PERDIZ, del lat. PERDIX, -զCIS, íd.

1.ª doc.: orígenes del idioma (Juan Manuel, Juan Ruiz).

Aunque no tengo a mano ejs. anteriores a los del Libro del Caballero (Rivad., 250a29), Conde Luc. (ed. Knust, 47.13) y J. Ruiz (242d) no cabe duda que fué siempre de uso general; común a todos los romances de Occidente1.

Es probable que sean representantes mozárabes de PERDզCEM el cat. merid. baldriga (Puffinus puffinus y Procellaria diomedea), especie de petrel, y su variante baldritxa, para cuya descripción, vid. Joaquim Maluquer i Sostres, Els Ocells de les Terres Catalanes, ed. 1973, pp. 260-263; baldriga sería la forma más conocida, baldritxa empleada en Menorca (F. de B. Moll, Voc. de Ciutadella, en la Misc. Alcover) y en Peñíscola. Aunque son aves marinas bien diferentes de una perdiz, tienen aproximadamente la misma corpulencia, sobre todo el Puffinus puffinus, cf. val. perdiganya d’aigua especie de ánade (Maluquer, p. 245). Bifurcación en dos formas mozárabes *perdiga y *perdiƇa y luego arabización en bard- y, con repercusión de líquida, baldr-.

DERIV.

Perdigana arag. y rioj. ‘perdiz nueva’2. Perdigar [G. Segovia (Nougué, BHisp. LXVI1); «perdicem amburo», Nebr.] ‘soasar una ave sobre las brasas’ [1599, G. de Alfarache, Cl. C. II, 85.8]; también aperdigar [1605, Lpz. de Úbeda (Nougué, BHisp. LXVI)] y emperdigar. Perdigón [APal. 354d]; ‘perdidoso’, por juego de palabras con perder; perdigonada; perdigonera. Perdiguero [Nebrija]. Desperdigar [G. Segovia [Nougué, BHisp. LXVII); h. 1600, Inca Garcilaso, Aut.], por alusión al vuelo de perdices que se esparce al aproximarse el cazador; desperdigamiento. Pernigón ‘especie de ciruela dulce que viene de Génova’ [Aut.], tomado del it. pernicone íd., propiamente aumentativo de pernice ‘perdiz’ (REW3 6404, adiciones).

1 Es muy raro el empleo de el perdiz y la perdiz para el macho y la hembra, como se ve en una copla popular argentina recogida por Draghi, Canc. Cuyano, p. 572.―

2 Para esta formación y sus paralelos, vid. RFH V, 3; en Fonz significaría ‘codorniz’ según Griera (La Frontera Cat.-Arag., 65), pero el sentido en realidad es ‘perdiz joven’ en todo el Oeste y Sur de Cataluña, como en Aragón. Del catalán quizá pasó al sardo (Spano); en aquel idioma ya se documenta en 1381-6, Eiximenis, Terç del Crestià, N. Cl. VI, 51.