Así
periglo como
peligro se hallan en los mss. de Berceo. La primera de estas formas se ve también en otros textos del S. XIII (Fuero Juzgo, Fuero Real,
Buenos Proverbios) y no desaparece hasta bastante tarde, pues todavía se lee en las Constituciones de Cartagena, de 1323-69 (G. Soriano, p. 196). Observa Cuervo,
Obr.
Inéd.,
p. 241, que según las leyes de Grammont la alteración de las líquidas en esta palabra no se explica en
peligro, aunque sí en los derivados
peligrar y
peligroso; sin embargo, debe tenerse en cuenta que en el castellano primitivo el pueblo repugnaba a grupos del tipo
gl,
cl, desaparecidos del lenguaje vulgar gracias a la fonética histórica castellana, de suerte que había tendencia espontánea a cambiarlos en
gr,
cr: de ahí
perigro (
Alex., 149;
Rim.
de Palacio, 213; otros testimonios en Cuervo), y después
peligro por disimilación, invertida justamente por la resistencia popular contra el grupo
gl1.