PAVANA, ‘danza antigua’, del it. pavana íd., femenino de pavano, forma vulgar de padovano ‘perteneciente a Padua’.
1.ª doc.: 1531, L. Milán; 1592, Lope; 1616, Oudin, 2.ª ed. (no en la 1.ª): «pavana: pavane, sorte de danse».
Los testimonios de ciertos autores acerca de la procedencia de la pavana no son decisivos. Brantôme habla de «la pavane d’Espagne», pero este autor escribía en el último tercio del S. XVI, y los varios testimonios franceses anteriores no localizan; el dicc. de Trévoux en el S. XVIII se limita a repetir la etimología de Aut. y en la misma se inspira Carré (1783). En sentido contrario Salvini, h. 1700, escribe que pavana è ballo del paese di Padova, pero los lexicógrafos modernos Gherardini y Tommaseo niegan o ponen en duda su afirmación. Nada de extraño, pues, que discrepe la opinión de los varios etimologistas modernos: Gamillscheg y Bloch admiten que viene de España y es derivado de pavo, Prati y Migliorini derivan de Padua. Vidossi niega también el origen español y cita bibliografía (AGI XXXV, 72). No será posible decidir la duda mientras no exista un buen estudio histórico de las danzas españolas en el S. XVI, y estudios comparados acerca de la coreografía europea en el Renacimiento, que dediquen la atención necesaria a la documentación léxica.
Mientras tanto, es claro, dada la forma del fr. pavane y del port. pavana, que el vocablo sólo pudo originarse en Italia o en Castilla; y la distribución de los datos mencionados es francamente favorable a la primera alternativa; teniendo en cuenta sobre todo la pronta aparición en Francia y en Inglaterra, en una época en que la vida social de estos países poco influjo recibía de España y mucho de Italia. Es verdad que la coreografía española toma gran vuelo en esta época, bastará recordar la chacona, la zarabanda y otras danzas que alcanzaron difusión europea, pero fué en época posterior (aquélla h. 1670, ésta h. 1610); anteriormente, por el contrario, hallamos danzas españolas de nombre francés (gallarda y pie de gibao desde 1570); es verdad que pueden hacerse valer argumentos de orden lingüístico, como el sufijo castellano de la variante it. pavaniglia [1581] ―pero esto sólo nos obliga a admitir que por este tiempo ya la pavana se había hecho popular entre los españoles, que entonces ocupaban Italia, dando lugar a la creación de una variante propiamente española, llamada con este diminutivo castellano― y como el verbo fr. se pavaner ‘contonearse’, que parece derivado de pavane y sin embargo presenta evidente e íntima relación semántica con paon ‘pavo real’, apoyando así la etimología castellana de Aut.; sin embargo, este verbo fué anteriormente se paonner [1544] o se pavonner, muy frecuente hasta princ. S. XVII, y se pavaner no aparece hasta 1611, de suerte que estamos ante un derivado puramente francés de pa(v)on, que sólo tardíamente fué alterado por influjo de pavane y por lo tanto no puede valer como prueba del origen de este último vocablo.
Por otra parte me permitiré observar que un adjetivo *pavano, derivado de pavo, no sólo no está documentado, sino que, sin ser inconcebible, es sin embargo algo sorprendente: esperaríamos más bien *paveño, o *pavuno, o *pavino, según los hábitos morfológicos del castellano, tanto más cuanto que pavano viola la regla eufónica que suele dar preferencia a los sufijos de vocalismo diferente al de la raíz (sevillano, pero granadino y malagueño); por el contrario, la forma pavano en vez de padovano es muy conocida y popularísima en Italia, y no viola esta regla, por ser forma tradicional, creada cuando la o todavía se pronunciaba siempre. Sobre todo importa notar que pavana está hoy difundido por los dialectos de todo el Norte de Italia en el sentido de ‘capricho’, ‘burla’, ‘embriaguez’, y en el mismo sentido corren padovana y padoana; además el it. pavana significa «motivo o difesa del cavallo» (sentido que puede salir del de ‘capricho’), y la popularidad del étnico en cuestión quedará remachada si agregamos que en la Valsugana y el Trentino pavana es el nombre de una raza de vid (para estos significados italianos, vid. A. Prati, ARom. XX, 233-4). De suerte que ni siquiera es preciso asegurar que la danza pavana fuera creada en Padua o tuviera en común con esta ciudad algo más que el nombre, pues fácilmente se pudo partir de ‘capricho’ para denominar esta danza que «les chevaliers menalent sans quitter le harnois ni la cotte d’armes» como nos informa Carré, y que tantos autores han coincidido en calificar de extremadamente ceremoniosa; comp. entradas de pavana, locución con que se moteja a uno «que viene con gran seriedad y mysterio a solicitar alguna friolera o cosa sin substancia» (Aut.). En cuanto a pavana «cobertura del cuello que usaban antiguamente las mugeres, que era un lienzo con caída sobre los hombros y el pecho» [Aut.], ignoro si ya vino esta ac. de Italia y si tiene o no que ver con la danza.
Al corregir las pruebas del DCEC llegó a mis manos el art. de A. Mortier, Le Français Moderne IV (1935), 255-60, que con gran aportación de datos resuelve del todo el problema. Los testimonios de J. A. Dalza (1508) y Ruzzante (h. 1520) prueban terminantemente que pavana era danza usual en Venecia y Padua, y que su nombre se identificaba con padovana ‘propia de Padua’, derivando de Pava, variante local popular del nombre de la ciudad, empleada por el propio Ruzzante; otros testimonios italianos de 1549 y 1563 confirman la gran popularidad de la danza en Italia, donde recibía también el nombre de padoana (según los venecianos Zarlino, a. 1558, y su coetáneo Calmo, citas de A. Prati). En la segunda mitad del S. XVI hallamos luego muchas menciones y descripciones detalladas de la pavane francesa, que en parte la presentan como oriunda de Italia. Finalmente a España parece haberse propagado por contacto directo, a través de los ocupantes españoles de aquel país; el desarrollo posterior de la coreografía española, y su boga europea, hicieron que las variantes introducidas en España se propagaran por Europa, dando crédito al presunto origen español; pero en España no parece haber testimonios anteriores al de Pisador (1552) y el del vihuelista Luis Milán (1531), quien declara categórica y repetidamente que sus pavanas se inspiran en las de Italia.