PETATE, ‘estera’ amer., ‘estera para dormir’, ‘equipaje para marinero u otro navegante’: de náh. pétlatl ‘estera’.

1.ª doc.: 1531, narración referente a Culiacán (Méjico).

Frecuente en los cronistas de Indias (Friederici Am. Wb., 493) y hoy empleado más o menos en todos los países de América, como nombre de varios tipos especiales de estera; en Méjico y países vecinos sigue siendo la voz usual para ‘estera’ genéricamente; como voz náhuatl está ya en Molina; comp. Lenz, Dicc. 577. Como español lo registra primeramente Aux. en calidad de voz familia; y el sentido secundario de ‘embustero, estafador’; hoy es generalmente conocida la frase marineresca liar el petate ‘marcharse’.

DERIV.

Empetatar.

CPT.

Petaca ‘especie de caja que se hace de cañas’ [h. 1530, García del Pilar, mej.], ‘maleta’ mej., ‘baúl de cuero’1, ‘arguenas’, chil., arg., etc., ‘bolsita para el tabaco, cigarrera’ [Acad. 1843, no 1817], del náh. petlakálli ‘caja de estera o de juncos’, compuesto de pétlatl ‘estera’ y kálli ‘casa’; para esta etimología, vid. Alfredo Chavero, Mem. de la Acad. Mexic. III, 40; Lenz, Dicc. 575-7; Friederici, Am. Wb., 492-3; Marden y Hz. Ureña, BDHA IV, 180; el único punto oscuro es el traslado de acento, quizá explicable por una oclusión glotal como la que determinó la nueva acentuación de JÍCARA (V. éste).

Con un problema nos enfrentan los scr. piƫaka(Ʌ) y peƫaka(Ʌ), ambos documentados desde principios de la Era Cristiana por lo menos: en Mahabharata, en Kalidasa (Vikr. V 6.5), en pali: ‘cesta’, ‘bolsa’, ‘cajita’ (quizá de origen indoeuropeo, aunque es incierto, vid. Mayrhofer, s. v. piƫaɅ; éste es también de la misma fecha, significa aproximadamente lo mismo y además ‘barriga’, y ha pasado a las lenguas neoíndicas y al dravídico). El parecido es notabilísimo, y habiendo dificultades en la etimología náhuatl da mucho que pensar. Pero es indiscutible el arraigo antiquísimo de petaca en Méjico y Am.: además del dato de G.ª del Pilar, hay el de Garcilaso el Inca en Aut., el de Herrera (1601-15) referente a unas maletas para ropa llevadas por Almagro a Chile, y las citas de Rebelo, p. 94: Bernal Díaz habla de una petaca o caja ofrecida por Moctezuma, observando que así se llama en Méjico, y Clavijero ya da la equivalencia del petacalli indígena con la forma españolizada petaca.

A lo sumo se habría podido pensar, por lo tanto, en que coexistiera una forma pet(l)aca junto con petlacalli, que ésta se debiese a una etimología popular náhuatl, y que la otra fuese la que dió el cast. petaca, y procediera en alguna manera del sánscrito, aunque empleada por los aztecas y demás mejicanos del S. XVI. Pero aun esta hipótesis, que es atrevidísima, parece ser falsa. El vocablo no existe en portugués (luego no puede ser un término hindú trasmitido por los portugueses a los españoles); una trasmisión filipina parece cronológicamente imposible (las Filipinas se descubrieron el 1521, pero no parece que los españoles hicieran allí mucho o nada antes de la fundación de Manila en 1571) y suponer que de la India pasara a Méjico por vía indígena a través del Pacífico parece completamente inadmisible. Todo indica pues que se trata de una verdadera casualidad.

1 Esta ac. anticuada en Chile, siguió vigente en el Oeste argentino (en el jesuíta anónimo de fin S. XVIII, Draghi, Fuente Amer. de la Hist. Arg., 48; doc. de 1863, en Chaca, Hist. de Tupungato, 195), y con leves cambios se oye todavía en la actualidad.