PERPIAÑO, voz castellana y portuguesa, hermana del fr. parpaing y el cat. perpany, de origen incierto; probablemente de un latino vulgar *PERPEDANEUM, derivado de PES ‘pie’ en el sentido de objeto de base que atraviesa desde un lado al otro.
1.ª doc.: 1506; 1552, Villalpando.
De las formas romances la más antigua y mejor comprobada es el fr. parpaing «pierre à construction qui, tenant toute l’épaisseur d’un mur, a ses deux parements à découvert» y parement es «la face qui doit paraître en dehors dans la construction»; parpaing se encuentra desde 1306, y con gran frecuencia ya en la Edad Media; de aquí se tomó el ingl. parpen íd., con sus numerosas variantes perpent (Cotgrave), perbend (1858, 1864), parpine (1579), perpoint y perpend, estas dos en 1429, que es la fecha más antigua en que aparece el vocablo inglés. Hay todavía otras formas romances, pero todas ellas son muy sospechosas de estar tomadas del francés: así Engadina y Bravuogn parpaun, partaun, ‘viga travesaña gruesa’ (que pudo extraerse de parpaing según el modelo de paun frente al fr. pain PANEM) y el sic. parpagnu.
Por razones fonéticas, es difícil, en cambio, comprender cómo el castellano perpiaño pudo tomarse del francés; mientras que no tenemos ninguna razón para dar valor etimológico a las formas inglesas, evidentemente vacilantes, y cuya -t o -d final puede ser tan poco originaria como la de tyrant < fr. tyran TYRANNUS. El principal problema que presenta el vocablo es el del significado originario.
Antoine Thomas (Romania XXVI, 437; y Essais de Philol. Fr., 346, 354) cree que lo esencial es el hecho de pasar de un extremo a otro del muro, y en consecuencia propone un lat. vg. *PERPଵGO, -էNIS, derivado de PANGERE ‘clavar’, PERPANGERE ‘clavar del todo’, y formado según el modelo de COMPAGO, PROPAGO, que son también derivados de PANGERE; ya anteriormente Ménage se había fijado en el mismo punto de vista, y por lo tanto proponía *PERPANNIUM, derivado de PANNUS, padre del fr. pan, en el sentido de «chose qui passe au travers d’un pan de muraille»; Gamillscheg, seguido por M-L. en su 3.ª ed. (REW 6422), ha reivindicado esta base fijándose en el retorrom. parpaun3 (que puede ser galicismo traído por albañiles). Desde luego ha de rechazarse esta etimología menagiana porque entonces esperaríamos, si acaso, *PERMURIUM: no hay razón para hablar de lo que atraviesa un lienzo de pared, sino la pared misma. La etimología de Thomas puede defenderse mejor, dadas las muchas y vagas posibilidades fonéticas que presenta en francés la posición en fin de vocablo; sin embargo, Gaston Paris (Rom. XXVII, 481-4) le objeta la gn antigua del verbo parpeigner, y de las formas femeninas parpeigne, -aigne, -agne, que no se pueden legitimar con el supuesto paralelo de provin PROPAGO y provigner PROPAGINARE, puesto que estas formas francesas han sufrido el influjo fonético de vigne; por mi parte agregaré que la formación *PERPAGO, -INIS, puramente supuesta, no es precisamente de las más verosímiles, dada la escasez de modelos verdaderamente comparables (en los derivados en -AGO toda esta terminación pertenece al sufijo y no al radical del verbo, como aquí, y además no hay testimonios latinos ni romances del supuesto verbo *PERPANGERE).
G. Paris propuso como étimo PERPĔNDէUM, en relación con los términos arquitectónicos tan conocidos PERPENDICULUM ‘plomada’, ad perpendiculum ‘a plomo’, ‘siguiendo la regla’, perpendiculatus ‘puesto a nivel’, perpendicularis, etc. De hecho, como observa Wartburg en su ed. de Bloch, este PERPENDIUM se halla en Oribasio en el sentido de ‘equilibrio’ (Walde-H., Souter), y es formación natural, que se empareja con suspendium, impendium, dispendium, compendium y otros; del último, en su plural, viene el fr. Compiègne, con evolución parecida a la de parpeigne (quizá sin diptongo en éste, a causa del verbo parpeigner). Con esta base podría explicarse el cast. perpiaño en calidad de aragonesismo o leonesismo, puesto que estos dialectos diptongan aun ante palatal, y presentan muy frecuentemente el diptongo ia en lugar de ie; aun el cat. perpeny podría ser autóctono4.
