PATENA, ‘platillo de metal en el cual se pone la hostia’, tomado del lat. patĕna ‘pesebre’, ‘patena’, y éste del gr. ưάτνƓ ‘pesebre’.

1.ª doc.: Berceo.

También en APal. («gabata es patena, un vaso pequeño con poca concavidad» 174b, 515d), Nebr. («patena de calice: patina»), Ambrosio de Morales y Aut. Hay además la ac. secundaria ‘lámina o medalla grande, con una imagen esculpida, que se pone al pecho, y la usan para adorno las labradoras’ [Aut., con ejs. de Cervantes y Lope], documentada en Vélez de Guevara: «la Serrana...vestida a lo serrano de muger, con saiuelo y muchas patenas, el cabello tendido y una montera con plumas» (La Serrana de la Vera, ed. T. A. E. I, 30). Algunas veces se han confundido en latín patĕna, procedente de ưάτνƓ, y patina tomado de πατάνƓ ‘plato, fuente’; el primero es el que ha de figurar en Vegecio, donde tiene el sentido de ‘pesebre de animales’, y en las Notas Tironianas, donde ya va combinado con calix (vid. Forcellini, s. v. patina). En el latín eclesiástico se comparó la patena donde se pone la hostia con el pesebre de este alimento espiritual y sagrado; al pasar al romance como cultismo se trasladó el acento, debido a la rareza en latín de palabras esdrújulas en -ena.