PECAR, tomado del lat. peccāre ‘faltar, fallar’, ‘pecar’.
1.ª doc.: Berceo.
DERIV.
Pecable. Pecado [1107, BHisp. LVIII, 362]; frecuentísima en lo antiguo es la ac. ‘diablo’ (Berceo, Mil., 743c, 745d, 772c; 871c; S. Mill., 51, 191; Alex., 403, 1758; en el Santo Grial: RFE XIII, 298; Mod. Philol. XXIV, 359; etc.; pecadezno ‘diablillo’ en J. Ruiz, 779b); a veces vale por ‘lástima’ (como es normal en italiano): ¡mal pecado!1 exclamación en Berceo, Mil., 70d, 227d; sería pecao en Güiraldes, D. Segundo Sombra, ed. Espasa, p. 76 (¿italianismo argentino?); derivado de la forma latina: empecatado. Pecador (que en Berceo funciona aún como femenino, Mil., 527); -ora, antiguamente pecadriz (Berceo, Mil., 783b; Alex., 2178) o pecatriz (Berceo, S. Dom., 57; Vida de S. Ildefonso, 30). Pecaminoso, derivado del lat. eclesiástico peccamen ‘pecado’. Pecante. Impecable; impecabilidad.
1 Igual en portugués, donde aparece mal-pecado!, «infelizmente» desde los clásicos del S. XVI (Inés Pereira, Eufrosina) hasta el lenguaje popular del día de hoy, algunas veces con sentido secundario ‘ojalá’ (Fig.). Además es ya frecuente en los poetas del S. XIII: «non ei, mal pecado, ja tem’en que os chorase», Ctgs. 243.33, 311.38, 111.17, y en las Cesc.: «vos cuidades que ei de vós ben, / que eu non ei de vós, mal pecado!», R. Lapa, 397.4 (y en otras 5 Cesc.). En gallego se ha alterado fonéticamente en malpocado, empleado igualmente como exclamación, y con el sentido personal de ‘¡desdichado, cuitado!’ (Vall.; Lugrís); la o por influjo de la labial precedente y del sinónimo malogrado; de ahí por analogía ha pasado a emplearse también en diminutivo («¡Malpocadiño! un día / iba apañando as recendentes frores...» F. Añón), como femenino («a noiva ¡malpocada! non pode tapar o que leva de sete meses» Castelao 184) y acaba por perder el carácter exclamativo y volverse mero sinónimo de ‘desgraciado’ («collíame as mans e o malpocado decía cousas que me rachaban as entrañas» ib. 202); Sarm.: «expresión de compasión hacia sí o hacia otro: Pedro, malpocado, está pereciendo», «malpocadiño» (CaG. 117v). También allí existe o pecado ‘el demonio’ (‘hombre endemoniado’: «vostede é o pecado, señor!» Castelao 199.24). ↩