Desde el punto de vista semántico cree G. Paris que PERPENDIUM aludiría a la posición a plomo o a nivel, y en apoyo de su idea cita el verbo náutico fr. perpigner «opération qui a pour but, dans la construction d’un vaisseau, de rendre parallèles les plans de tous les couples de levée après qu’ils ont été élevés sur la quille et établis chacun dans la place qui lui était assignée». Sin embargo, me parece que tratándose de piedras de construcción, el estar colocadas a plomo, y en posición rigurosamente horizontal, no es en manera alguna característica del perpiaño, puesto que es requisito indispensable de todas.
Mas el sentido del sic. parpagnu (préstamo fr. de la época normanda, y por lo tanto nada menos que del S. XII) «misura colla quale gli artefici regolano i loro lavori, mòdano, sagoma» parece confirmar realmente la relación con PERPENDICULUM y PERPENDIUM, y así me inclinaría a aceptar este étimo, pero con la modificación semántica que sugieren Murray y Bradley en el NED: PERPENDIUM se referiría a la forma de cortar los dos lados o parements del parpaing, alisándolos en forma de superficie rigurosamente aplomada; en apoyo de su idea citan los lexicógrafos ingleses un texto de med. S. XVI, donde parpine actúa como adverbio en el sentido ‘con caras perpendiculares’ y aplicado a una piedra cualquiera, ya no sólo la empleada para hacer una pared: «the pillars of this temple... were squared parpine, as thick as long»; ahora bien, el pasaje portugués de Viterbo, arriba citado, confirma que también en la Península Ibérica el propianho debía ser ante todo una pieza de superficie plana y no alabeada, sino cortada a plomo.
Hasta aquí las razones que en la 1.ª versión de este artículo me condujeron a admitir el étimo PERPENDIUM. Pero en las adiciones a la primera edición de mi libro rectifiqué admitiendo el étimo PERPEDANEUM propuesto por Tuttle (RRQ VII, 351; cf. Malkiel AGI XXXVI, 68-72) y demostrado por Moll. En catalán el vocablo es vivo especialmente en Mallorca, donde tiene en todas partes la forma perpany; en Menorca es perpeny (con ê); pero el único testimonio antiguo es perpeany, en doc. valenciano de 14355. Observa Moll que esto parece dar la razón al étimo *PERPEDANEUM de Tuttle. En efecto, a la luz de esta forma catalana del S. XV, el cast. perpiaño y el port. propianho, ya no pueden mirarse como leonesismos, y el fr. antic. parpaigne corresponde bien a *PERPEDANEA. Bien mirado no hay dificultad fonética en ninguna parte, pues las formas francesas no son lo bastante antiguas para que debamos extrañar la desaparición total de -ED-. Sólo es preciso admitir que en la Engadina y en Sicilia es galicismo, lo cual de todos modos ya parecía seguro. La contracción menorquina perpeny es normal (= candel < candeal, Espinelves < Espine(s)albes). En el aspecto semántico, PER-PEDANEUM es un pedaneum que va de un lado a otro. Lo único no averiguado del todo es que el perpiaño sea forzosamente un sillar de la base, pero de todos modos este punto es probable, puesto que de un sillar o piedra grande se trata.
1 Será errata por el grecolat. diatonus, empleado por Vitruvio en el sentido de ‘piedra que de un extremo a otro atraviesa todo el espesor de una pared’.― ↩
2 Falta Ag., Fabra, Amengual, Griera (Tresor), BDC XXI, Bulbena, Vogel, y ni siquiera está en el Vocalb. de l’Art de la Construcció, publicado por Moll en BDC 1936.― ↩
3 Lo cual es inadmisible y ciertamente lo hubiera rechazado Jud, que es quien llamó la atención sobre estas formas retorrománicas (ASNSL CXXIV, 406); aunque supusiéramos *PERPANNUM, el resultado fonético sería otro: ¡comp. el engad. an ANNUM frente a paun PANEM! - ↩
4 Es verdad que enginy INGĔNէUM parece mostrar otro tratamiento; pero también hay el cat. ant. sényer SĔNIOR, de suerte que quizá la nasal impedía la diptongación (y subsiguiente reducción de iei a i), mientras que en ginyar, enginyós y aun enginy pudo ayudar al cambio la palatal precedente.― ↩
5 Además parece haber una forma perpent en el Principado, aunque mal documentada. Será préstamo del francés. Con el menorquín perpeny comp. el alav. perpeño en un texto de 1800 (Guereñu, Euskera III, 300), pero éste, como el cat. perpent, será préstamo del francés. ↩