras etimologías propuestas son aún menos verosímiles. Vid. NED, Skeat y Littré, s. v.; Friederici, Am. Wb., 504; REW3 6390b. En castellano la denominación tradicional es pájaro bobo, y pingüino se tomó recientemente del francés o del inglés.
1 Hay, sí, aves semejantes al pingüino en las Órcadas, pero no hay que pensar en una procedencia escocesa, pues ‘cabeza’ es cenn en gaélico. ↩