PERO, conj., del lat. postclásico PER HOC ‘por esto’, ‘por tanto’, que, empleado de preferencia en frases negativas, tomó el sentido adversativo de ‘sin embargo’, conservado en la Edad Media, y más tarde atenuado hasta hacerse equivalente de mas.

1.ª doc.: Berceo.

Es básico para el estudio histórico de este vocablo en castellano el artículo de José Vallejo, Homen. a M. P. II, 72 y ss., del cual extracto algunos párrafos. «Per hoc aparece sustituyendo a propter hoc en Plinio, Justino, Apuleyo y... en Quintiliano...; [en latín español] desde el S. VI hasta el IX aparece en casi todos los escritores, pero siempre escasamente (San Martín de Brácara, San Ildefonso, San Julián y San Eulogio de Córdoba, etc.). Es más frecuente su empleo, siempre con su valor consecutivo, ‘por consiguiente’, ‘por tanto’, en las obras de lenguaje descuidado... Álvaro de Córdoba, Sansón, etc., y sobre todo San Braulio».

En el romance primitivo pero conserva todavía un valor adversativo más fuerte que el de ‘mas’, muchas veces equivalente a ‘sin embargo’; esto es general en lengua de Oc, catalán e italiano, y es también frecuente en castellano, por lo menos hasta el S. XIV; en este idioma tiende, sin embargo, a adquirir otros valores: a veces es ya equivalente de mas, y sobre todo es muy frecuente el empleo con el valor de ‘aunque’: «los males de los dados dize maestro Roldan /... / más alholís rematan, pero non comen pan, / que corderos la Pasqua ni ansarones San Juan» (Juan Ruiz 556c), «si las mançanas sienpre oviesen tal sabor / de dentro, qual de fuera dan vista e color, / non avrié de las plantas, fructa de tal valor; / mas ante pudren que otra, pero dan buen olor» (Juan Ruiz 163d); otros ejs. en este autor 805, 996, Alex., 496, 1361, etc. Con este valor, por lo demás, es más frecuente la combinación pero que: «entró discordia entr’ellas; e entendet por este lugar que la deessa Discordia, que entró en aquel convite pero que desechada» Gral. Estoria (RFE XV, 25); Berceo, Mil., 465, Duelo, 208; Alex., 1431, 1468; J. Ruiz 504, 678a, etc.; y aun puede señalarse algún ej. suelto en el Siglo de Oro: «andaba tan contento, que quisiera de noche no desnudarme y de día no dejar calle por pasear, para que todos me vieran, pero que no me conocieran» G. de Alfarache, Cl. C. II, 119.6.

El simple pero pronto tendió a reemplazar a mas en su valor de adversativa atenuada, como conjunción de uso oral, en lo cual se oponen netamente el castellano y el catalán a su vecino portugués, donde mais sigue en vigencia general. Como observa Vallejo, ciertos datos hacen pensar que el leonés medieval se opuso a esta innovación del Centro y Oriente ibéricos, pues «el Fuero Juzgo no conoce pero; los Fueros leoneses [de Castro y Onís] no presentan ni un solo ej.; en cambio el Fuero de Soria, frente a 58 casos de mas tiene 50 de pero; en los docs. castellanos, pero figura por lo menos desde princ. S. XIII; en los leoneses contemporáneos no se usa, si exceptuamos, mediado ya el siglo, docs. de la región fronteriza de Sahagún».

Propia del castellano es la colocación de pero al principio de la frase, frente a los romances más orientales, que admiten o prefieren la posición detrás de los primeros miembros de la frase; esta última construcción no es enteramente ajena al castellano medieval, pero según Vallejo (pp. 79-80) «sólo se cuentan poquísimos ejs. del S. XIII... 1.ª Crón. Gral. 75b50. El uso posterior corresponde a los poetas, por comodidad métrica, y con mucha frecuencia ai Corbacho, por imitación italiana: ‘avaxa los ojos de muy vergonçosa; bien sabe pero qué faze’ 161.17». Sin embargo, en el Corbacho se trata sin duda de influjo catalán, que es el preponderante en esta obra, que poco recibió directamente de Italia; desde el S. XVI, la construcción se halla, por influjo italiano, en Juan de Valdés, en Garcilaso y en el Quijote (II, lxvii; Cl. C. VIII, 223, con nota de Rz. Marín), V. las citas en Terlingen, 365 (en tanto que el caso de Lucena, S. XV, será más bien arcaísmo o catalanismo). Esta construcción, pues, fué sobre todo debida a influjos forasteros, aunque en algún punto pudo tener arraigo genuino, puesto que sigue oyéndose en Bilbao, donde observa Arriaga que la acentuación peró se oye «siempre que va pospuesto o solo: no quiero peró... , peró...».

La acentuación etimológica però es la que sigue vigente hasta la actualidad en Italia y en Cataluña, y también se mantiene en el judeoespañol de Marruecos (BRAE XIV, 151); en el castellano normal, el empleo casi constantemente inicial, y en consecuencia proclítico, hizo que desapareciera el acento, que en los pocos casos donde se hace sentir se coloca hoy en la primera sílaba.

CPT.

Empero [med. S. XIII, Alex., Calila: Cuervo, Bol. Caro y C. VI, 447-50; 1.ª Crón. Gral., 10b52; Nebr.], compuesto con en(de), con el valor primitivo ‘sin embargo de ello’: es el que ha sustituido en español el empleo pospuesto de pero.